¿Somos Lazarillos o Quijotes?
Este país tiene que abrazar al Quijote como su héroe. Aunque el modelo de España es el del Lazarillo de Tormes.
Pedro Mari Sánchez lleva actuando desde que interpretara, con apenas 8 años, al niño Críspulo de La gran familia. El actor sostiene que “este país tiene que abrazar al Quijote como su modelo, como su héroe”. “Todos los países tienen un relato, un relato y un héroe que los representa —explica a Yaiza Santos (The Objective)—. El modelo de España es el del Lazarillo de Tormes. Ese es el relato, cuando podría ser el del Quijote, que tendría que ver con otra cosa, con el ideal del amor, el ideal de la justicia, el ideal del conocimiento. [...] Aquí hay mucho talento, mucho, siempre lo ha habido, en todo, pero desperdiciado como país”.
Tal vez se deba a que “la trascendencia ha estado siempre fuera de la vida cultural española”, como dice el politólogo y columnista Víctor Lapuente. Entrevistado por Álvaro Sánchez León (Aceprensa), el autor de Decálogo del buen ciudadano cree que ahora “estamos inmersos en un revival de la espiritualidad en el ámbito cultural occidental. Se ve, por ejemplo, leyendo a Jon Fosse. Esa búsqueda de la espiritualidad a través de las rendijas de la cultura y el arte viene a España con retraso, pero llegará. La cultura española vivirá un renacimiento espiritual, porque, en el fondo, es eso lo que llena los vacíos a lo largo de toda la historia de los seres humanos. Hay algo espiritual que nos une y nos trasciende”.
“La exposición te vacuna frente al dolor que provocan algunas críticas injustificadas”, Sonsoles Ónega
Precisamente, Pedro del Corral (El Periódico de España) pregunta a Víctor Manuel si la cultura puede ser “una buena herramienta para unir a esta España tan diversa”. “Ha sido el pegamento en muchísimas situaciones —responde el cantautor, que acaba de publicar su álbum en directo Sinfónico—. Nos agrupamos más fácil detrás de Paquito, el chocolatero que de la bandera. Es más importante el trabajo que ha hecho Paco de Lucía por el mundo que cualquier tío berreando y diciendo que todo es una mierda”.
A propósito de política, a Isaki Lacuesta, que estrena Segundo premio, le gusta apostar por la poesía, “porque –dice– creo que en lo poético está incluido lo político”. “¿Sabes que nos pasa como sociedad? —se pregunta ante Gregorio Belinchón (El País)— Que cuando haces poesía incluyes la política, pero cuando hablas de política no incluyes la poesía. Y si encima los artistas no charlamos de creación... Hace unos años decidí que en las entrevistas no hablaría más de política, que hablaría de política solo en el cine”.
La crítica siempre genera controversia. “Críticas despiadadas” ha tenido Sonsoles Ónega, según Daniel Terol (alicanteplaza). “La exposición te vacuna frente al dolor que provocan algunas de esas críticas injustificadas —replica la ganadora del Planeta—. Y digo injustificadas cuando responden a intereses difícilmente identificables. Gracias a Dios, solo cuento una. Todo lo demás es bienvenido porque aprendo de los comentarios que se me han hecho en los distintos formatos [...]. No se puede gustar a todo el mundo y eso es algo que yo comprendo perfectamente porque me dedico a ello. Si lo pretendiera, enloquecería”.
“Esta constante rivalidad que planteamos entre redes sociales y lectura me parece un error”, Irene Vallejo
A optimismo no hay quien gane a Irene Vallejo. “Esta constante rivalidad que planteamos entre las redes sociales y la lectura me parece un error —declara la escritora a Víctor A. Gómez (La Opinión de Málaga)—. ¿Que los jóvenes no leen? Hay muchos fenómenos que hablan de lo contrario: las colas en las ferias del libro, los booktubers, los bookstagramers... Hay razones para el optimismo. [...] Ahora probablemente es el momento de la historia en que más se lee, más libros se publican, más librerías y bibliotecas hacen su labor”.
P. S. Juan Manuel de Prada habla sobre Mil ojos esconde la noche, la novela que acaba de publicar. “La literatura es la escritura en libertad, y punto —sentencia ante Fátima Uribarri (XLSemanal)—. Por otra parte, yo cada vez me he resignado más a que hay que escribir también para quienes ya se murieron y para quienes no han nacido. Esta es una novela para la posteridad. Quien me quiera acompañar que me acompañe. Pero yo no voy a someterme a los paradigmas ideológicos de nuestra época, porque son castrantes y negadores de la creación artística, que la quieren enjaular, la quieren capar, y eso no lo voy a hacer yo, no lo voy a hacer”.