El viaje de Nietzsche a Sorrento. Una travesía crucial hacia el espíritu libre
Paolo D'iorio
14 octubre, 2016 02:00
Friedrich Nietzsche (1844-1900) viaja a Sorrento invitado por su amiga, la aristócrata Malwida von Meysenburg. Con la salud muy debilitada a causa de sus recurrentes migrañas, que pronto le obligarán a abandonar definitivamente la docencia universitaria, este primer gran viaje al Sur coincide con un punto de inflexión decisivo tanto en su vida personal como en su trayectoria filosófica. La cátedra de Filología clásica, que obtuvo tan joven, se le presenta ahora como una pesada losa que impide el despliegue de su verdadera vocación intelectual. Y la frustrante experiencia de Bayreuth le convence de su error al haber adoptado el papel de propagandista wagneriano.
Nuevas amistades como la del pensador positivista Paul Rée estimulan el cambio de rumbo de sus ideas. En Sorrento tendrá su último encuentro personal con Richard Wagner antes de la ruptura final. A su regreso, Nietzsche romperá también con esa "metafísica de artista" que en El nacimiento de la tragedia le había llevado a hacer del arte un consuelo ante el sinsentido de la existencia y con la publicación de Humano, demasiado humano en 1878 emprenderá su filosofía del espíritu libre. La importancia de este momento de crisis ya había sido señalada por algunas de las más reputadas biografías del filósofo, como las de Curt Paul Janz (Nietzsche, Alianza, 1994), R. J. Hollingdale (Nietzsche, el hombre y su filosofía, Tecnos, 2016) o Werner Ross (Nietzsche: el águila angustiada, Paidós, 1994).
Pero no se había indagado a fondo en los pormenores de este viaje suyo a Italia. Y, sobre todo, no se habían establecido conexiones tan sugerentes entre las experiencias vividas allí por Nietzsche y los nuevos derroteros de su pensamiento como las que en este texto sabe sacar a la luz, con esmerado rigor filológico, Paolo D'Iorio (Seravezza, 1963). No en vano D'Iorio es un destacado representante de la gran tradición italiana de estudios nietzscheanos, como prueba sobradamente su trayectoria en el CNRS parisino al frente del Instituto de textos y manuscritos modernos.
Y es que este interesante recorrido por los parajes mediterráneos visitados por Nietzsche, que se nutre en abundancia de los testimonios de los viajeros que le acompañaron, combina de forma espléndida el relato biográfico con la precisión histórica y la interpretación filosófica. No sólo nos deleitamos, por tanto, con multitud de anécdotas que se suceden durante las excursiones de Nietzsche: los "camellos" de Pisa (en realidad, dromedarios), el carnaval de Nápoles, las ruinas de Pompeya, la gruta del "matrimonio" (del culto a Mitra, más bien) en Capri, la imagen de las islas afortunadas del Zaratustra en Ischia o los lugares emblemáticos de Génova y Sorrento.
También descubrimos valiosas claves de lectura, en particular la que Paolo D'Iorio reconstruye de forma esplén- dida a partir de una escueta anotación hecha por el pensador en mayo de 1876, cuando el tañido de las campanas de una iglesia genovesa despertó en él tristes recuerdos asociados a la temprana muerte del padre. En esa nota, Nietzsche enlaza el famoso topos literario de la campana (Goethe, Schiller) con la desvalorización platónica de la existencia, algo en lo que, según D'Iorio, aún coincidiría El nacimiento de la tragedia.
Sin embargo, Nietzsche seguirá trabajando en esta idea y la reelaborará a su vuelta, hasta modificar por completo el aprecio de esas cosas humanas, demasiado humanas, aparentemente desprovistas de valor. Su viaje al Sur no conseguirá librarlo de sus padecimientos físicos, pero abrirá su espíritu a la experiencia de una salud superior, para trasladarla a una escritura filosófica fascinante. D'Iorio ha acertado a asomarse a un momento de especial pregnancia de este trayecto y lo narra con una viveza y frescura intelectual que hacen de este libro una de las mejores aproximaciones a la figura, el pensamiento y la obra del pensador del eterno retorno.
En otoño de 1876, Nuevas amistades como la del pensador positivista Paul Rée estimulan el cambio de rumbo de sus ideas. En Sorrento tendrá su último encuentro personal con Richard Wagner antes de la ruptura final. A su regreso, Nietzsche romperá también con esa "metafísica de artista" que en El nacimiento de la tragedia le había llevado a hacer del arte un consuelo ante el sinsentido de la existencia y con la publicación de Humano, demasiado humano en 1878 emprenderá su filosofía del espíritu libre. La importancia de este momento de crisis ya había sido señalada por algunas de las más reputadas biografías del filósofo, como las de Curt Paul Janz (Nietzsche, Alianza, 1994), R. J. Hollingdale (Nietzsche, el hombre y su filosofía, Tecnos, 2016) o Werner Ross (Nietzsche: el águila angustiada, Paidós, 1994).
Pero no se había indagado a fondo en los pormenores de este viaje suyo a Italia. Y, sobre todo, no se habían establecido conexiones tan sugerentes entre las experiencias vividas allí por Nietzsche y los nuevos derroteros de su pensamiento como las que en este texto sabe sacar a la luz, con esmerado rigor filológico, Paolo D'Iorio (Seravezza, 1963). No en vano D'Iorio es un destacado representante de la gran tradición italiana de estudios nietzscheanos, como prueba sobradamente su trayectoria en el CNRS parisino al frente del Instituto de textos y manuscritos modernos.
Y es que este interesante recorrido por los parajes mediterráneos visitados por Nietzsche, que se nutre en abundancia de los testimonios de los viajeros que le acompañaron, combina de forma espléndida el relato biográfico con la precisión histórica y la interpretación filosófica. No sólo nos deleitamos, por tanto, con multitud de anécdotas que se suceden durante las excursiones de Nietzsche: los "camellos" de Pisa (en realidad, dromedarios), el carnaval de Nápoles, las ruinas de Pompeya, la gruta del "matrimonio" (del culto a Mitra, más bien) en Capri, la imagen de las islas afortunadas del Zaratustra en Ischia o los lugares emblemáticos de Génova y Sorrento.
También descubrimos valiosas claves de lectura, en particular la que Paolo D'Iorio reconstruye de forma esplén- dida a partir de una escueta anotación hecha por el pensador en mayo de 1876, cuando el tañido de las campanas de una iglesia genovesa despertó en él tristes recuerdos asociados a la temprana muerte del padre. En esa nota, Nietzsche enlaza el famoso topos literario de la campana (Goethe, Schiller) con la desvalorización platónica de la existencia, algo en lo que, según D'Iorio, aún coincidiría El nacimiento de la tragedia.
Sin embargo, Nietzsche seguirá trabajando en esta idea y la reelaborará a su vuelta, hasta modificar por completo el aprecio de esas cosas humanas, demasiado humanas, aparentemente desprovistas de valor. Su viaje al Sur no conseguirá librarlo de sus padecimientos físicos, pero abrirá su espíritu a la experiencia de una salud superior, para trasladarla a una escritura filosófica fascinante. D'Iorio ha acertado a asomarse a un momento de especial pregnancia de este trayecto y lo narra con una viveza y frescura intelectual que hacen de este libro una de las mejores aproximaciones a la figura, el pensamiento y la obra del pensador del eterno retorno.