El drama del agua asfixia Sierra Boyera, el primer embalse que se seca por completo en plena primavera
La reserva cordobesa se encuentra al 0,1%. Además, el agua que se estaba trasvasando de otro embalse está contaminada y no es apta para consumo.
29 abril, 2023 02:32La plaza de la localidad de Alcaracejos, al norte de Córdoba, tiene estos días más afluencia de lo habitual. Camiones cisterna distribuyen agua potable entre los vecinos. Solo pueden obtener cinco litros por día. Como ellos, otros 27 municipios y seis aldeas más de la provincia cordobesa se están enfrentando a estos mismos límites al consumo de este recurso vital.
Detrás de esta falta de agua está la contaminación del embalse de La Colada y la caída en desgracia del de Sierra Boyera, totalmente seco desde principios de mes. De ambos se abastecían los 80.000 afectados por las restricciones actuales. El drama es, sobre todo, perceptible en el segundo, al 0,1%. Donde había agua, ahora tan solo se puede apreciar un charco en medio de un terreno agrietado, con los ecos de un pasado no muy lejano acostumbrado a permanecer inundado. Y más en primavera.
De acuerdo con los datos históricos del embalse, en la última década, sus niveles se han mantenido en el mes de abril en torno al 66,5%, con unos 26,3 hm³. No obstante, es cierto que (en base a los datos de abril), desde 2018, se ha venido produciendo una caída paulatina de sus niveles acumulados.
Entre las causas detrás de esta falta agua cada vez más acuciante está el déficit de precipitación recibida en los últimos años. Ejemplo de esto es lo que ocurrió hace un año por las mismas fechas, cuando ya se arrastraba un importante déficit de lluvias y Sierra Boyera registró apenas un tímido 22,1% de agua en la reserva.
La situación, hoy, es exasperante. Según explica Joaquín Páez, presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) a la que pertenece el embalse, se ha realizado una obra de emergencia en colaboración con la Confederación Hidrográfica del Guadiana para traer agua desde el embalse de La Colada hasta la planta potabilizadora de La Boyera.”Se ha conseguido así garantizar el agua de abastecimiento”, cuenta.
Sin embargo, hace una semana, la Delegación de Salud de la Junta de Andalucía en Córdoba declaró esta agua como no apta para el consumo humano. Se habían encontrado valores de carbono orgánico superiores a los límites permitidos. Como explica Páez, lo que ocurre es que “hay un exceso de materia orgánica” que depende de cuestiones como las prácticas agrícolas que se lleven a cabo en el entorno. “En sequía no solo hace falta cantidad de agua, sino calidad”, asegura el presidente, “y para ello tiene que haber buenas prácticas ambientales y buenas prácticas agrícolas”.
Además, “los gestores que tienen que poner el agua en la mesa de los ciudadanos de Córdoba –en este caso, en las comarcas de Los Pedroches y el Guadiato–, que es la empresa pública Emproacsa, hagan todo lo necesario para bajar el parámetro de carbono orgánico total”, apunta Páez. “En los sistemas de abastecimiento hay muchos métodos para hacerlo, como el tratamiento del agua potable con ozono. Si se hiciera esto, no habría ningún problema. Cada uno tenemos que cumplir con nuestras competencias”.
[Más de 190 municipios beben de reservas de agua contaminadas: “El problema es enorme y va a más”]
Mari Carmen, vecina de Alcaracejos, comenta a Reuters que “nunca había experimentado esto antes”. Recuerda ocasiones en las que tenían agua corriente nada más que unas pocas horas al día, pero nunca necesitaban llevarse las botellas a casa. Asimismo, José Luis Cabrera, su alcalde, comenta que les están abasteciendo de agua a través de un aljibe. “Es una situación bastante incómoda y, sobre todo, precaria para los tiempos que vivimos".
"Se evapora mucha agua"
Estas condiciones de falta de agua son generalizadas en el resto de Córdoba –donde ya se han acometido otros dos trasvases de otros embalses– y de toda la Cuenca del Guadalquivir. Según los datos del último boletín hidrológico, las reservas de agua se sitúan al 24,5% de su capacidad. Y lo peor de todo es que aún estamos en primavera.
