Cómo sentirse Indiana Jones o Lara Croft descubriendo los tesoros arqueológicos de Castilla-La Mancha
La región alberga un amplio patrimonio repartido a lo largo y ancho de sus cinco provincias. Rincones en los que se ha conseguido detener el tiempo a pesar del paso de los años.
20 marzo, 2024 11:07El turismo arqueológico permite conocer la historia de un lugar de una forma única, a través de la exploración de sorprendentes entornos y rincones en los cuales se ha conseguido preservar el pasado a pesar del transcurrir del tiempo.
Castilla-La Mancha alberga un interesante y amplio patrimonio arqueológico repartido a lo largo y ancho de sus cinco provincias. Recorrer sus principales yacimientos no solo permite descubrir los orígenes prehistóricos, visigodos, romanos, musulmanes y medievales de los diferentes puntos del territorio, sino sentirse por un momento como Indiana Jones o Lara Croft protagonizando sus más intesas aventuras
Los siete parques arqueológicos visitables en Castilla-La Mancha son unos espacios físicos dentro de los cuales confluyen dos factores: la presencia de uno o varios bienes de interés cultural y unas condiciones medioambientales adecuadas para su contemplación, disfrute y comprensión. Aquí te proponemos un pequeño recorrido por todos ellos para que no dudes en organizar una visita presencial.
Recópolis (Guadalajara)
El Parque Arqueológico de Recópolis, en Zorita de los Canes (Guadalajara), está formado por dos yacimientos arqueológicos: la ciudad visigoda de Recópolis y la ciudad andalusí de Zorita, con su alcazaba.
Recópolis tiene la particularidad de ser un ejemplo excepcional de fundación de nueva planta en época visigoda que, además, se encuentra intacta y completa, destacando su palacio y su iglesia Palatina. En el 578 d.C. Leovigildo fundó esta ciudad imitando a los emperadores bizantinos y la bautizó con el nombre de su hijo y futuro rey, Recaredo.
En cuanto a Zorita, a apenas 1,5 kilómetros siguiendo la ribera del río Tajo, su origen se data en el siglo IX, bajo dominio musulmán, sobre la cantera de la vieja Recópolis. En ella destacan los restos de su medina y la alcazaba, que tras la Reconquista fue convertida en castillo por la Orden de Calatrava. La visita al parque es gratuita con reserva previa, aunque de manera temporal no puede visitarse el castillo.
El Cerro de las Cabezas (Ciudad Real)
El yacimiento del Cerro del Cabezas, situado en Valdepeñas (Ciudad Real), ha sido el último en incorporarse a la red de Parques Arqueológicos de Castilla-La Mancha. Ubicado junto a la autovía de Andalucía (A-4), representa uno de los mejores ejemplos de edificación de la cultura ibérica en la Edad de Hierro al no haber tenido ocupación posterior desde el siglo II a.C.
Este oppidum, como se conoce a las ciudades fortificadas de esta época, puede visitarse de manera gratuita junto al centro de interpretación donde también se organizan talleres y actividades. Destaca la monumentalidad de sus sistemas defensivos y la buena conservación que presentan, en general los restos, exhumados.
Las estructuras arquitectónicas excavadas (acrópolis, santuario, calles, viviendas, almacenes, hornos cerámicos, desagües, etc.) y los abundantes materiales arqueológicos asociados (cerámicas, metales, marfil, terracotas, etc.) han permitido conocer la vida diaria, las costumbres e incluso las creencias religiosas y gustos estéticos de una sociedad gentilicia perfectamente organizada, donde la agricultura, junto con la ganadería, la producción cerámica y el comercio, propiciaron un importante desarrollo de esta ciudad hace más de 2.200 años.
Libisosa (Albacete)
Las ruinas de Libisosa esconden de manera callada siglos de historia en un cerro junto a la población de Lezuza (Albacete). Este asentamiento humano arrancó en la Edad del Bronce con un oppidum que dio pie a la Libisosa romana, una importante colonia en la época del Imperio. Con la Reconquista, alojó un complejo defensivo religioso-militar hasta su abandono.
Esta colonia gozó de un emplazamiento privilegiado que presidía una encrucijada viaria fundamental en la Península Ibérica, y de un territorio que basaba su riqueza en el control de las rutas ganaderas, lo que la convirtió en un enclave de excepcional importancia en la Antigüedad, constituyendo en la actualidad el punto de referencia arqueológico, histórico y monumental. A lo largo del tiempo, algunos materiales hallados en el yacimiento han ayudado a perfilar la imagen de un notable conjunto romano.
