Galdós, Obras completas, VIII
Benito Pérez Galdós
13 noviembre, 2003 01:00Retrato de Pérez-Galdós, de Joaquín Sorolla
El presente volumen, que continúa la publicación de las obras de Galdós iniciada hace unos años por la Biblioteca Castro, recoge las cuatro novelas de Torquemada: Torquemada en la hoguera (1889), Torquemada en la cruz (1893), Torquemada en el purgatorio (1894) y Torquemada y San Pedro (1895).Aunque habitualmente, como sucede en este caso, se agrupan todas ellas en una tetralogía, las fechas de publicación sugieren ya que la homogeneidad estricta se produce en las tres últimas novelas, y que la primera, que apareció varios años antes como novela corta unida a otros trabajos juveniles del autor -todos los cuales se añaden aquí por respeto a la edición príncipe, aunque en esta ocasión resulte un criterio discutible-, era un esbozo para el que, muy probablemente no había prevista continuación alguna. La idea de desarrollar con mayor amplitud el personaje debió de surgir más adelante, y dio origen a las tres novelas extensas de la serie. Pero la aparición del usurero Francisco Torquemada era anterior a Torquemada en la hoguera. Había asomado fugazmente en obras anteriores, como Fortunata y Jacinta y La de Bringas, como el propio narrador de Torquemada en la hoguera se encarga de señalar: "Me urge apuntar que Torquemada vivía en la misma casa de la calle de Tudescos donde le conocimos cuando fue a verle la de Bringas para pedirle no recuerdo qué favor, allá por el 68" (pág. 19). El favor era el aplazamiento de un préstamo, porque, desde sus primeras apariciones, Torquemada es un implacable usurero.
Como había hecho Balzac, y al igual que en otros casos a lo largo de su obra, Galdós recogió un tipo esbozado como de pasada en distintos relatos y le fue dando un desarrollo cada vez mayor, hasta convertirlo en personaje central de Torquemada en la hoguera y, posteriormente, de una trilogía que contiene uno de los retratos más ricos y variados que salieron de la pluma del escritor. Quienes han pretendido comparar a Torquemada con el Grandet de Balzac no han querido percatarse de que, salvo por el hecho de tratarse en ambos casos de dos prestamistas, el propósito y los resultados de las dos novelas son divergentes. La historia narrada por Galdós es la del ascenso social logrado mediante la alianza de la usura y la aristocracia. La carrera de Torquemada, que pasa de prestamista a rico diputado, no le proporcionará, sin embargo, la felicidad ansiada: el hijo que tiene con Fidela águila no llena el hueco del hijo muerto, el cuñado ciego se suicida, su cuñada primero y luego un clérigo ambicioso manejan la vida familiar... El itinerario de Torquemada y su construcción como tipo novelesco desde los arrabales de la sociedad hasta su cima, proceso que se refleja incluso en la sutil evolución de su lenguaje -algo que el escritor canario aprendió en Cervantes-, constituye un ejemplo de técnica narrativa. A su alrededor, como es habitual en Galdós, todo un variado conjunto de personajes perfectamente individualizados ayudan a plasmar un panorama entre irónico y acerado de la España de la Restauración con una profundidad y una riqueza de matices que ningún otro escritor coetáneo alcanzó. Es hora ya, tras los denuestos -tal vez casi obligados, pero demasiado repetidos luego- de algunos herederos noventayochistas, de subrayar la gigantesca aportación de Galdós a la novela española.
Y es casi innecesario destacar la oportunidad de esta edición cuidada por Domingo Ynduráin -que antepone al volumen una nota preliminar, acaso la última que redactó el malogrado filólogo-, puesto que las anteriores Obras completas de Galdós, además de no serlo, contenían lagunas y errores de bulto que ahora se salvan reproduciendo con pulcritud las primeras ediciones, revisadas y depuradas de erratas. Los lectores de Galdós, que deberían ser cada vez más numerosos, están de enhorabuena.