Cortinas de agua

¡Buenos días!

Han estado a punto de ganar estos poemas:

PilarAlejos
Se abrió el cielo bajo sus pies / y la lluvia elevó sus silencios / hasta el abismo de sus palabras de arena.

Sencillez inicial para un poema que da la vuelta a la percepción más previsible gracias al buen punto de giro del segundo verso, con esos “silencios” elevados por “la lluvia”, antes de un cierre de plástica belleza donde el lenguaje también nos dejará su rastro.

Marta
En el embarcadero de ataúdes dormidos / la brisa esculpe acordes en el horizonte. / Susurros solapados por el silencio de la noche.

Solamente el primer verso marca ya una intensidad lírica de imágenes potentes y significativas que se van sucediendo y superando, desde ese potente “embarcadero de ataúdes dormidos” hasta el espectacular segundo, antes del contrapeso del sereno final.

Prado
Vuelve a llover en el olvido // Y el tren no llega // A veces el renco traqueteo arrastra los huesos por sus aguas rotas.

Poema comunicativo en su tensión inicial, con ese verso de transición que introduce el elemento narrativo de forma contenida y exacta, antes de que el verso de cierre se apropie de toda el peso metafórico con esas sugerentes “aguas rotas”. Buen contraste.

Pero el ganador es

Perdita
Sobre el fragor de la hierba, / la pulpa abierta de mis sueños / engendrará ríos de trigo caliente, azules antorchas de pan.

Esos giros internos –“fragor de la hierba”-, unidos a la imaginación elevada sobre elementos hondamente sensoriales –“la pulpa abierta de mis sueños”- anticipan un estallido final, en un tercer verso más esperanzador que se llena de belleza a través de símbolos sencillos y reconocibles, pero también muy evocadores, con varios niveles.

Tema de la semana: “Cortinas de agua”. Las hemos sorteado, hemos atravesado esa fiereza que nos nubla el paisaje y reblandece el ritmo de los pasos, con las manos pequeñas orilladas por los parques salvajes. Escribamos sobre esas “cortinas de agua” reales o figuradas, invisibles o no, en 3 versos y no más de 140 caracteres. Escribamos sobre esas lluvias hondas que nunca nos sorprenden, que nos nacen del pecho y nos inundan en los trenes grises, que nos hacen fajarnos y avanzar hacia un blanco silencio.