Este déficit hídrico se suma al enorme calor que está golpeando en estos momentos a todo el país y, en especial, a la región andaluza. En Córdoba se ha alcanzado el récord absoluto de temperatura para el mes de abril en España, con hasta 38,7 grados, algo más propio del mes de julio.
Desde la CHG explican que se ha tenido un 35% menos de lluvia con respecto a la media de los últimos 25 años, un 70% menos de aportación a los embalses y las reservas están un 37% por debajo de esa media. “Estamos en una sequía más profunda o similar a la de los 90”, lamenta Páez, que asegura que es “una situación complicada en un marco de cambio climático evidente”.
Explica que si se coge una serie hasta el año 2016 de 80 años y se divide en dos mitades, la temperatura ha aumentado en la cuenca 0,5 grados de media, las precipitaciones han disminuido un 7% y las aportaciones a los embalses, un 21%. “Esto significa que estamos viviendo un cambio climático desde hace más de 25 años en la cuenca”, apunta el presidente de la CHG.
De hecho, reconoce que “llevamos cinco años consecutivos donde sale más agua de los embalses de la que entra, y además tenemos una preocupación muy evidente este año, y es que las temperaturas están siendo muy altas durante la primavera”. En este sentido, “ya no solo es que no llueva, sino que se pierde muchísima agua por evaporación” y “estamos en una situación realmente difícil”.
La sequía en España, en datos
La preocupación no se queda en los límites de esta cuenca peninsular, sino que salpica con fuerza al resto del país. Este año las reservas totales, en el mes de abril, se sitúan al 50% de su capacidad, los mismos niveles que el año pasado –marcado por sequía– por estas fechas. Sin embargo, la situación ha empeorado con respecto a 2022 en un total de siete de las 15 cuencas existentes: Cuencas Internas de Cataluña; Ebro; Tinto, Odiel y Piedras; Guadalete-Barbate; Segura; Guadalquivir, y Júcar.
La peor parte se la llevan las Cuencas Internas de Cataluña, con un 32,9% menos de agua que hace un año. Allí, además, se han visto obligados a poner en pleno funcionamiento desaladoras y obtener agua regenerada, además de retirar todos los peces de un embalse para asegurar la calidad de la reserva.
Del mismo modo, la cuenca del Ebro, con un 18,7% menos de agua, está entrando en una situación preocupante. De hecho, este domingo se hará una declaración institucional de sequía extraordinaria. El verano, según sus autoridades, puede tener complicaciones por la falta de agua.
No obstante, si se observan los datos en el largo plazo y se atiende a la media de reservas acumuladas en la última década, enseguida se puede comprobar la gravedad del asunto, y es que, cada vez, hay menos agua en las reservas. En lo referente a los datos de abril, las que más han perdido son las Cuencas Internas de Cataluña (un 68,2% menos), la cuenca del Guadalquivir (un 61%) y Guadalete-Barbate (un 58%).
Esta pérdida tan importante de agua está relacionada, por un lado, por el trasfondo de cambio climático que existe en nuestro país, porque reduce las aportaciones de agua a los embalses y porque unas mayores temperaturas también evaporan el agua acumulada. No obstante, los usos de esta agua (sobre todo para el regadío, que absorbe el 98% de las reservas) también son un asunto de preocupación en un escenario de menos agua.
Como aseguró un estudio reciente del Centro de Política de Suelo y Valoraciones (CPSV) de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), el incremento medio de las temperaturas en las ciudades españolas fue de 3,54 grados entre 1971 y 2022. Además, daban un dato importante: los días de verano habían pasado de 90 a 145 en los últimos 50 años.
Para Jesús Marcos Gamero, profesor en retos medioambientales globales de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), el impacto de la sequía y la escasez de agua puede generar (ya lo está haciendo), una pérdida de cosechas y el aumento de precios y puede generar un auténtico colapso en el sector primario, tanto por la escasez de cultivos como de alimentos para el ganado. Esto se puede trasladar a un clima de descontento social.
Asimismo, apunta que pensando en el sector terciario y entendiendo España como un país dependiente del turismo, esa escasez de agua y condiciones climáticas extremas con olas de calor repercutirán con fuerza. Esto puede conllevar a la pérdida de empleos e ingresos económicos y generar, igualmente, una situación de descontento social en las zonas más dependientes de esta industria. “No somos capaces de entender la magnitud del cambio climático”, concluye el experto.