Francisco Ibáñez: "Mortadelo y Filemón no son críticos políticos"
Francisco Ibáñez
Ofelia quiere ser presidenta del gobierno. El Súper también. Hasta el Profesor Bacterio ha montado su propio partido. Todos tienen nombres ridículos y todos cuentan con un único afiliado, el propio secretario general. "Si en la España de Mortadelo y Filemón hay como 30 millones de personas que pueden votar, hay 30 millones de partidos", dice Francisco Ibáñez. Es tiempo de elecciones y hasta los agentes de la T.I.A. van a presentarse. Piensan hacerlo, cómo no, con su propio partido, el Partido Mortadelista Filemonero Español, cuyo lema reza: "Por un país boyante, próspero y echao p'alante". "¡Claro! ¿Cómo no iban a presentarse Mortadelo y Filemón a las elecciones? ¡Si no se habla de otra cosa! En las radios, en las televisiones, en los periódicos, en todas partes, los tertulianos no hacen más que hablar de las elecciones, así que si no hubiera hecho un álbum de Mortadelo y Filemón sobre las elecciones la gente se hubiera preguntado: ¿y a este qué le pasa? ¿Que está en Nairobi y no se entera?". Paco se defiende. No es lo que él quiere, es lo que el público espera. Y no le falta razón. La tirada de ¡Elecciones! (Ediciones B) es la más grande que jamás ha hecho de un Mortadelo: 100.000 ejemplares de partida, todos ya en librerías. No es ambición, dice su editor, Ernest Folch, es que de El tesorero, el título inmediatamente anterior a éste, se han vendido ya 130.000 ejemplares.¿Qué pasa con los agentes de la T.I.A., se han vuelto críticos, de repente? "No, no. No hay crítica social. Mortadelo y Filemón no son críticos políticos. El tema es una excusa para que se desarrollen las mil y una chorradas y carreras a las que el público está acostumbrado. Si elegimos temas de actualidad es para que no parezcan apolillados", dice. Y hay algo más. Quiere Ibáñez que el lector se acueste con una sonrisa. "Estamos hartos de oír hablar de estos temas, estamos cabreados y no queremos saber más, pero entonces hay un álbum de Mortadelo que habla de ello y nos metemos en la cama a leerlo y nos dormimos con una sonrisa. Eso es lo que yo siempre he perseguido", confiesa. Noble propósito el suyo, en el que se emplea a fondo, a diario, "sí, sigo al ritmo de 16 horas diarias, pero ahora ya la mano que sujeta el lápiz no es una palomita, es un viejo tren de mercancías de la época de Franco", desde hace 60 años. "¡Qué barbaridad!, debe pensar el lector, si Mortadelo lleva 60 años publicándose, ¿cuántos años tendrá su autor?", se pregunta, entre risas. Ríe mucho, Ibáñez, pero también se muestra nostálgico, a ratos, por los personajes que ha perdido por el camino. La Familia Trapisonda. Pepe Gotera y Otilio. El Botones Sacarino. Rompetechos. Sobre todo, le apena no haber podido dibujar más a Rompetechos. "Es el personaje que más se parece a mí. Con su calvorota y sus gafas. ¡Idéntico!", dice, y añade un entrañable: "A mí, como a Rompetechos, hay que llevarme de la mano, que si no me pierdo".
Ibáñez está harto de Mortadelo y está harto de Filemón. "¡Estoy hasta aquí de estos muchachos!", espeta, y se señala la calva. "¡Y hasta aquí de los forofos!". "No hacen más que decir: Tú no te mueras nunca, tú trabaja, trabaja. Oh, he vivido momentos terribles. Pero, claro, también momentos maravillosos. Y me preguntan: ¿Y los premios, Paco? Y yo les digo que el único certificado que tengo en casa es el de la vacuna de la viruela. ¡Pero los premios para mí son otra cosa! Los premios son ese niño que lleva una semana ensayando el discurso que piensa soltarme mientras le dedico un álbum y que luego llega allí y no se atreve a abrir la boca, ¡eso es un premio! ¡Y de esos tengo miles! ¡Miles, todos los años!", dice. Y hay algo de desenfrenado optimismo pero también una durísima crítica al establishment en sus palabras, aquel que le considera, aún, poco más que un dibujante de tebeos. Pero, ¿qué hay de la parte de la Historia de España, con mayúsculas, que contienen los Mortadelos? ¿No está representados los últimos 60 años del país en sus 179 álbumes? "Pues la verdad es que sí, que podríamos dejar todos esos 'libracos' de Historia y podría hacerse otra especie de Historia de España con los Mortadelos e incluso otra gramática española, porque ya me han preguntado más de una vez si es la gente habla como Mortadelo o es Mortadelo el que habla como la gente".
Con su camisa de diminutos cuadros, su chaqueta de las que apenas abrigan y sus eternas gafas de montura metálica, Ibáñez, el siempre humilde dibujante obrero, porque como un obrero dibuja, día tras día, prefiere no hablar de política, aunque evidentemente su último álbum está lleno de políticos. "Pero los políticos que salen son meras comparsas, los protagonistas son siempre Mortadelo y Filemón, los demás son comparsas, y de entre todas las comparsas prefiero las que llevan mucho tiempo conmigo, como Ofelia o el Profesor Bacterio". ¿Así que no va a mojarse? Ha caricaturizado a Pablo Iglesias, Albert Rivera, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y hasta Rita Barberá (que funda un partido llamado 'La Caloreta'), pero dice que no es que se lo haya pasado especialmente bien haciéndolo, que son gajes del oficio, que con quien de verdad se lo pasa bien es con los de siempre. "Los políticos a veces me joroban un poco, ¡yo matándome para hacer chistes y al final los que hacen reír de verdad son ellos! Pero bueno no me meto ni con la izquierda ni con la derecha ni con el centro, me meto con todos y todos tan contentos", sentencia.
Recuerda la época en la que no se podía dibujar a un político. "Claro, ¡hubo una época que de políticos nada! Pero luego ya fueron apareciendo. Recuerdo al 'molt honorable' Jordi Pujol, en una viñeta con el Rey, en la que uno ocupaba un cuarto de la viñeta y el otro se salía por arriba", dice, y ríe. En cualquier caso, dice, cuando ha salido alguno, siempre lo ha hecho "muy de fondo". "Con todo esto de la actualidad empezamos con Olimpiadas y Mundiales, ¡cómo odiaba los Mundiales! No me gusta el fútbol y en un álbum de un Mundial sólo puede haber fútbol y es muy aburrido, y luego están los tacos, tengo que dibujar todos esos tacos en los zapatos...", dice. ¿Y no piensa dejarlo nunca? ¿Va a ser dibujando siempre? "Siempre he dicho que el día que me siente ante una hoja en blanco y pasen 24 horas, pasen 48 horas y no se me ocurra nada, reuniré todas mis cosas encima, encenderé una cerilla y le prenderé fuego a todo y se habrá acabado. Pero es que antes de acabar un álbum, ya tengo la idea del siguiente. De momento ha sido así, pero puede ser que la cosa cambie", contesta. Eso sí, le gustaría pensar que Mortadelo y Filemón no morirán nunca. "Me haría feliz pensar que cuando yo no estuviera, alguien siguiera dibujándolos. El personaje no tiene por qué desaparecer con el autor", dice. La única pega, añade, es que el guión ya no será suyo, y su humor se habrá perdido. Será otro.