Alejandro Amenábar: "En 'La fortuna' me preguntaba: ¿cómo lo habría hecho Spielberg?"
El director se lanza al mundo de las series con 'La fortuna', una mezcla de 'thriller' de aventuras y drama judicial en la que aborda con mucha libertad la historia de cómo el ministerio de Cultura recuperó el tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes de manos de los piratas de la empresa Odyssey
30 septiembre, 2021 09:13Alejandro Amenábar (Santiago de Chile, 1972) da el salto al mundo de la teleficción con La fortuna, adaptación del cómic de Paco Roca y Guillermo Corrales El tesoro del Cisne Negro, que abordaba la historia de cómo el ministerio de Cultura español recuperó el tesoro de la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes, hundida por los ingleses en 1804 frente al golfo de Cádiz y expoliada por la empresa cazatesoros Odyssey en 2007. Con mucha libertad respecto a la historia real y mezclando thriller de aventuras y drama judicial, La fortuna se presenta como una trepidante serie escapista que cuenta en su reparto con actores españoles como Álvaro Mel -en su primer papel protagonista-, Ana Polvorosa o Karra Elejalde y con actores norteamericanos como Stanley Tucci y Clarke Peters. Hablamos con Amenábar sobre sus referencias para esta serie (a la que, por la costumbre, no puede evitar referirse como 'película' en más de una ocasión a lo largo de la conversación), de cómo fue un rodaje marcado por las medidas sanitarias, de las diferencias entre las culturas de España y EE.UU y de su apuesta por el entendimiento entre las personas con ideas contrapuestas. La fortuna estrena este jueves sus dos primeros capítulos en Movistar +.
Pregunta. ¿La adaptación de este cómic fue su propia iniciativa?
Respuesta. Sí, fue iniciativa mía. Me lo compré poco después de su publicación y enseguida me interesó adaptarla, y se lo dije a mi productor. Coincidió que Movistar ya estaba involucrado en el proyecto y como habíamos colaborado en mi anterior película, Mientras dure la guerra, todo fue muy orgánico.
P. ¿Qué le atraía de la historia?
R. El concepto de aventura que despliega. El cómic, básicamente, me entretuvo mucho. Y después de una película de conciencia y en conciencia como Mientras dure la guerra, me apetecía hacer algo más lúdico para que la gente pasara un buen rato.
P. Es de sobra conocida su predilección por directores como Spielberg o Hitchcock, pero en alguna ocasión también ha mostrado su admiración por un thriller político como Todos los hombres del presidente y un drama judicial como Matar a un ruiseñor. Todas estas referencias resuenan con fuerza en La fortuna, ¿no cree?
R. Sí, algunas de manera más consciente que otras. Está claro que hay mucho de thriller político en la serie, en este sentido JFK es una película que me impresionó mucho en su momento, y Spielberg está muy presente, también la sombra de James Cameron… En definitiva, todo el cine que me gustó cuando era niño y adolescente. Y es verdad que en el capítulo cuarto, que está dedicado a la vista judicial, quería hacer un homenaje a las grandes películas de dramas judiciales que me han gustado.
P. A la hora de desarrollar el guión junto a Alejandro Hernández, ¿a qué aspectos del cómic querían ser muy fieles?
R. La serie es, en general, bastante fiel al cómic. Y no solo al espíritu sino también a la letra en muchas ocasiones. Espero, como le dije a Paco Roca y a Guillermo Corral, que todo lo bueno del cómic esté en la serie. Nuestra idea ha sido tratar de potenciar, y a veces transformar debido al formato, la exploración de los personajes y tratar de sacar jugo a las situaciones. En definitiva, potencia la fuerza del cómic.
P. Quizá lo más notable respecto a las diferencia entre la serie y el cómic es que aquí el marco temporal es más difuso y que en la historia de amor de Alex y Lucia se reflejan de nuevo esas dos Españas que eran uno de los aspectos en los que ya indagaba en Mientras dure la guerra, ¿no?
