Hace un siglo, la figura de André Gide (París, 1869-1951), sus polémicas obras, su cristianismo y homosexualidad dividían el mundo cultural europeo. Ganador del Nobel en 1947, hoy parece haber caído sobre él una desmemoria atroz, quizá porque algunos de los temas que vertebraron su obra hace tiempo que dejaron de encender debates y lo que entonces movía al escándalo se ve superado cada día por un programa cualquiera de televisión. Quizá por eso, como "interesado homenaje" a André Gide para reivindicar su figura, "no solo como un clásico europeo, sino como un hombre que con singular captación de la modernidad" que supo "siempre cuestionarse todo lo que le impedía la realización de sí mismo",
Luis Antonio de Villena reivindica en este breve volumen su importancia presente y también futura, a través, sobre todo, de los testimonios de quienes le trataron.
Y no tuvo mala compañía: Oscar Wilde (del que se enamoró y que le hizo más sabio y más libre), Marcel Proust (del que se reproducen varias cartas que demuestran que jamás se en-
tendieron), Klaus Mann y Cernuda. entre otros, dejaron testimonio de un Gide "que dudaba, se contradecía, o conseguía llegar a una verdad".