Nos encontramos en lo que en el teatro clásico denominan la 'exposición' de la tercera revolución industrial. Estamos siendo testigos de la parte embrionaria de la nueva transformación que está cambiando el mundo de norte a sur, de este a oeste. Aunque esta revolución industrial no sea tecnológica, sino que abarca todas las esferas de la sociedad y su modelo productivo, lo que sí está claro es que la tecnología está en el centro de ella, como catalizador y facilitador del cambio.
El mundo está cambiando a una velocidad que nunca habíamos visto antes y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se han convertido en un hito a alcanzar, tanto por el sector privado, como por el público. Hemos comprobado cómo los reguladores están proponiendo y creando nuevas políticas para empujar a países y compañías a mejorar realmente en este ámbito, y esto es solo el principio de lo que veremos los próximos años.
En este sentido, las personas, porque al final las compañías no son otra cosa que un grupo de personas trabajando juntas para conseguir un objetivo común, debemos entender la nueva sociedad y saber cómo contribuir positivamente a ella, sentándonos, debatiendo, cocreando, con el fin último de facilitarle la vida a la humanidad y a caminar hacia una sostenibilidad real, que nos permita luchar contra el cambio climático en igualdad de condiciones.
Esta sostenibilidad también nos debe permitir conseguir una sociedad diversa real, luchar contra la desigualdad, la pobreza, la dependencia energética y la crisis de materias primas y suministros, entre otras muchas cuestiones. Ponerse de perfil no es una opción.
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El impacto medioambiental de la información
En primer lugar, para contribuir con los ODS planteados por la ONU, concretamente en materia de sostenibilidad, es fundamental establecer unos objetivos claros, medibles y alcanzables en un determinado periodo de tiempo. No todas las empresas podrán subirse a la ola de la sostenibilidad con la misma fuerza y entrega. En este caso y por mi expertise, centraré el foco en el mundo cloud y el almacenamiento de datos.
Si pensamos en consumo tecnológico, las TI acapararán como mínimo el 8% de la demanda de electricidad mundial para el año 2030, comparado con el 2% en 2020. Además, el almacenamiento de datos es el responsable del 10-15% del consumo energético de los data centers (centros de datos), utilizando hoy tan solo un tercio de los datos recopilados (32%). Por tanto, el impacto medioambiental del almacenamiento de datos no es desdeñable.
En palabras de Andrew Choi, analista de investigación sénior de Parnasus Investments, los centros de datos son responsables de aproximadamente el 2% de las emisiones de efecto invernadero, lo que equivaldría a toda la industria aérea. Estos datos son demoledores y más si cabe, si analizamos las recientes y destructivas consecuencias del cambio climático: subida de la temperatura del mar, olas de calor incesantes, incendios que arrasan decenas de miles de hectáreas, DANAS y un largo etcétera.
Es necesario, por tanto, pensar en soluciones tangibles desde este mismo instante. Por otra parte, hemos podido comprobar que los datos y la tecnología digital son los principales facilitadores de la transformación del negocio. Cuantos más datos se incorporen a un programa de transformación digital, mejores serán los resultados. Sin embargo, es importante matizar que no se trata de acumular estos datos, sino saber cuáles son los que nos interesan y guardarlos, desechando los otros, contribuyendo así al ahorro energético.
Ha llegado el momento de asumir la responsabilidad de los datos y su impacto medioambiental. No se trata de erradicar los datos, sino de sacarles el máximo valor. Los datos son vitales para crear un futuro más sostenible. Se están utilizando para diseñar vehículos de bajas emisiones, para ayudar a la gente a reducir su consumo de energía mediante contadores inteligentes y para ayudarnos a medir nuestro impacto colectivo en el carbono.
El problema es el del despilfarro digital. Tampoco es un problema exclusivo del sector privado, sino que afecta a todo el mundo. Todas las organizaciones deben ser conscientes de que si almacenan datos que no utilizan, en realidad sólo existen y consumen energía. Esto es completamente insostenible.
Pero la mayor oportunidad de todas es la de la próxima generación de ingenieros que puede ayudarnos a afrontar este reto. Las empresas desempeñan un enorme papel a la hora de animar a la nueva generación de ingenieros a cuestionar la sostenibilidad de los productos y aplicaciones que creamos. Los futuros ingenieros deben entender la sostenibilidad y cómo tomar decisiones sostenibles, no sólo las que se basan en la innovación y los beneficios.
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Poner fin al despilfarro digital
Tenemos que dejar de almacenar cosas que no usamos o no necesitamos o encontrar una manera de obtener más valor de estos datos. La industria tecnológica lleva décadas poniendo parches a este problema, con discos más grandes, flash, desduplicación y otras tecnologías de eficiencia, pero esta no es la solución. Las empresas van a tener que empezar a asociar un valor a los datos.
Si preguntas a los usuarios, a menudo te dirán: "Sí, nosotros creamos los datos, pero los responsables de ellos son los de TI", y entonces preguntas a los de TI, que dicen: "Nosotros sólo somos los custodios, los usuarios son los dueños", y así sucesivamente. Alguien o algún grupo va a tener que asumir la responsabilidad de los datos a lo largo de su ciclo de vida.
La sostenibilidad se convertirá también en un criterio importante para decidir con qué empresas estamos dispuestos a hacer negocios. Ya lo estamos viendo en varios países, como por ejemplo en el Reino Unido, donde los usuarios cambian de proveedor de energía optando por aquellos con enfoques más sostenibles, y estos comportamientos suelen ser adoptados muy rápidamente por las organizaciones para las que trabajamos.
Además de sacar el máximo rendimiento a los datos, es fundamental avanzar con la migración a la nube. Las compañías deben ir en esta dirección, trasladando parte de las cargas de trabajo a los entornos cloud. Con esta simple acción, estarán reduciendo sus emisiones y dando pasos de gigante hacia una sostenibilidad real.
En definitiva, las personas, compañías, líderes empresariales y políticos, debemos dar un paso adelante para salvaguardar nuestro futuro, que deberá ser sostenible, eficiente en el ámbito energético, potenciando las energías renovables, igualitario y diverso. Aún estamos a tiempo de subirnos a esa ola.
*** César Cernuda es presidente mundial de NetApp.