Educación en Mozambique: "Espero poder terminar mis estudios y darle un futuro mejor a mi familia"
El 56% de los jóvenes mozambiqueños de entre 10 y 19 años no saben ni leer ni escribir.
5 diciembre, 2022 02:18con la colaboración de:
El poder transformador de un país empieza desde abajo. La juventud marca la dirección y esta tiene el poder de cambiar el rumbo y el destino de toda una nación por generaciones. El padre Eugenio lleva 22 años en Mozambique dedicados a este poder transformador. Un asturiano que en su centro de Nacuxa, en la provincia de Nampula, educa a los futuros informáticos, pescadores, agricultores, secretarios o técnicos de laboratorio que harán de Mozambique un país mejor.
La educación forma parte fundamental de esa transformación. Eugenio lo sabe muy bien y desde que llegó al centro de Nacuxa, antes una misión de las combonianas, ha ido reconvirtiéndolo en un lugar de referencia en el norte del país. Unos 1.300 jóvenes se forman en las ramas más demandadas por las empresas. Todo comenzó como un centro agropecuario, pero se ha ido transformando junto a la demanda.
"Las empresas nos llaman para contarnos sus necesidades", comenta el padre Eugenio. Basándose en esa demanda, preparan los cursos y las formaciones para que los jóvenes salgan con un trabajo asegurado.
El absentismo, problema de base
Pese a que en los últimos años la tasa de escolarización ha subido en Mozambique, aún el 56% de los jóvenes de entre 10 y 19 años no saben leer ni escribir. Este mal desarrollo educativo también viene ligado a que los profesores están mal pagados . Además, su escasa implicación, preparación y su absentismo provocan que los alumnos no aprendan como deben.
Otro dato revelador es la tasa de abandono escolar, que llega al 50%. Por ello, es muy difícil que los jóvenes terminen una formación que les permitiría el acceso a estudios superiores. Las familias demandan que los niños trabajen para contribuir en la economía familiar y no son conscientes de la importancia de los estudios para el futuro de sus hijos y del suyo propio.
La poca implicación de las familias en la formación de los jóvenes provoca una situación insostenible y unas tasas, como ya se ha mencionado, preocupantes.
Pero en el centro de Nacuxa tienen controlado gran parte de este problema. Pese a que los profesores son pagados por el Gobierno mozambiqueño, es aquí, en el Instituto Politécnico Mártir Cipriano del centro de Nacuxa y del de Lumbo, donde consiguen unas cifras de absentismo mínimas. "Nacuxa forma los técnicos medios que quieren ser constructores de un nuevo país", comenta orgulloso Eugenio.
Alumnos que huyen de la guerra
La labor del padre Eugenio es fundamental, en sus propias palabras, porque "Nacuxa es un lugar seguro en el que los jóvenes se pueden desarrollar en un ambiente educativo”. El religioso remarca la palabra “seguro”, y es que el conflicto del norte de Cabo Delgado está cada vez más cerca, a pocos kilómetros, y algunos de sus alumnos son jóvenes desplazados.
Unos 200 jóvenes han sido becados para estudiar y sacados de campos de refugiados cercanos. Como Josefina (22 años), desplazada de Cabo Delgado, que sueña con poder dar un futuro mejor a su familia. “Lo que espero del futuro es poder terminar mis estudios y ayudar a mi familia”, comenta emocionada.
Estos niños que huyen de las guerras encuentran en centros como el de padre Eugenio una oportunidad que puede transformar sus vidas y de los que los rodean. “A día de hoy tengo problemas psicológicos, la guerra no hace bien a la cabeza”. Los jóvenes llegan con traumas debido al conflicto y pese a ello, Eugenio comenta que son “niños que están uniendo a los grupos”.
Catástrofes climáticas
Los problemas a los que se tienen que enfrentar estos centros son muy grandes. Más allá del absentismo de algunos profesores y alumnos, se encuentran las catástrofes climáticas que suceden. La hermana María Gómez Lechón, en el centro de Untupaia, un barrio humilde de Nacala, ha tenido que reconstruir parte de los tejados y de los muros debido a los anticiclones.
