Bohumil Hrabal, el 'plus ultra' de la literatura checa
Una exposición en Casa del Lector y la publicación de una biografía rinden homenaje al escritor en el centenario de su nacimiento
2 abril, 2014 02:00Cuando murió Bohumil Hrabal (Brno, 1914 - Praga, 1997), dijeron que se había caído de la sexta planta del hospital en el que estaba ingresado mientras intentaba dar de comer a las palomas. Pero lo cierto es que el escritor checo, que llevaba años enfermo, se arrojó por la ventana. “El suicidio fue un tema recurrente en su filosofía y acabó cometiéndolo”, asegura su traductora al español, Monika Zgustova, otorgándole al novelista la categoría de filósofo porque “en sus libros había tanta literatura como filosofía”.
Zgustova, que conoció al escritor en 1987 cuando preparaba las primeras traducciones de su obra al castellano y al catalán, también es la autora de Los frutos amargos del jardín de las delicias, la primera y más publicada biografía de Hrabal, que Galaxia Gutenberg edita ahora en España. Y también es la comisaria de una exposición homónima sobre la vida y obra de Hrabal que acoge la Casa del Lector, en Matadero Madrid, con motivo del centenario del nacimiento del autor.
La muestra, que cuenta con la coproducción del Centro Checo de Madrid y la colaboración del Museo Nacional de la Literatura de la República Checa y de la oficina de turismo de Praga, recoge originales de las obras de Hrabal, primeras ediciones dedicadas de sus libros, fotografías inéditas del autor en Praga y en sus visitas a España y de los lugares que habitó, y una colección de 30 carteles publicitarios de las películas que adaptaron sus obras al cine. La mayoría de ellas las dirigió Jirí Menzel y tres de las más famosas serán proyectadas como complemento a la exposición: Yo serví al rey de Inglaterra, Alondras en el alambre y Trenes rigurosamente vigilados, que, como recuerda el director de Casa del Lector, César Antonio Molina, “fue una película muy importante para los estudiantes españoles en los últimos años del franquismo”.
El cineasta checo, que según Molina probablemente vendrá a Madrid para participar en el ciclo, habla así de su admirado Hrabal: “Describió muchos horrores y bestialidades de la vida sin asomo de depresión o desesperación; al contrario, nos enseñó a prepararnos para aguantar sus durezas sin perder el sentido del humor. Su amor por la vida fue sobrio: no la separaba de la muerte; y su amor por la gente estaba desprovisto de cualquier sentimentalismo: amaba a las personas tales como eran, con sus fallos y sus vicios”.
Otro grandísimo exponente de la literatura checa, Milan Kundera, definió a su compatriota Hrabal como “la encarnación de la Praga mágica, una unión del humor terrenal y la imaginación barroca”. Ambos son los escritores checos más leídos en España, asegura Joan Tarrida, director editorial de Galaxia Gutenberg, que ha recuperado en los últimos años la obra de Hrabal, con títulos como Yo serví al rey de Inglaterra, que narra con un brillante sentido del humor tiznado de melancolía las peripecias de un aprendiz de camarero en la Praga de 1930 que aspira a convertirse en millonario; Una soledad demasiado ruidosa, protagonizada por un operario de una trituradora de papel; y La pequeña ciudad donde se detuvo el tiempo, inspirada en Nymburk, la ciudad de su infancia a orillas del Elba. Allí su padre adoptivo fue encargado de una fábrica de cerveza y su tío Pepin uno de los trabajadores, al que convirtió en protagonista de la novela. Y hoy mismo, la editorial suma a la lista un título más: Tierno bárbaro, que se traduce por primera vez al castellano y que tiene como protagonista a su amigo el pintor y poeta Vladimír Boudník. Hrabal escribió el libro en 1973, cuando su literatura estaba prohibida por el régimen soviético y la nostalgia de otros tiempos mejores invadía al autor en su humilde casa de campo en Kersko.
