La historiadora Dominica Contreras revela la auténtica edad del Acueducto de Segovia: "El estilo no miente"
La investigadora afirma que el monumento se construyó antes de lo que se creía, durante el imperio de Vespasiano (siglo I), que "se volcó" con Hispania.
27 febrero, 2024 01:52Desde su ventana contempla y admira cada día esa imponente maravilla con dos milenios de historia que los poetas han nombrado de las maneras más insospechadas: "ceniza en vilo", "peine de ejércitos", "yedra del viento", "gigante en zancos"... El Acueducto de Segovia ha sido la gran vocación de Dominica Contreras López de Ayala (Madrid, 1940), marquesa de Lozoya, historiadora e investigadora de uno de los monumentos romanos más impresionantes del mundo.
En su reciente libro Misterio del acueducto de Segovia. Vicisitudes y datación (editorial Almuzara), Dominica expone los resultados de toda una vida dedicada a desvelar sus enigmas. El más importante de ellos es el de su datación. La teoría más extendida la fija en tiempos de Trajano, pero la autora se basa en distintas pruebas para determinar que en realidad fue construido durante el mandato del emperador Vespasiano —que gobernó entre los años 69 y 79 d. C.—, es decir, antes de lo que se creía.
En poco más de cien páginas, Dominica Contreras expone su tesis basándose en excavaciones realizadas, en la lectura de las marcas dejadas por la desaparecida cartela del acueducto —que fueron interpretadas por el experto Geza Alföldy en 1992—, en la interpretación de otras inscripciones que existían en otros puntos de la ciudad, y en el análisis del estilo arquitectónico del monumento. Incluso se atreve a conjeturar quiénes fueron sus arquitectos, Severo y Celler.
Además, pondera la importancia de Segovia en el Imperio romano —mayor de lo que suele creerse— y esboza la biografía de Vespasiano, un líder que el historiador Suetonio retrató como alguien honrado, compasivo, humilde y trabajador, y a quien la autora dedica su libro.
Basándose en antiguas inscripciones, Contreras afirma que el acueducto se mandó construir siendo Larcio Licinio el gobernador de la provincia Tarraconense (a la que pertenecía Segovia) y concreta el inicio de las obras entre los años 69 y 70 d. C., ya que fue ese el tiempo que transcurrió entre que Larcio Licinio accedió al cargo y la fecha de su muerte, atragantado accidentalmente con un hueso de aceituna.
Algo que podría confirmar definitivamente la tesis de la autora es la columna conmemorativa de las obras, que se encuentra enterrada al inicio del acueducto, en unos terrenos hoy regentados por los Padres Claretianos, pero estos no han dado permiso para excavar, algo que Contreras considera incomprensible.
Pregunta. ¿Qué grado de aceptación tiene entre los estudiosos del Acueducto de Segovia su teoría de que éste se empezó a construir en tiempos de Vespasiano?
Respuesta. Entre los grandes especialistas, toda. Por lo menos, los que yo conozco, que son varios: Geza Alföldy, el gran epigrafista, que vino a Segovia a leer la cartela del Acueducto, por lo que le pude transmitir mi hipótesis y la respaldó en su libro sobre la interpretación de la cartela; José María Álvarez, que fue director del Museo Romano de Mérida; el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Alicante y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, José Manuel Abascal Palazón, que ha tenido la amabilidad de prologar el libro; el catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, el segoviano Joaquín Barrio Martín… Mi hipótesis tiene más dificultades entre las autoridades académicas locales.
[A la caza y captura de todos los hombres que mataron a Julio César]
P. Usted se basa en varias pruebas para datar el monumento. ¿Cuál es la más sólida?
R. Son varias pruebas, todas consistentes, que se apoyan y se complementan entre sí. Para mí, la más sólida es el estilo marcadísimo de la etapa del imperio de Vespasiano, porque el estilo no miente. Tanto las excavaciones como la epigrafía como el estilo concuerdan.
P. ¿Qué otro monumentos romanos construidos en tiempos de Vespasiano (u otros emperadores de la dinastía Flavia) son lo suficientemente parecidos técnica o estilísticamente al Acueducto de Segovia como para inclinarse a pensar que éste es obra suya?
R. No es el estilo de todos los Flavios, porque el de su hijo segundo, Domiciano, cambia en varios aspectos. El Anfiteatro de Pula, en Croacia, el Acueducto de Cesarea Marítima, en Israel, las partes antiguas del Anfiteatro de Verona que se han conservado, la parte antigua del Coliseo de Roma… son hermanos gemelos de nuestro Acueducto, hasta el punto de que parecen hechos por un mismo equipo. El puente de Aquae Flaviae en Chaves (Portugal), de los últimos años de Vespasiano, tiene aún todo el aire de familia. Y hay otros, como los puentes de Salamanca y de Mérida, que se consideraban de Augusto y que ahora se empieza a sospechar que también son de Vespasiano.
