Versos inéditos de amor y presagios
Cargados de futuro y de nostalgia, de amores imposibles, de reencuentros y de inevitables ausencias, dieciséis poetas españoles de todas las generaciones nos regalan sus poemas para celebrar el Día Mundial de la Poesía
19 marzo, 2021 16:36Al final, pese a todo, nos queda la palabra. Cargados de futuro y de nostalgia, de amores imposibles, de reencuentros y de inevitables ausencias, dieciséis poetas españoles de todas las generaciones —Luis Alberto de Cuenca, Aurora Luque, Basilio Sánchez, Raquel Lanseros, Eloy Sánchez Rosillo, Lola Nieto, Luis García Montero, Rosa Berbel, Felipe Benítez Reyes, Rocío Acebal, Ben Clark, Lara Moreno, Javier Vela, Raquel Vázquez, Carlos Catena y Ángela Segovia— nos han regalado sus poemas inéditos en vísperas de la celebración, el domingo 21, del Día Mundial de la Poesía.
La mujer de las conchas
para Alicia
Buscaba conchas en la playa eterna
con su cansancio a cuestas, con su vida
desgastada por las desilusiones,
como todas las vidas. Y en su quête,
digna de Galahad, iba de blanco,
para ahuyentar la muerte, y transportaba
un corazón tan puro como el viento
que se lleva las nubes y devuelve
su azul al mar. Y recogía conchas
de todos los aspectos y tamaños,
rotas o intactas, daba igual: con ser
conchas bastaba. Su febril tarea
se la ofrecía a un dios no conocido
más que por ella, porque había algo
de ritual ascético en aquello
que exhalaba un aroma religioso.
El caso es que, de blanco, paseaba
por la playa buscando, siempre, conchas.
Agotada y feliz, veía en ellas
la alegría del mar, la risa tibia
del mar, que centellea en su oleaje
y nos aleja del dolor. Un mar
que no es abismo, sino paraíso
perdido en que se bañan las estrellas.
Y cuando la mujer volvía a casa,
con su vestido blanco y el regazo
lleno de conchas, todo el mar cabía
en el mágico estanque de sus ojos.
Luis Alberto de Cuenca
Días de 2021
Physis lo crea todo de sí misma.
Poiesis crea mundos de las manos de humanos.
Por eso es que me siento
bajo un almendro fieramente en flor
y aguardo a que las manos del buen eros
mensajeras
me acaricien la frente
y me dejen palabras naturales,
palabras incendiarias,
en lo oscuro del mundo de mi pecho.
Aurora Luque
El baile de los pájaros
En mi parte más sola crece un árbol
y yo escucho sus hojas.
Como ellas,
con un temblor idéntico,
respiran las palabras, y es su aliento
el que vuelve de pronto incandescente
lo que ya se ha extinguido.
El poema es el baile de los pájaros frente a la comitiva de la boda.
La poesía,
ese espacio mayor que el universo
del que hablaba John Berger,
esa suma infinita
de presencias y ausencias que habitamos,
con los ojos cerrados, los vivos y los muertos.
Me dedico a lo poco,
me digo cada día, pero a veces,
cuando los otros duermen,
cuando el silencio cobra su sentido en el centro de las cosas,
me descubro caminando en la noche
pensativo y magnífico como un pastor de Rilke.
Hoy he escrito una línea con la mano de Dios.
De todo lo posible,
el poeta ha elegido multiplicar los panes y los peces.
Basilio Sánchez
Amores imposibles
Hace cuarenta años, todas las horas les pertenecían.
Lo que veían cuando se miraban
era la raíz del mundo.
Siempre intuyeron
que no necesitaban nada más:
dos cuerpos desiguales frente a una misma incógnita
las manos enlazadas
compartiendo presente
sueños y agua.
Hoy se encuentran de nuevo. Al fondo de sus ojos
han vuelto a vislumbrar aquel tiempo sin prisa
cuando todo era suyo
cuando ambos eran todo.
Las despedidas nadie las decide.
Quienes saben, advierten: ley de vida.