R. Sí, por un lado, es verdad que no hemos aportado fechas, lo hemos hecho más atemporal para separarnos también de una asociación directa a unos determinados hechos reales. Queríamos que la historia pudiera fluir libremente y que no tuviera que rendir cuentas a la realidad, a pesar de que se hagan asociaciones y a que el cómic sí que está inspirado directamente en hechos reales. Pero también por una cuestión de presupuesto. Llevarte una historia al pasado, aunque solo sean unos pocos años, supone un incremento en cuanto a dinero para ambientación que no sé si el espectador iba a apreciar y yo soy muy partidario en gastar el dinero en una producción en aquello que sea absolutamente imprescindible y que se vaya a ver en pantalla. Por otro lado, en cuanto a la relación de los dos personajes protagonistas, es verdad que esa visión de España desde la convivencia ya la manifesté en mi anterior película. Al final somos vecinos y se trata de que podamos hablar tranquilamente entre nosotros aunque no compartamos las mismas ideas, en vez de estar tirándonos piedras o lanzándonos insultos por la calle, como lamentablemente vemos más y más en nuestra sociedad. Y en ese sentido me apetecía que los dos personajes se enamoraran aunque tuvieran un pique y no compartieran las mismas ideas políticas. Esto es algo que vemos en la vida diaria con gente que conocemos, incluso sucede en el mundo de la política. ¿Por qué no podía pasarles a los protagonistas?
P. ¿Considera que esta es la primera historia de amor que rueda?
R. Es verdad que el lado romántico no está muy presente en mis películas, aunque ya había algo en Abre los ojos. Para mí era un aliciente la posibilidad de explorar una historia de amor en La fortuna. En definitiva, la serie es una especie de cajón de sastre donde cabía todo y donde también había espacio para el amor.
P. La apuesta visual es muy sólida, y creo que conecta muy bien con la línea clara de algunos cómics de Paco Roca y también de, por ejemplo, Tintín. ¿Sobre qué ideas se construyó?
R. Cuando te basas en un cómic tienes ya algunos planteamientos visuales interesantes y, como he dicho, no quería renunciar a nada bueno que hubiera en la obra de Paco Roca para eliminarlo sin más. Luego, es verdad que uno de mis referentes de siempre es Steven Spielberg y este era un proyecto ideal para hacer una especie de ejercicio mental en el que si tenía alguna duda sobre puesta en escena me decía a mi mismo: ¿cómo lo habría hecho o resuelto él? Al final, la serie, más que en el mundo del cómic, bucea en las películas que a mí me gustaron en la década de los 80 y de los 90. Igual suena a perogrullada, pero buscaba algo muy cinematográfico en cuanto a puesta en escena. Por otro lado, y teniendo en cuenta que la serie se puede ver en cualquier tipo de pantalla, incluso en la de un móvil, llegamos a plantearnos si no sería conveniente variar un poco mi estilo habitual y acercar más la cámara y hacer más primeros planos, pero al final llegué a la conclusión de que tenía que ser consecuente conmigo mismo y planificar como a mí me gusta. La planificación, porque es mi manera de rodar, es muy precisa en cuanto a la coreografía de los actores y la cámara. Eso sí, queríamos contrastar los dos mundos que retrata la serie, y por eso recurrí a la cámara en mano para el escenario español, que es algo que yo no he hecho habitualmente y esto me ha obligado muchas veces a replantearme el modo de entrar en algunas secuencias.
P. Hay una reivindicación del trabajo de los funcionarios españoles respecto a la labor del poder político, tienen incluso un grito de guerra. Y eso con la mala fama que tienen…
R. Burocracia es un término que tiene un componente peyorativo, pero esta historia trata de mostrar que a veces las cosas se hacen bien. No olvidemos que está inspirada por la historia real del funcionario Guillermo Corral, que ahora es alto diplomático. Es una reivindicación de ese trabajo anónimo que a veces logra grandes éxitos a pesar de todas las cortapisas, del caos y de la falta de medios.
