Imagen de archivo de un hombre afgano trabajando en un campo de amapolas, 20 de abril de 2016.

Imagen de archivo de un hombre afgano trabajando en un campo de amapolas, 20 de abril de 2016. Parwiz Reuters Nangarhar, Afganistán

Historias

De campos de amapolas a laboratorios de cristal: los afganos sortean la 'yihad' de los talibanes contra el opio

Desde que los talibanes prohibieran la producción y comercio de opio en abril de 2022, las hectáreas dedicadas a las amapolas se redujeron un 95%. 

28 febrero, 2024 02:01

Los agricultores afganos están en una encrucijada. La prohibición del cultivo de amapolas —cuya semilla se emplea para la producción de opiáceos (opio, morfina y heroína)— por los talibanes y la crisis económica aguda están diezmando sus esfuerzos por subsistir. Algunos tratan de encontrar alternativas con el apoyo de organizaciones y oenegés humanitarias, mientras otros optan por seguir dentro del mundo de los narcóticos, convirtiéndose en agricultores o comerciantes de efedra, la hierba silvestre que se utiliza para fabricar metanfetamina.

El abril de 2022, las autoridades de facto de Afganistán pusieron coto a todos cultivos de amapola en todo el país. "De acuerdo con el decreto del líder supremo del Emirato Islámico de Afganistán, se informa a todos los afganos de que, a partir de ahora, el cultivo de amapola ha quedado estrictamente prohibido en todo el país", zanjó la orden del líder supremo de los talibanes, Haibatullah Akhundzada, en abril de 2022. Y se ordenó que si alguien se atrevía a hacerlo, se destruiría su cultivo y caería sobre él todo el peso de la sharía.

Así, como quien cierra la llave de un grifo, el gobierno islamista puso fin a la principal actividad económica ilícita del país: Afganistán era el mayor país productor de opio del mundo —el 80% se producía en este país asiático—. Se estimó que el 95% de la heroína que llegaba a las calles de Europa procedía de dicho país. 

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En aquel entonces, las autoridades evitaron iniciar la campaña antidroga de inmediato, ya que coincidía con el momento de recogida de los cultivos. "Esto dio lugar a especulaciones desinformadas de que la prohibición no iba en serio", explicó el experto en el país William Byrd en una publicación del United States Institute of Peace. Pero los talibanes sí que llevaron a cabo las acciones coactivas posteriormente

Un informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), publicado en 2023, da cuenta de que desde que el gobierno talibán promulgara la nueva norma por la que se prohíbe "el cultivo de amapola y todo tipo de estupefacientes", la superficie cultivada se redujo drásticamente en todo el país y casi por completo en algunas provincias: “Se redujo en un 95%, hasta un total de tan solo 10.800 hectáreas”.

Con palos y AK-47, las unidades antinarcóticos de los talibanes han llevado a cabo una campaña muy dura en 2023. Los palos servían para destruir los cultivos. Las armas, para amedrentar a los agricultores que no les quedaba otra que mirar y quedarse de brazos cruzados cómo destruían su principal medio de vida. "Durante décadas, la amapola ha constituido una importante fuente de ingresos —representaban hasta el 50% de sus ingresos medios— para las poblaciones rurales", explican en el informe de le UNODC. 

Imagen de archivo de un hombre afgano caminando por un campo de amapolas, 8 de abril de 2016.

Imagen de archivo de un hombre afgano caminando por un campo de amapolas, 8 de abril de 2016. Abdul Malik Reuters Helmand, Afganistán

"Estás destruyendo mi campo, que Dios destruya tu casa", gritaba furiosa una mujer de la región de Nangarhar a la unidad talibana mientras arrasaba su campo de amapolas y bajo la atenta mirada de un equipo de la BBC. "Te había dicho esta mañana que lo destruyeras tú misma. No lo has hecho, así que ahora tengo que hacerlo yo", respondía el líder de la unidad. 

Hasta agosto de ese año, tal como ha podido saber VOA News, las fuerzas talibanas llevaron a cabo 5.799 operaciones antidroga, detuvieron a 6.781 narcotraficantes, incautaron 1.799 toneladas de droga y desmantelaron 585 laboratorios de producción de heroína. La UNODC estimó que los agricultores afganos habrían perdido unos ingresos de más de 1.000 millones de dólares por la venta de opio entre 2022 y 2023. 