P. Según la reconstrucción del texto de la cartela realizada por Geza Alföldy en 1992, el emperador Trajano mandó restaurar el Acueducto. ¿Cómo es posible reconstruir el texto simplemente a partir de unos agujeros en la piedra que ni siquiera coinciden con los vértices de las letras?
R. Primeramente, hay que ser el doctor Alföldy, después hay que conocer como él la administración romana en Hispania, y finalmente hay que sobreponer cada letra del abecedario latino sobre cada grupo de huecos hasta que alguna les cubra totalmente. La primera tarea es conseguir un plano exacto de su disposición, lo que no fue fácil dada la altura a la que se encuentra la cartela. ¡Fue toda una aventura espacial! Con este sistema el doctor Alföldy, catedrático de Heidelberg —y con todos los premios imaginables— logró leer epígrafes por todo el mundo romano.
"Es un misterio para mí que un organismo dedicado a impartir cultura se niegue a colaborar con la historia de su ciudad"
P. ¿Cree que la datación sería mucho más fácil si los Padres Claretianos permitieran excavar en sus terrenos para desenterrar la columna conmemorativa de las obras? ¿Por qué se niegan?
R. Creo sinceramente que ahí podría estar la confirmación de todo lo que hemos expuesto. Dada mi mentalidad de enseñante, es un misterio para mí que un organismo dedicado a impartir cultura se niegue a colaborar con la historia de su ciudad. Pero también resulta chocante por parte de las autoridades culturales locales y regionales.
P. ¿Hasta qué punto la inscripción recreada de segunda mano por el cronista de Felipe II, Ambrosio de Morales, que adjudica la construcción del Acueducto a Larcio Licinio, ha dificultado la correcta datación del Acueducto?
R. La ha dificultado totalmente porque, al parecer, ninguno de sus críticos era consciente de que, tanto en el siglo XVI como en el XVIII hay varios casos de epígrafes “mejorados” en el latín más clásico, al estilo de Virgilio, Horacio o Cicerón, lo cual no es posible al labrar un texto en piedra o bronce, donde tiene que ir en pocas palabras y con contracciones.
P. Si damos por bueno que el Acueducto se inició siendo Larcio Licinio gobernador de la provincia Tarraconense, ¿no es curioso cómo algo tan insignificante como un hueso de aceituna y algo tan azaroso como atragantarse con ella puede ser tan determinante para la datación de uno de los monumentos romanos más importantes de España?
R. De España y del mundo. Lo del hueso de aceituna es anecdótico. Lo incontestable es que —gracias a la muerte del propretor romano— podemos datar el inicio de las obras del Acueducto. La inscripción que hubo junto a la Puerta de San Juan (en Segovia) publicada por Isidoro de Bosarte en 1804, dice que lo mandó construir Licinio Larcio, primer gobernador que manda Vespasiano a la Tarraconense en el año primero de su imperio, el 69 d. C., y que murió un año después.
"Segovia fue uno de los municipios romanos más antiguos de Hispania, y de alguna manera mimada por Roma"
P. ¿Era Segovia entonces una ciudad más importante de lo que se cree?
R. Era bastante más importante de lo que se cree, y eso se va viendo poco a poco, a través de las excavaciones; pero —sobre todo— Segovia tuvo una curiosa y antigua relación con Roma, según nos cuenta el falso Frontino: Segovia, que mantuvo desde muy temprana fecha pactos con Roma, se ve sitiada por el ejército de Viriato y, fiel a la fides ibérica hasta la muerte, prefiere sacrificar a sus rehenes antes que rendir la ciudad. Segovia fue uno de los municipios romanos más antiguos de Hispania, como demuestra el bronce hallado en la antigua calle de Melitón Martín, hoy Herrería, y de alguna manera mimada por Roma.
P. ¿Está convencida de que Severus y Celler pudieron ser los arquitectos del Acueducto?
R. Me parece muy posible, por sus circunstancias, pero desde luego no pondría la mano en el fuego y va a ser difícil comprobarlo. No digo que no lo intente en el futuro.
P. ¿Cómo es posible que, siendo tan importante la arquitectura en tiempos de Roma, los arquitectos fueran "poco más que libertos", "sin categoría social", y no pudieran firmar sus obras hasta la época de Trajano?
R. No es la única injusticia que nos encontramos a lo largo de la Historia. Las hay mucho más sangrantes, incluso en nuestros tiempos. Afortunadamente, nuestro compatriota Trajano fue consciente de que había que poner remedio al asunto, quizá bajo la emoción de contemplar el fantástico puente sobre el Tajo, el Puente de Alcántara, obra de su arquitecto Cayo Julio Lacer.
[Alejandro Magno vence a Aquiles en la batalla del relato]
P. “Ceniza en vilo”, “peine de ejércitos” y muchos más… ¿Cuál es la metáfora con la que los poetas se han referido al Acueducto que más le gusta?