Autor de culto en España
Para Zgustova, la mayor cualidad estilística y estética de Hrabal es que su afán siempre fue crear cosas nuevas: “Quiso ir más allá de Kafka, más allá de Joyce, más allá de Proust... y más allá de sí mismo. Por eso siempre que lo leemos nos parece tan novedoso. Cada libro suyo es distinto a los demás. Hrabal es un collage de humor, de tragedia y de vitalidad”.
Tarrida asegura que Hrabal es el autor más vendido en la caseta de su editorial en la Feria del Libro de Madrid desde 2011, fecha en que empezaron a reeditar sus libros. Sus lectores españoles son auténticos devotos. Uno llamó por teléfono pidiendo 50 ejemplares de un libro suyo para regalarlos a los invitados de su fiesta de cumpleaños.
Esta exposición quiere contribuir a esa tarea apostólica y llevar su obra a un público más amplio. “Bohumil Hrabal es uno de los grandísimos escritores del siglo XX, pero su obra no tiene la trascendencia que debería”, asegura César Antonio Molina. Además de literaria, su reivindicación es también política: “Hrabal representa un mundo que para el resto de Europa estuvo perdido en el espacio y en el tiempo. Los checos lucharon por Europa tanto o más que el resto, porque sufrieron el nazismo y luego el estalinismo, así que tienen más mérito que nosotros en la lucha por la democracia”.
Encarnación del siglo XX
En efecto, la vida y la obra de Hrabal está impregnada de los grandes acontecimientos del siglo XX europeo: la época de entreguerras, la Segunda Guerra Mundial, el comunismo soviético, la Primavera de Praga, la caída del comunismo y la transición democrática. Por eso dice Zgustova que fue un hijo de su época “en el mejor sentido”.
Con la llegada del comunismo a Checoslovaquia a finales de los cuarenta, Hrabal quiso “contagiarse del espíritu de la época”, así que se hizo obrero en el sector de la metalurgia, explica Zgustova. Sin embargo, sus obras eran “demasiado modernas” para el régimen soviético y fueron prohibidas hasta los sesenta. Entonces sus obras salieron del cajón a borbotones y asombraron al público. “Se hacían tiradas enormes de 150.000 ejemplares con segundas y terceras ediciones”, asegura la traductora.
Pero en 1968 llegó la Primavera de Praga y, tras ella, la invasión soviética. Sus obras fueron prohibidas de nuevo. Entonces, ediciones clandestinas mecanografiadas -lo que se conoce en checo como samizdat-, empezaron a circular entre varios cientos de seguidores que, jugándose el pellejo, las leían en una noche y se las pasaban al día siguiente a otro lector.
La caída definitiva del comunismo en 1989 con la Revolución de Terciopelo supuso el inicio de la última etapa vital y creativa de Hrabal, que en la exposición se recoge bajo el epígrafe “Euforia y cansancio”. Euforia por un nuevo horizonte político; cansancio anímico porque entre 1987 y 1988 habían muerto su esposa, su hermano y su mejor amigo. Cada vez se sentía más solo y menos apegado a este mundo.
Molina conoció a Hrabal personalmente en uno de los viajes que el autor hizo a España entre 1993 y 1995, pocos años antes de morir. El anfitrión del checo fue Andreu Teixidor, su primer editor en nuestro país. Molina era a la sazón director del suplemento Culturas de Diario 16, donde había publicado varias críticas de su obra. “Refutó todo lo que dije de él porque pensaba que lo decía para halagarle”, recuerda.
Cuando Zgustova quiso conocer a Hrabal en 1987 con el pretexto de que le resolviera algunas dudas sobre su obra, sintió un poco de miedo. “Yo era una joven traductora y Hrabal no era una persona fácil. Tuvimos una buena relación, pero él tenía un carácter con altibajos. Unas veces te trataba bien, y otras a palos”, recuerda ahora con cariño.
Tras cuatro años de conversaciones como materia prima para redactar la biografía del escritor, Zgustova y Hrabal llegaron a ser buenos amigos. Doce horas antes de que el autor pusiera fin a su vida, la traductora lo visitó en el hospital: “Me cogió la mano y estuvo cinco minutos en silencio. Luego me regaló un álbum con fotografías suyas. Entonces no lo entendí bien, pero más tarde supe que era el regalo que hacía a sus más allegados”.