La visita a este yacimiento cuesta 3 euros se complementa con el centro sociocultural Agripina, que funciona como centro de interpretación con una sala de exposiciones de la colección museográfica, sala de audiovisuales y salón de actos.
Segóbriga (Cuenca)
Los restos de la antigua ciudad romana de Segóbriga se extienden dentro del término municipal de Saelices (Cuenca). Su origen se dio como castro celtibérico hasta que con la conquista romana, Quinto Sertorio la convirtió en capital de esta zona de la meseta, allá por el 70 a.C.
Con el cambio de era, pasó de ciudad estipendiaria -pagaba tributo a Roma- a municipium, lo que provocó un gran auge económico como cruce de comunicaciones y centro minero de yeso. Fue en esa época cuando se acometieron la mayoría de sus construcciones monumentales. Entre ellas destaca el teatro, inaugurado en tiempos de Tito y Vespasiano, y el anfiteatro, justo enfrente. Como ciudad romana de la época, también gozaba de acueducto, necrópolis, murallas, basílica, termas y acrópolis, todas ellas visitables. La entrada general al parque es de 6 euros.
Carranque (Toledo)
En 1983, Samuel López se encontraba en la finca de Santa María de Abajo, en la localidad de Carranque (Toledo), cuando encontró una pequeña piedra negra con forma de dado. Su curiosidad le llevó a escarbar la tierra y encontrarse con un hallazgo que no podía creer: un espectacular mosaico. Casi sin querer había descubierto una floreciente villa romana que hoy en día está considerada con una de las colecciones de mosaicos más importantes de la Península Ibérica.
Este enclave surgió en un momento altoimperial como centro de explotación de los recursos agrícolas del entorno y, en época tardorromana, se configuraba ya como importante centro de poder de un territorio aún por definir y caracterizar.
Sobre una superficie aproximada de 600 metros cuadrados, la gran mayoría de sus mosaicos recrean temas mitológicos: personajes de la Iliada, representaciones de Neptuno y Animona, Diana y Acteón, Hilas y las Ninfas, Píramo y Tisbe, bustos de Minerva, Diana y Hércules, etc. Las visitas son gratuitas.
Alarcos (Ciudad Real)
Alarcos, en el término municipal de Ciudad Real y muy cerca de Poblete, también está formado por dos yacimientos: el propio de Alarcos y Calatrava la Vieja. En total, este lugar abarca siglos de historia y distintas civilizaciones que podrían abarcar desde el oppidum de la antigua ciudad oretana de Lacuris, citado por Ptolomeo, hasta el final de la Edad Media.
Tras la época de iberización y romana, de la que se han hallado restos cerámicos y una necrópolis, no se han encontrado noticias sobre un yacimiento que recobró importancia con la Reconquista, aunque de manera sangrienta. Después de caer en manos de musulmanes y cristianos de manera sucesiva tras varias disputas, Alfonso VIII encomendó su defensa a los Caballeros de Calatrava en 1178. Apenas dos décadas después, Almansur Yakub-ben-Yusef volvió a controlarla al alzarse vencedor de la batalla de Alarcos, en la que la fortaleza fue demolida entregada en llamas.
Con la batalla de Las Navas de Tolosa, Alarcos fue reconquistada de manera definitiva, aunque ya nunca volvió a recuperar su antiguo esplendor, más allá de la fundación del Santuario de Nuestra Señora de Alarcos. Este yacimiento puede visitarse de manera gratuita y guiada con reserva previa.
Tolmo de Minateda (Albacete)
El séptimo y último parque arqueológico de Castilla-La Mancha es el de Tolmo de Minateda, ubicado en Hellín (Albacete). Este yacimiento, asentado sobre un cerro o muela de 500 metros de altura, acoge un asentamiento cuyos orígenes se remontan a la Edad del Bronce.
Se tiene constancia de que fue un lugar importante en la época Ibero-Romana, convertido en municipio en la época de Augusto, y que resurgió en época visigoda con un proyecto ex novo con diversas acciones de urbanización y fortificación. El asentamiento continuó hasta su abandono definitivo en la época islámica.
Entre sus mayores atractivos se encuentra el asentamiento rupestre del Abrigo Grande de Minateda, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998 como parte de los conjuntos rupestres de Arte Levantino del Arco Mediterráneo. Se puede visitar de manera gratuita.
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