Cortázar. Cartas (1937-54), (1955-64), (1965-68)
Julio Cortázar
19 octubre, 2012 02:00Fotografía de Cortázar junto a Juan Gª Hortelano y frente a Castellet, García Márquez, Barral y Vargas Llosa.
Si al lector le agobia tal cantidad de material, es aconsejable leerlas al azar, porque en cada una de ellas descubrirá el mundo que rodeó al autor de Rayuela. Cortázar no es dado a la confidencia, de modo que apenas si desvela alguna intimidad; aunque sepamos, por otras fuentes, de sus aventuras amorosas. La del 3, p. 661 es una de las excepciones: "Sabrás quizá que Aurora y yo hemos decidido separarnos./…/No te cuento más de esto porque ni vos ni yo pertenecemos al género confesional, y sería inútil y fatigoso hablar de un pasado que me duele y me deprime". Con esta carta del 17 de diciembre de 1968 se cierra una etapa. Si nunca resulta fácil escribir sobre una correspondencia, se entenderá que esta masa de materiales de tanto interés resulte casi impracticable. Cortázar escribe con pasión y delicadeza extrema estas piezas que dan cuenta de viajes, lecturas, amistades, peticiones de dinero, ideas sobre la novela, el cuento, el cine, ataques a los productores, consejos a amigos o a simples conocidos. Sabemos por él mismo su relación amistosa con Fuentes, pero su opinión sobre La región más transparente no deja de transmitirle observaciones críticas 2, pág. 166; la impresión que le causó la primera lectura de Cien años de soledad, su relación cordial con Vargas Llosa o con Cabrera Infante, incluso después de que éste se alejara (¡y cómo!) de la Revolución Cubana. Fascinantes son las que se cruza con Francisco Porrúa (merecerían volumen propio), con detalles como los que se refieren al proyecto de Carlos Barral y López Llausás (Sudamericana) para compartir algún libro de los autores más significativos. Es el momento preciso de la expansión de la nueva novela. También apasionante resulta la concreción del paso por la censura (entonces "consulta voluntaria") española de Rayuela, 3, pág. 477 que Barral quería publicar en España.
Todo ello queda lejos de su respetuosa carta a Borges, de 1947, aunque sin fecha,1, pág. 273. París convierte a Cortázar en otro escritor bien distinto de aquel que se alegra de la oferta de tres cátedras interinas de la universidad de Cuyo, 1, pág. 319. Podemos ir viendo crecer al escritor ante la publicación de Rayuela o sus traducciones y entender cómo tras sus cuentos, publicados ya en diversas lenguas, se afianza, no sin dudas, como novelista. Acompaña sus cartas de algunos dibujos que se reproducen. También el original manuscrito de su novela principal (hoy en la universidad de Austin, Texas) iba acompañada de esquemas y dibujos, algunos al margen de las páginas. A modo de autobiografía, que nunca escribió, cabe ir siguiendo las muchas peripecias: desde el viaje a Checoeslovaquia, junto a Fuentes y García Márquez, en 1968, en la primavera de Praga, hasta sus impresiones y actividades de mayo del 68 o sus frecuentes viajes a Cuba. Pero estas cartas "objetivas" no disminuyen el interés de cuantas opiniones vierte sobre lecturas, cine y arte.