"¿Qué otra cosa podría hacer?"

Ali Mohammad Mia, un agricultor de la provincia de Kandahar contempló cómo las fuerzas talibanas destruían su campo de amapolas. Un equipo de la BBC pudo documentar este hecho y le preguntó por qué seguía cultivándola a pesar de la prohibición.

"Si no tienes comida en casa y tus hijos pasan hambre, ¿qué otra cosa puedes hacer?", dijo a los reporteros. Y añadió que no le quedaba otra opción: "No tenemos grandes extensiones de tierra. Si cultiváramos trigo en ellas ganaríamos una fracción de lo que podríamos con el opio".

En Farah, Helmand, Kandahar y Nangahar —que representaban el 74% del cultivo de amapolas en 2022— los agricultores que cultivaban opio han cambiado las amapolas por cultivos de cereales (68,4%), barbecho (10,8%), de verano (15,1%) y perennes y otros (2,6%).

Muchos agricultores han cambiado la amapola por el trigo, el cultivo lícito más importante en el país. El ciclo agrícola es similar: las dos se plantan en la misma época. No obstante, el trigo genera muchos menos ingresos que el opio. Los que se han visto obligados a hacerlo han pasado de ingresar 6.800 dólares con el opio, a conformarse con 770 dólares, por hectárea en 2022. 

Por otro lado, el agricultor Niamatullah Dilsoz del distrito de Marjah —al sur de Lashkar Gah, la capital de Helmand— declaró al equipo de la BBC que los agricultores de la región —al sur del país y la que mayor superficie dedicada al opio tenía— que "con el trigo ganamos menos de la cuarta parte de lo que ganábamos con el opio". Y añadió: "No puedo cubrir las necesidades de mi familia".

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El informe de la UNODC informó de la dificultad de los agricultores afganos para hacer una transición efectiva a otros tipos de cultivos. Insistieron en que "la repentina aplicación de la prohibición les impidió realizar la transición a la granada, la almendra, el pistacho y el hing (asafétida) de alto valor, que pueden tardar años en madurar completamente". 

Cultivos alternativos

La agencia antidroga de la ONU ha impulsado de la mano de oenegés proyectos de Desarrollo Alternativo para ofrecer otra vía a los que quieren seguir dedicándose al campo sin infringir la norma de los talibanes. Por ejemplo, en la provincia de Dogabad, se suministran pollitas, aves de corral, pienso y formación en avicultura. 

Además, también han repartido semillas de okra y fertilizantes en la provincia de Nangarhar. Mazar Shah, uno de los 21 agricultores que recibieron los insumos declaró a UN News que las verduras no pueden sustituir a las amapolas. "Cultivábamos amapola porque da más rendimiento. Si nos apoyan con los cultivos de alto valor, nunca cultivaremos amapola, ni en cien años", señaló. 

El coordinador del programa de Desarrollo Alternativo, Hidayatullah Sapi, dijo que "los agricultores nos han dicho claramente que si la comunidad internacional y las autoridades de facto no les apoyan, y si no hay una prohibición por su parte, volverán a cultivar amapola porque no tienen otra opción".

Cristal por heroína

La UNODC, al tiempo que observaba una reducción vertiginosa del opio en Afganistán, registró un repunte de la metanfetamina que salía del país y una multiplicación de las incautaciones de esta droga. "El tráfico de metanfetamina [o metanfetamina cristalina] se está expandiendo a un ritmo asombroso", recoge en un informe publicado el mismo día que la encuesta a productores de opio.

De hecho, es más fácil fabricar metanfetamina que heroína o cocaína. En Afganistán, se produce a partir de sustancias legales o extraídas de la planta efedra, que crece en estado salvaje. En comparación con las amapolas, crece en las montañas en altitudes superiores a los 1.000 metros, su cosecha comienza en verano y se prolonga hasta la llegada del invierno y las nevadas. 