La abuela octogenaria y el corpulento nieto
se abrazan en la tarde.
Te quiero, se susurran.
Hay amores sagrados que no terminan nunca,
aunque estén condenados a ser breves,
aunque pertenezcan a tiempos distintos.
Aunque sean imposibles.
Raquel Lanseros
Un presagio
HOY comienza el otoño.
Aquí, donde me encuentro, luce un día
que en nada o en muy poco se distingue
de los que pertenecen al verano.
Y para mí, no obstante, ya es invierno,
no otoño solamente.
Me da un vuelco en el alma
la ilusión de ir a más
que encendió el mes de marzo y que creció
sin tasa hasta ayer mismo.
El cambio de estación es un declive,
un aviso, un presagio.
La plenitud del año se resquebraja hoy.
Caen deprisa las tardes.
Regresaron las gentes a sus trabajos tristes.
Me he asomado al balcón:
se están yendo también las golondrinas
hacia un sur más al sur de este sur mío.
Eloy Sánchez Rosillo
Antigravitón
¿qué significa que haya muerto?
Negro cuadrado escalera .—
de una pared chorrean estatuas y helechos un rostro inmóvil
en gelatina gris se forma el ruido para ocuparlo desde las manos
tapones de luz
que la ceniza descienda por la escalera
la entrega es un camuflaje
en alta mar contagia de la madera a los dientes por trasvase
de crepitar
de crusma
es un golpe sonido de un golpe acción De
la cintura
pendía
en chocar cuerdas
con un plectro
y resonar los testículos del instrumento apelmazado
y blanco
escanciadora de tinta sobre aquello que subía para aliviar su sitio
Lola Nieto
Adán y eva
A Raúl Zurita
Nevaba sobre el campo
de refugiados. Blancas
estaban las laderas
heridas por las botas
del ejército turco.
Detrás de la alambrada
oían a los perros
ladrar en los camiones.
Entonces ocurrió.
Poniéndose de pie,
pasaron como sombras
muy cerca del anciano,
la huérfana y el viudo.
Al quitarse el abrigo,
oyeron el silencio
bajo los cielos rotos.
Al quitarse el jersey,
los zapatos mojados,
los pantalones sucios
y la ropa interior,
sintieron su destino
sobre la tierra abierta.
Ahí estaba la historia
resumida en dos cuerpos.
Sus desnudos cruzaban
los siglos, las fronteras
y todos los altares
hasta ocupar llorando
el origen del mundo.
Sobre la piel ardía
la luz de un reflector.
Luis García Montero
No mires ahora
La casa se ha llenado de fantasmas.
No todos pueden verlos.
Solo tú y yo que estamos
hablando con lenguajes imposibles.
Las emociones crean realidades.
Hay lugares que existen solo para nosotros,
porque han sido nombrados a propósito.
A quién damos las gracias por una casa llena
de reflejos dorados,
por la calma de algunas pesadillas,
por darnos otras llaves.
No dormiremos solos esta noche.
No viviremos solos.
Y la magia recorre el camino a la inversa.
¿A Dios, a la ternura,
a la imaginación?
¿Al misterio que irrumpe
en la normalidad
y la desgrana?
Rosa Berbel
Escrito en la arena
Qué extraña va la mar en su deriva
de inmovilidad palpitante.
El oleaje que busca sus orillas
en el confín desconocido,
en la playa remota en la que suenan
las caracolas por dentro de sí mismas,
o en un paraje helado,
o en el muelle con barcas con nombre de mujer.
Tú, el niño navegante de una mar infinita,
corsario de una arena con tesoros,
mírate llegar también a donde acaban
las olas de expirar con su grandeza
de dibujo en el aire y en el tiempo.
Mírate allá en el tiempo, que no es nada.
Mírate allá en el aire, en lo que eres.
La mar extraña en ti y en tu deriva.
Felipe Benítez Reyes
El diagnóstico
Imagino el momento del diagnóstico:
las batas blancas, la mirada extraña
del ginecólogo, su excusa para
buscar a un compañero que confirme
que eres una excepción.
