Osama Bin Laden y Al Qaeda. El fin de una era
Juan Avilés
23 septiembre, 2011 02:00Osama Bin Laden
¿Era Bin Laden tan rico como muchos creían? ¿Le ayudó la CIA en la guerra contra la URSS? ¿Cómo nació Al Qaeda? ¿Es el Islam responsable de la violencia de Al Qaeda? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Se pudo evitar el 11-S? ¿Fue contraproducente la respuesta de Bush? ¿Intervino Al Qaeda en el 11-M? ¿La muerte de Bin Laden, en la madrugada del 2 de mayo, fue una acción de guerra o una ejecución? ¿Qué significa para el futuro de Al Qaeda?Responder con brevedad y claridad, aportando las principales pruebas existentes y los mejores argumentos a favor y en contra de cada respuesta de los principales especialistas en el terrorismo yihadista, no era tarea fácil y, sin embargo, Juan Avilés, catedrático de Historia Contemporánea en la UNED, lo ha conseguido. En diez capítulos -uno por cada pregunta-de unas 13 páginas por capítulo, Juan Avilés, autor de numerosos estudios sobre seguridad, terrorismo y relaciones internacionales, no se conforma con responder a las cuestiones planteadas.
Investiga otras muchas, igual o más importantes, como las raíces ideológicas e intelectuales de Bin Laden, su vida privada, la contribución real de Al Qaeda a la derrota soviética en Afganistán, su obsesión con la propaganda y su forma de comunicarse con amigos y enemigos, el asesinato todavía no aclarado de Azzam, cofundador de Al Qaeda, las razones que le llevaron a Sudán y a refugiarse finalmente en Afganistán y Pakistán, los atentados fallidos contra él antes del 2 de mayo, las causas del 11-S, los efectos positivos y negativos del terrorismo en Irak desde 2003 y las conexiones entre el Grupo Islámico Combatiente Marroquí y Al Qaeda.
Aunque importante, "la riqueza personal de Osama bin Laden no fue la clave de su influencia", concluye Avilés. Su influencia principal, añade, "no fue la aportación de capital propio, sino la canalización de donaciones ajenas", gracias, en buena medida, a la excelente red de contactos de su familia.
La guerra afgana de los 80 contra los soviéticos es decisiva, en opinión del autor, para "el gran proyecto de una yihad global", pero ni la ayuda americana a los yihadistas árabes en esa guerra fue tan importante como se ha dicho ni la contribución de Bin Laden y de sus voluntarios cambió el rumbo del conflicto.
"No hay más motivos para creer que los musulmanes se ven impulsados a la violencia por su religión que para creerlo acerca de los cristianos y de los judíos", señala el autor, pero, a partir de los textos del propio Bin Laden y de la influencia que ejercieron sobre él el islamista egipcio Sayid Qutb y el palestino Azzam, muestra el peligro que representa la interpretación rigorista islámica practicada por el salafismo yihadí, en la que se basó Al Qaeda.
La apuesta por la yihad global y por el terrorismo masivo del 11-S, 11-M, 7-J o Bali, atribuido por muchos "un impulso destructivo surgido del rechazo de la nueva civilización global", no se puede explicar sin la decisión estratégica de Bin Laden de "empujar a Washington a una intervención directa en el mundo árabe que provocara una reacción popular masiva, como había ocurrido en Afganistán frente a la invasión soviética, y condujera a la caída de los regímenes árabes que se habían apartado de la ley de Dios", a la derrota estadounidense y a un nuevo califato. Avilés no se arriesga con un sí o un no definitivos sobre la posibilidad de haber evitado el 11-S, pero señala algunos de los fallos principales de las agencias de inteligencia y seguridad estadounidenses antes de los atentados. Para entender las causas que llevaron a Al Qaeda a atacar con aviones las Torres Gemelas y el Pentágono, el autor recurre a las declaraciones de un líder de la organización, Sayf Adel, a un periodista jordano y, sobre todo, a un libro del sucesor de Bin Laden, Ayman al Zawahiri, escrito antes de los atentados.
Sin negar rotundamente otras interpretaciones, Avilés apuesta claramente, en la línea de F. Reinares, por la mano de Al Qaeda en el 11-M. "Aunque pueda resultar polémico en el tenso ambiente del debate político español, la conclusión de que el objetivo estratégico de los atentados (en Madrid) era precisamente el de provocar la retirada de las tropas españolas (de Irak) puede deducirse de los datos disponibles".