Con la ayuda de organizaciones como Manos Unidas, estos centros son capaces de estirar los presupuestos para cubrir las necesidades más inmediatas. La labor incansable de esta hermana ha creado un oasis educativo que choca con las escuelas públicas de la zona. Aquí, los jóvenes encuentran un lugar donde poder fomentar la creatividad y una formación de calidad.
A nuestra llegada, un grupo de jóvenes nos esperaban formados en fila para cantar el himno de Mozambique. Vestidos de uniforme para que no haya distinciones por clase, bajo un sol que castigaba con fuerza, los jóvenes cantaban orgullosos.
“Aquí, además de los cursos a los jóvenes, damos clases de refuerzo, costura e informática a gente del barrio. Todo aquel que se quiera acercar a la escuela es bien recibido”, nos dice la hermana María.
La necesidad de abrir el espectro educativo a otras edades es importantísima. Muchas veces el acceso que tienen a las escuelas los adultos analfabetos es nulo y cursos como estos, fomentados por el centro de Untupaia generan un ambiente de integración de donde toda la comunidad se beneficia.
La anarquía de la pública
Cuando terminamos de ver el centro de la hermana María, nos acercamos a una escuela pública. Pese a los avisos por parte de la organización, de la propia hermana María de que el absentismo, la dejadez y la “anarquía” que se vive en estos centros es muy real, uno no es consciente hasta que lo ve.
Un recreo constante de niños apelotonados alrededor tuyo y trincheras de pupitres en las clases muestran el enorme trabajo que aún queda por hacer en estos centros. La poca importancia que se le da a veces a la educación entre la población y los propios profesionales repercuten en los propios jóvenes y, por lo tanto, en el futuro del país.
Por ello, centros como los de la hermana María, el padre Eugenio, que reciben ayudas externas, entre las que destaca Manos Unidas, son tan fundamentales. Su implicación por formar las generaciones del futuro será el caldo de cultivo de la transformación real del país.
En la escuela pública, entre la multitud, una niña albina se acerca a la cámara con las manos en alto en forma de "V". Su piel escamada y roja del sol y su mochila roja hace cuestionarme si existe un futuro para estos niños. El abandono es total, tanto que, cuando llegamos, el director del centro estaba viendo un partido de fútbol mientras el horario escolar corría. Las clases, ausentes de profesores, eran auténticos patios de recreo, donde la única atracción que tenían éramos nosotros.
Futuro y otro modelo de escuela
“A día de hoy producimos toneladas de alimentos que llegan a las zonas más pobres de Nacala”, nos comenta el director de Nacuxa. Son los propios alumnos quienes con su trabajo y esfuerzo cultivan para producir comida tanto dentro del centro como para vender o exportar fuera. Aprender a cuidar del ganado, a criar pollos, hacer pan, cultivar el cuave, que es como una acelga, son actividades del centro que están directamente dirigidos a las necesidades más básicas de sus comunidades.
Eugenio resume que “hubo un estudioso noruego que comentaba que habíamos conseguido el verdadero ciclo de la cooperación, donde de forma integral se enseñaba a los jóvenes y lo que aprendían repercutía directamente en la sociedad”. Por ello es tan importante la labor educativa. Es mucho mejor ayudar de forma integral a los jóvenes y que aprender a desarrollarse dentro de su realidad.
Esa transformación de la que hablábamos, es una transformación integral de Mozambique. En la educación se encuentra la solución a los grandes problemas por los que atraviesa el país. Es en los jóvenes donde se guarda la esperanza de un Mozambique mejor, alejado de los conflictos internos.
Ali, un profesor exalumno de Nacuxa, comenta: "Somos los autores de nuestra propia vida". Él, junto a otros profesores, son el ejemplo vivo del efecto que tienen los centros como el de Nacuxa. Historias de superación que "sirven como fuente de inspiración a los jóvenes para que sientan que mañana pueden estar en cualquier parte del mundo marcando la diferencia".
Sobre el proyecto
Es un trabajo realizado en colaboración con Manos Unidas, donde conocimos los proyectos de educación que la organización ha realizado en una parte de Mozambique.
Las historias de vida de sus protagonistas muestran la importancia de la cooperación en países, donde la esperanza prácticamente se ha perdido y pese a ello, hay voluntarios dispuestos a seguir trabajando por un Mozambique mejor.