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Ahmed Wali, de la remota provincia de Ghor, sería una de las miles de personas que se ganan la vida recolectando efedra —u oman, como se conoce en la lengua local—. "Por ahora, es nuestra única fuente de ingresos", declaró a Radio Azadi de RFE/RL. "La recogemos en las montañas y la vendemos en la ciudad", añadió. Los segadores recogerían entre 25 y 45 kg de efedra al día, por lo que se necasitarían entre 10 y 18 días de trabajo para recoger lo suficiente para producir un solo kilogramo de metanfetamina. 

Después es turno de los intermediarios, que se encargan de venderla a los laboratorios que fabrican cristal y lo distribuyen e introducen de contrabando en los países vecinos. 

Cristal a partir de efedra

David Mansfield, consultor socioeconómico independiente y uno de los mayores expertos en el papel de la amapola como medio de subsistencia rural y la dinámica del comercio de opio en el país, realizó una radiografía del sector de la metanfetamina en Afganistán y tiró por tierra algunos apuntes de la UNODC.

Manfield escribió en un informe publicado en diciembre de 2023 que, al contrario que lo declarado por la UNODC, la incursión inicial en las montañas en busca del cultivo comenzó en 2016, cuando los propietarios de laboratorios y cocineros en el centro del mercado de Bakwa, en la provincia suroccidental de Farah, abandonaron el uso de costosos medicamentos de venta libre (OTC) y se pasaron a la efedra como principal precursor en la producción de metanfetamina. 

Hasta entonces, el método más extendido para fabricar la droga era extrayendo la efedrina de medicamentos comunes para el resfriado y productos químicos de uso industrial. Entre 2013 y 2017, la mayor parte de la metanfetamina procedente de Afganistán se produjo extrayendo efedrina de productos farmacéuticos, un método caro y complejo que Mansfield describió a The Sydney Morning Herald como "el viejo enfoque de la medicina de Breaking Bad".

"No está claro hasta qué punto es sofisticada la extracción de efedrina/pseudoefedrina de los medicamentos para el resfriado en Afganistán o si tales métodos pueden derrotar a las formulaciones a prueba de manipulaciones", subrayaba el informe de la UNODC. 

Con la planta, sucede lo mismo: la literatura de investigación sobre la extracción de efedrinas de la planta de efedra, realizada en laboratorio, informade tasas de extracción en torno al 78-90%. "Pero el contexto de la fabricación ilícita en Afganistán es bastante diferente, más rudimentario y no puede alcanzar el nivel de eficacia del laboratorio. Los métodos de extracción tradicionales que parecen utilizarse en Afganistán consisten en hervir la planta de efedra en agua durante largos periodos de tiempo", recoge el informe de la UNODC. 

Para producir un solo kilogramo de metanfetamina pura, se calcula que se necesitan 200 kg de efedra seca recolectada. Teniendo en cuenta que aproximadamente la mitad del peso de la planta es agua, la cantidad equivalente de efedra recién recolectada alcanzaría los 437 kg.

Angela Me, jefa de la Subdivisión de Investigación y Análisis de Tendencias de la UNODC, en declaraciones a The Associated Press, daba alguna clave sobre el uso de esta planta: "No hace falta esperar a que algo crezca; no necesitas tierra, solo necesitas los cocineros y los conocimientos. Los laboratorios de metanfetamina son móviles, están escondidos". 

En cinco años, las incautaciones se han multiplicado por 12, pasando de 2,5 toneladas en 2017 a 29,7 toneladas en 2021, mientras que el comercio se ha intensificado desde la prohibición de la amapola. Frente a estos datos, Mansfield se posiciona diciendo, en declaraciones a The Sydney Morning Herald, que "no ofrecen pruebas de incautaciones de productos farmacéuticos a granel, hacen suposiciones mal informadas sobre las tasas de conversión y los costes relativos, e ignoran por completo los grandes volúmenes de efedra incautados y destruidos por los talibanes".

Algo en lo que no se ha equivocado la UNODC es que la prohibición del cultivo (y distibución) de opio podría dar lugar a una posible "remodelación de los mercados de drogas ilícitas, dominados durante mucho tiempo por los opiáceos afganos". También advirtieron que la yihad contra el opio de los talibanes podría tener como resultado un viraje hacia otras actividades ilícitas, como el tráfico de armas, personas o drogas sintéticas.