Los días posteriores
repito la estadística en mi mente,
busco en el diccionario las palabras
“misericordia”, “abnegación” y “culpa”,
llamo a mi madre, lloro,
te imagino:
mis nanas no te calman,
mi leche no te calma,
mis besos no te calman
–¿de qué sirve una madre si no puede
ni calmar a su hijo?–,
tus gritos inconexos
no pueden perdonarme, asegurar
“incluso esta miseria merece ser vivida”;
discuto con papá, los dos lloramos,
lo digo muy bajito:
no quiero ser la madre del dolor.
Rocío Acebal
Passar el missatge
Pablo Aranda, in memoriam
Todavía conservo tus mensajes
en el móvil. A veces los releo
en momentos de espera,
momentos anodinos en Correos
o en la pescadería
del barrio donde siempre hay cola y todos
piden la vez diciendo hola,
¿el último?
Quiero decirle al mero que estás muerto,
gritarle al langostino: ¡ha fenecido!
Eso te haría gracia. Que un poema
elegíaco hablara de un crustáceo
decápodo que escucha tu sei morto,
mientras él mismo muere entre salmones
y señoras pidiendo perejil.
—¿Qué más?
Todavía conservo tus mensajes
en el móvil. Diálogo
de besugos, de imbéciles, de imbécil
que guarda todavía los wasaps de un amigo
como quien guarda fotos, libros, cartas.
Pero nadie teclea en el teléfono
pensando en la obra póstuma,
pensando esta carita sonriente
será un día un tesoro.
—¿Qué más?
En mi isla, los difuntos inventaron
una forma sencilla
para anunciar su muerte entre los vivos.
El missatge. Noticia de un deceso
que había que passar de vecino a vecino
sin entrar en las casas,
hasta llegar al mar.
Y, para no quedarse con la muerte,
el último debía contárselo a una piedra.
Una piedra es mejor que un langostino
como imagen poética,
pero el muerto está muerto, eso no cambia,
pero el mensaje quema en el teléfono
y en la pescadería digo Yo,
yo soy el ultimísimo habitante
de su recuerdo; solo, con un pie
junto al acantilado
dejo caer tu nombre entre la espuma,
dejo caer tu nombre entre los peces
salvajes que jamás podrán pescarse,
sonriendo, me digo tu nombre, tan pequeño,
y cae entre las olas a las rocas
y entrego así el mensaje.
Te digo adiós y aprieto, al fin, Borrar.
Ben Clark
Soledad tras la contienda
Lo despedimos al alba
Estaba rojo y callado
Pero alrededor la riada
Y el cielo que ya sonaba
Uno se llevó de prenda
Jirón de camisa blanca
y el collar de metal fino
Para lucírselo en casa
Éramos gente sin miedo
Del tronar de las campanas
Los animales sentían
Nuestro peso y nuestra daga
En lo negro de la cueva
Hicimos el sacrificio
Uno se quedó la piel
Otro el llanto y lo más vivo
Nos despedimos de él
Corazón ensangrentado
Éramos gentes de hielo
Derretidas al ocaso
Que nadie se diera cuenta
De lo que hicimos de noche
Aprehendimos en lo oscuro
A aquel gallo de pelea
De su pecho a nuestras manos
Un reguero de nostalgia
Solas quedaron las plumas
En nuestras bocas amargas
Lara Moreno
Cuando el monarca espera (Fragmento)
Suya es la raza de los distraídos, de los sin padre, apátridas, de los divagadores y errabundos.
Habla una lengua muerta, sin edad.
Busca en el centro axial de la sintaxis una semilla de gravedad que lo encarne y lo fije a la tierra.
Incluso a riesgo de quedar demodado,
preconiza el regreso a la palabra exenta de artificios,
la sencilla experiencia del hablar,
desnuda,
libre,
revolucionaria.
Palabras que se hundan en la raíz oscura del presente e irradien unas en otras, lenguaje en expansión.
Las palabras prohibidas, agazapadas en la trinchera de lo imposible.
