Image: Fernando Morán

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Letras

Fernando Morán: "Acabo de leer Harry Potter, y me parece excelente"

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9 enero, 2003 01:00

Fernando Morán, por Gusi Bejer

Pregunta: ¿En qué se diferencia Palimpsesto del Bloc de notas que publicó en el 95? Respuesta: Ambos se cuestionan procesos culturales, pero en Palimpsesto se proyectan sobre una trayectoria biográfica, aunque no sean unas memorias. P: ¿Aún conserva esperanzas? ¿Cuál, por ejemplo? R: Que haya una mayor racionalidad en el mundo y que, tras esta estación de incertidumbre internacional, se establezca el impe-rio de la razón y el derecho. Que acabe la falta de equilibrios en Occidente, y se corrijan las desviaciones del derecho internacional. P: ¿Y nostalgias? R: Hombre, siento nostalgia pero no la cultivo porque es una especie de narcisismo. P: Entonces, ¿la nostalgia es un error incluso para un político socialista? R: Claro y siempre. Es un error que hay que combatir porque es una forma de cultivar el propio ego. P: Hablando de egos, ¿se jubiló o lo jubilaron? R: Bueno, me jubilé yo, pero no hubo un día que marcara el fin de nada. Necesitaba tiempo para reflexionar, para releer algunos libros y descubrir otros, pero sigo en activo, opinando, escribiendo. P: ¿Y vale la pena? R: Sin duda. Todos los días pueden traer algo nuevo, porque lo mejor está por vivir. Pensar de otra manera es vivir bajo el signo de la decadencia. P: Volviendo al libro, ¿por qué no ajusta cuentas con nadie? R: No vale la pena. No identifico a nadie porque ajustar cuentas es una forma de vanagloria, de vanidad personal. P: ¿Qué etapa recuerda con más optimismo? R: Como todos, la infancia, y también la época de la restauración democrática, en la que me empeñé durante tantos años... Quizá el 15 de julio del 77, cuando se votó por primera vez. P: ¿Y con más tristeza? R: No sé, la venida de Eisenhower a España, que supuso la consagración internacional de Franco. P: ¿Recuerda el primer libro que leyó? R: Mire usted, en Palimpsesto hablo de mi abuelo. Con él pasé una temporada en la aldea y allí tenía pocos libros, un Quijote, un manual de apicultura y una colección de Tolstoi. Así que, aunque parezca pedantería, leí con 12 ó 13 años Guerra y paz, Ana Karenina... También Verne, Salgari. Antes, a los cinco años, recuerdo que mi hermana nos leía a Verne. P: ¿Y la primera novela que publicó? R: También se muere el mar, en 1958, y la publiqué en Buenos Aires porque la presenté al Nadal y la censura se quiso cargar un capítulo entero sin motivo. Tras una larga espera, la publicó Losada, aunque Sudamericana estaba interesada. Era una novela generacional que luego Plaza & Janés reeditó varias veces en España. P: ¿Siente la tentación de volver a la novela ahora que tiene tiempo libre? R: Sí. Mire, tengo varios proyectos en cartera: estoy con un ensayo sobre Azaña, tengo entre manos una narración que no quiero destripar y unos relatos. P: ¿Y qué lee más, novela o ensayo? R: Las dos cosas. El ensayo aborda temas que me permiten rellenar vacíos intelectuales, y la novela, cuando es valiosa, aúna con éxito la perspectiva individual con el mundo social, y aspira a la totalidad. P: Por ejemplo, ¿qué está leyendo ahora? R: Ahora mismo estaba repasando un capítulo de Billock sobre los intelectuales. Pero, y esto le divertirá, hace una semana leí en una edición inglesa la primera parte de Harry Potter, no sólo para hablar con mis nietos. P: ¿Y qué tal? R: Me gustó. En algunos pasajes recuerda a Alicia en el país de las maravillas, y hay una ironía finísima. Es excelente. P: ¿Política y literatura han resultado buenas compañeras de camino? R: No estoy seguro. Aunque no creo en la antinomia política-escritura, pienso que la literatura ayuda al político, pero la política no ayuda al escritor, porque la dinámica del día a día es contraria a la necesaria perspectiva distanciada del escritor. P: ¿El mercado es el gran enemigo? R: El mercado no regulado, que nos somete a una tiranía invisible. No se trata del consumo sino de la creencia en que todo se va a solucionar mecánicamente sin acción política, como denuncia Stiglitz. P: Dicen que ya no hay ideologías... R: Esa fue una lectura conservadora y neoliberal. No existen como lecturas globales que lo expliquen todo, pero sigue habiendo ideologías y hay que explicarlas a los ciudadanos, que se sienten desorientados. P: ¿Qué cambiaría de su Carta a un joven sobre la Europa que viene de escribirla hoy? R: Le plantearía las incertidumbres a corto plazo de la ampliación y le rogaría que no se dejase llevar por las mitologías sobre la esencia de Europa que descalifican otras culturas, como se hace con Turquía. P: Para terminar, ¿recuerda algún chiste de Morán? R: No, no soy masoquista. Además eran muy malos. Y otros decían que tenían alguna filia cultural, por ejemplo, que eran los que en Estados Unidos se cuentan de los polacos.