R. El que me repito cada vez que lo veo es uno muy poco convencional: “¡Qué bestia!”.
P. ¿Hasta qué punto era importante disponer de agua de calidad en la antigua Roma, que se esforzaron tanto por construir acueductos por todo el imperio?
R. El agua de calidad era uno de los principales distintivos del mundo civilizado frente a los bárbaros, permitía la urbanización de la ciudad, fórmula de gobierno romano, y sus baños, fuentes, templos y foros. Por el agua eran capaces de hacer los enormes esfuerzos que vemos, e ir a buscar la más pura a fuentes muy alejadas.
P. Parece increíble que hasta hace apenas tres décadas el tráfico rodado pasara por debajo del Acueducto. ¿Cuándo empezó a tomarse conciencia de la importancia de preservar el Acueducto?
R. Siempre, a lo largo de todos estos casi veinte siglos, se ha tenido la impresión de que el Acueducto era de una fortaleza indestructible, cantada en coplas. Por los años 70, después de diez años de intenso tráfico, a través y paralelo a los arcos, empezaron a percibirse con mucha preocupación síntomas de envejecimiento. Se decidió su restauración y el alcalde Ramón Escobar, ya en los 90, prohibió el tráfico bajo los arcos. Recientemente se separó del Acueducto el tráfico paralelo, aunque según el Consejo de Europa, no lo suficiente.
"Los arquitectos e ingenieros restauradores detectaron fallas preocupantes en el Acueducto, o sea, que ya no es el gigante indestructible que creíamos"
P. ¿Cree que el Acueducto aguantará 2.000 años más?
R. Los arquitectos e ingenieros restauradores detectaron fallas preocupantes en el Acueducto, o sea, que ya no es el gigante indestructible que creíamos. Todo depende del exquisito cuidado que todo anciano merece.
P. Hay recomendaciones para alejar aún más el tráfico del Acueducto. ¿Cree usted que el monumento corre peligro por las vibraciones del suelo y la polución?
R. Como pudimos ver, el tráfico intenso que empezó a producirse a partir de los años 60, junto con los humos de asadores y calefacciones, lo ha castigado. Por precaución hay que separar el tráfico hasta unos 30 metros, por lo menos, y mantener muy bajos los niveles de contaminación en la zona. Es lo que exige el Consejo de Europa y sus técnicos.
P. Al final del libro expone la biografía de Vespasiano, basándose en Suetonio. Parece que fue un buen gobernante, con sentido del humor y bastante humilde. ¿Qué le diría o le preguntaría si pudiese tomarse un café con él hoy?
R. Sería un sueño. Suetonio, historiador romano del tiempo de Adriano, o sea cincuenta años posterior a Vespasiano, con noticias muy cercanas, en su Vida de los Césares asegura que fue el mejor de los emperadores. Creo lo mismo. Me ilusiona de este libro su pequeña aportación a la recuperación de la figura de Vespasiano, olvidada y oscurecida a causa de su desinterés por la notoriedad, y por el mal gobierno de su hijo segundo, Domiciano, quien sufrió la damnatio memoriae. En Italia se le ha recuperado con enorme entusiasmo a raíz del bimilenario de su nacimiento, en el año 2009. Desearía ayudar a popularizar a un gran emperador que llenó de magníficas obras públicas todo el mundo romano, útiles para los ciudadanos y prestigio para el Imperio. Se volcó especialmente con Hispania y concedió la ciudadanía romana a buena parte de los hispanos. Si pudiese tomarme un café con él, hoy, le daría las gracias.
P. Su padre, Juan de Contreras y López de Ayala, anterior marqués de Lozoya, fue un gran defensor del patrimonio histórico y una figura muy destacada de la cultura española. ¿Heredó de él su afán investigador y su pasión por la historia del Acueducto? ¿Hablaban de estos temas cuando usted era niña o joven?
R. Sin duda los genes operan, y también el ambiente. En casa prácticamente no se hablaba más que de la protección y restauración de los monumentos y la conservación de las ciudades históricas y sus paisajes. El criterio de mi padre era muy exquisito y muy adelantado a su tiempo. A él se debe una gran parte de la conservación y restauración de nuestro patrimonio. Su protección del paisaje entorno a Segovia, Salamanca y Santiago se adelantó varias décadas a lo que luego legislaría el Consejo de Europa. Pero nunca entró en la datación del Acueducto, que no era su especialidad. Se especulaba mucho, pero la realidad es que no se sabía nada de nada.
P. ¿Qué opina en general del cuidado del patrimonio histórico español por parte de las administraciones públicas?
R. Naturalmente yo inclinaría la balanza de los presupuestos hacia el cuidado de nuestro increíble patrimonio, pero hay que atender a todo.
P. Tengo entendido que desde su casa se ve el acueducto. ¿Lo contempla todos los días?
R. Desde mis ventanas veo toda la parte más importante del Acueducto, casi de frente. Me asomo continuamente a ver esa vista y siempre es un shock. Me siento hispanorromana, de raza y de cultura. Civis romanus sum.