Palabra-abeja que nos polinice y deponga en nosotros la cera amarga del canto.
Todas esas palabras que navegan como a contracorriente hacia su propia desaparición,
todas esas palabras que anidan bajo el mar,
todas esas palabras hundidas en pantanos y ríos de corto flujo,
¿adónde van al cabo?
Van al país del blanco sol inmóvil.
Al tiempo anterior al tiempo. Al lugar que precede al lugar.
De allí las toma, el poeta.
Cava en los yacimientos del futuro para encontrar su rastro —suyas eran.
En el caos anterior a la creación. Anterior al lenguaje, a la escritura.
Anterior a la luz del movimiento, acaso. Anterior
al olvido.
De allí las toma ahora y arma con ellas una fortaleza.
Solo él, el poeta, arpista de silencios, constructor de ruinas, zahorí de
pensamientos, morador de caminos, restañador de almas,
solo el poeta vendimiador de verdades, destilador de años y afinador de truenos sabe desentrañarlas.
Arrastrado por ellas, funda una resistencia sin banderas,
un credo sin profetas ni idolatrados mártires. Su causa es la palabra.
Dirá, más bien: su casa
es la palabra.
Javier Vela
Letargo
No has probado el café. La tarde es fría.
En la pantalla, al fondo,
una telenovela ahuyenta el aire.
Marcas un número como quien vuela
hacia un nido vacío.
Revuelves el café. La tarde es fría.
Alguna voz grotesca
pervierte la bandada de estorninos
que te recorren dentro.
Su baile es cada vez más caprichoso.
Dónde suena el cristal y quién lo rompe.
Apartas el café. La tarde es fría.
Por detrás de las alas tintinea la duda.
Nadie cruza la puerta. Al fin el timbre.
Y se quiebra el telón como lluvia de ramas.
Los trinos se hacen débiles,
hibernan a otra parte.
La noche es fría y el café muy largo.
Raquel Vázquez
Lengua indígena
Hallé por casualidad
y prometo que sin querer
la grieta por la que se cuela el viento
y se vacía de agua la bolsa:
anoche lo oí
en la habitación de al lado
hablar por teléfono con su familia.
Buscaba torpe
una torsión imposible de la lengua,
tartamudeaba con vergüenza
el final de palabras inacabadas,
sufrían sus labios
la imprecisión de un idioma
que no nombra a sus hablantes.
Lo trato desde entonces
con más ternura y paciencia.
Carlos Catena
La circunferencia
A mi hermano le foguea la nuca
También va llorando
Pregunta: ¿Estás muerto?
Respuesta: No, solo estoy dormido
Mentira, está buscando la circunferencia
Con el dedo señala:
Una bicicleta, la rueda
Una lámpara, el borde
Un tubo, la sección
Un grifo, la sección
Un ojo, la pupila
Un ojo, el iris
Mira alrededor
Un remolino
Dios
¿Dios es circunferencia?
Una mano se desliza y cae por la cortina
Pero no es ni suya ni es mía
Lo ha visto
Bello Hermano, date la vuelta
Ponte
En el barro
Sin embargo
No hay barro
Sino solo
Sequedal
Nos han dicho en sueños la solución
Y se nos ha olvidado
Lo comentamos sentados
En la puerta
BH y yo
Los dos no lo sabemos
Las palabras revolotean y se van
Quizás no quieren que lo sepamos, dice BH
O quizá estamos sordos o idiotas, digo yo
Dónde está vuestra bella familia, nos pregunta la calle
No lo sabemos, se fueron al campo y no han vuelto
Se han convertido en huesecillos, dice la calle
BH se ríe
Está graciosa hoy, susurra
¿Qué clase de huesecillos?, digo
Una montaña de huesecillos, dice la calle
Querrás decir un nido, digo yo
BH me da un codazo
La calle hace ondulaciones
Shh dice BH
Señala una cortina de hormigas, sus cabezas
Eso no, le digo
Entramos en la casa. Cerramos la puerta
La calle desaparece en la oscuridad
Tengo miedo
dice BH
Shh, digo yo
Ángela Segovia