La violación de Daniele Abbado
En La violación de Lucrecia de Britten el personaje femenino sufre una violación a manos de Tarquinius. Suceso acaecido en el año 509 a.C. Tito Livio, Diodoro de Sicilia, Ovidio, Plutarco, Dante, Chaucer o Shakespeare trataron este hecho mítico, plasmado en la tragedia de André Obey, que fue la que empleó Ronald Duncan para el libreto de esta ópera de cámara.
El Festival de Glyndebourne la estrenó en 1946. Britten, en época de carencias, siguiendo las tesis del teatro antinaturalista, con un distanciamiento brechtiano, utilizando un coro narrador constituido sólo por una soprano y un tenor, y con 13 instrumentistas, dotó a la narración de un tejido musical de gran intensidad, a la que contribuyen habilidosas armonías, el empleo de motivos conductores y el lirismo de algunos instantes.
La estructura, en cierto sentido neoclásica, y el ecléctico lenguaje musical son de lacerante expresividad. Incluso parece especialmente interesante ese toque ambiguo que se deriva del tratamiento dado a la escena de la violación. Kathleen Ferrier, Nancy Evans y, posteriormente, Janet Baker, han sido las más relevantes Lucrecias. En el Real, los próximos días 13, 15 y 17 de noviembre, veremos en el trágico cometido a la finlandesa Monica Groop. Una excelente cantante, que estará acompañada por Toby Spence y Violet Noorduyn. Matthew Rose, Andrew Schroeder, David Rubiera, Gabriella Sborgi y Ruth Rosique son las demás bien escogidas voces, que estarán a las órdenes de Paul Goodwin. La producción es del imaginativo Daniele Abbado.