De su "melancolía" a su pasión por la escritura: María Josefa Amalia de Sajonia, la reina poeta de una España convulsa
- La primera biografía de la tercera esposa de Fernando VII, explora la vida de esta figura singular que sufrió las turbulencias de los años 20 del siglo XIX.
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¿Es María Josefa Amalia de Sajonia un fracaso de la historiografía? María José Rubio (Madrid, 1965) plantea la cuestión en la introducción del estudio biográfico que, publicado por la Fundación Banco Santander, ha dedicado a la que era, en 1829, “la reina sabia de Europa”, en palabras de su confesor, Pedro Ramírez de la Piscina. Y es que “cuesta creer que una reina de España de época contemporánea, y vida esencialmente pública, pueda ser una gran desconocida”.
Interesa precisar la singularidad del personaje: una princesa sajona que llegó a reina de España como tercera esposa de Fernando VII y que fue política, poeta (su corpus literario permanece dos siglos después inédito en su mayor parte), benefactora y mística.
Su vida se proyecta en la brecha entre “el orden de principios morales y religiosos del Antiguo Régimen y el absolutismo monárquico” y la órbita “de liberalismo y nuevos principios, derechos y deberes constitucionales”. Buscó el anonimato y el refugio en la sombra: discreta y cristiana, no aspiraba a recompensas terrenales sino trascendentes. El desinterés y el tópico han contribuido a que su figura sea poco y mal conocida. La obra de Rubio repara esta carencia.
La historiadora divide su investigación en tres apartados, el primero de los cuales abarca el periodo 1803-1819. La protagonista entra en escena tras el fallecimiento de María Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII. En un contexto de inestabilidad social y política, la Corona española tenía a un rey de 34 años doblemente viudo y sin descendencia.
Y, a pesar de su apodo, El Deseado, no muy dotado de carisma y virtudes morales. Tras la selección de las dos primeras cónyuges figuraban las pretensiones de acercamiento a Nápoles y a Portugal, pero en el caso de María Josefa Amalia, hija de Maximiliano de Sajonia y que fue recomendada por una comisión secreta que recorrió las cortes europeas, los aspectos decisivos fueron sus maneras finas, discreción y cualidades físicas.
Nacida en Dresde en 1803 y huérfana de madre desde los tres meses, era “una perfecta representante de la bella y refinada Sajonia”, cuya corte se sintió fascinada por Napoleón. Era culta y políglota y aficionada a la escritura. Los festejos de la boda se inician el 21 de agosto de 1819. Siete días después, la ceremonia nupcial por poderes. Su viaje en carruaje a Madrid duró 51 días. La ceremonia de entrega como reina de España se produce en Irún el 3 de octubre.
No todas sus primeras experiencias en el país fueron agradables: en Vitoria sufre su primera corrida de toros. El 19 de octubre se encuentra con su esposo en El Pardo. La noche de bodas es el capítulo “más denigrante” de su biografía: la historia (a cuya difusión contribuyó Mérimée) “de un supuesto fiasco y una humillante reacción de la novia”, que no habría soportado la visión del miembro viril de El Deseado, “será recogida como un hecho acecido realmente por la mayor parte de la historiografía”.
Rubio anota que “la supuesta infelicidad y traumática relación de los reyes” que transmiten algunos autores “no se corresponde con los hechos reales”. Al contrario, “la reina se aferra a su marido con amor sincero”, a pesar de que su apariencia física “deja mucho que desear”, y “se sabe amada por él”. Y hace todo lo posible por integrarse en la familia y la corte, en un país hirviente de conspiraciones e intrigas y en una desagradable atmósfera de desconfianza y vigilancia. Sus principales refugios, la lectura y el arte. Pero “nunca será ajena a los asuntos públicos”.
La segunda sección se centra en la etapa del Trienio Liberal (1820-1823), en la que se revela como “reina escritora y política en medio de la revolución”. Experimenta el miedo y la soledad en los tumultos del pronunciamiento liberal y se convierte en la primera reina constitucional de España. Se siente amada por el pueblo y se centra en la educación y la beneficencia.
La frustración maternal le agobió. se incrementó entonces su fervor religioso y se entregó a la poesía. también escribió una novela
Se familiariza con la historia del país, escribe poesía, persuade a su marido de que se oponga a las medidas anticlericales aprobadas por las Cortes. A su cultura política y a su formación les cuesta asimilar una realidad tan inestable, en la que la monarquía se ve amenazada. Empieza a escribir en español pero omite la firma. Y no se queda embarazada.
Su producción literaria es abundante durante el Trienio, al que pertenece la mayor parte de sus poesías políticas, en las que expresa su pensamiento absolutista. Algunos documentos en el Archivo General de Palacio, aunque anónimos, desvelan su autoría: tienen “un directo y explícito contenido político, en forma de ensayo y contestación a periódicos e incluso a la Constitución”. Los sucesos del 7 de julio de 1822 afectan a su salud. Es diagnosticada de “melancolía nerviosa”.
Sin mejoría y sin preñez, la situación es preocupante. Mientras, Fernando VII pide ayuda internacional y llegan los Cien Mil Hijos de San Luis para restablecer el absolutismo. Comienza la Década Ominosa, de la que la reina vivirá seis años de mayor protagonismo. Defensora de los voluntarios realistas, les dedica su primera obra literaria publicada.
La frustración maternal la agobia. Se incrementa su fervor religioso y se entrega a la poesía y la labor benefactora. Escribe una novela. En los primeros meses de 1829 su salud empeora y muere el 17 de mayo, a los 25 años. María Cristina de Nápoles será su sucesora.