P. La figura del ministro de Cultura interpretado por Karra Elejalde te reconcilia con la política, aunque sea una ficción. ¿Cree que existen estos Quijotes en el mundo real?
R. Por supuesto que lo puedo pensar, aunque ya sabemos que la ficción es más bonita que la realidad. Karra construye un ministro muy particular, muy campechano, con mucho humor, con el que es fácil conectar.
P. ¿Le interesaba poner en imágenes el choque cultural entre España y EE.UU.?
R. Sí porque, aunque estaba ya apuntado en el cómic, es una experiencia que yo también he vivido. Empecé muy joven en esto y de repente di el salto al charco y me vi con la gran responsabilidad de dirigir una película y experimenté lo que son las campañas de promoción de Hollywood. Esa especie de relación de David y Goliath de un español en terreno americano, que se siente un poco alienado… Por eso me sentía identificado con la historia de Alejandro. Además, quería incidir en el contraste entre esos dos mundos en temas como, por ejemplo, el control de armas. Y quería remarcarlo no solo en el estilo sino también en la energía, y mostrar cómo es una reunión ministerial en España y una reunión allí. Quería que un espectador español pudiera entender cómo es la cultura americana y que un espectador americano se acercara a la cultura española. En este sentido, tengo curiosidad por ver cómo será la serie recibida en otros países.
P. ¿Tiene ya algún feedback al respecto?
R. Nuestro mayor feedback viene de nuestros socios de AMC, un canal con mucho prestigio en EE.UU., que ha hecho grandes series como Breaking Bad o The Walking Dead. Ellos eran nuestros cicerones y los que han supervisado y dado el visto bueno a los guiones y de momento están muy contentos con la serie. Pero no tengo ni idea de cómo va a reaccionar el público ni en España y ni en otros países.
P. La serie cuenta con dos actores estadounidenses como Stanley Tucci y Clark Peters. ¿Entendieron bien la historia desde el principio?
R. Sí, la idea de trabajar con ellos llegó de nuestra directora de cásting inglesa, con la que llevo trabajando muchos años, y fue en ese sentido una elección perfecta. Cada uno eligió su personaje. Stanley Tucci tiro hacia Frank Wild y Clarke Peters hacia Jonas Pierce. A Stanley le enviamos los guiones y respondió enseguida. Entendió esa humanidad del personaje que se va desdibujando a medida que revela ante su hija su verdadera naturaleza y le pareció interesante que no era un villano al uso. Puedes justificar su actitud y entenderlo hasta que te vas dando cuenta de que lo que prima es el egoísmo. Y en el caso de Clarke Peters, lo que le atrajo de su personaje es que representaba América como él cree que debería ser. Y, de hecho, modifiqué su discurso final en el juicio para que se asemejara más a su propia idea sobre América.
P. ¿Ha sido muy diferente trabajar para la televisión que para el cine?
R. No, ha sido un salto cuantitativo pero en absoluto cualitativo. El rodaje ha sido el más largo de mi carrera. Hasta la fecha mi récord era Ágora con 15 semanas, pero aquí me encontré rodando desde julio del año pasado hasta abril, con dos parones. Pero a nivel de dinámica de rodaje, de puesta en escena, de trabajo con los actores o de tiempos de iluminación, ha sido como rodar una película. Eso sí, era un rompecabezas algo más grande, pero en realidad ha sido exactamente igual que rodar dos películas a la vez.
P. ¿La secuencia naval era el mayor reto?
R. Era el mayor reto técnico, sí. La dejamos para el final y, por tanto, ya habíamos pasado la travesía por el desierto de rodar una historia que transcurre en dos países diferentes, con actores de fuera, con las restricciones Covid. Y lo hicimos sin un solo día de retraso. Por eso, durante las 10 jornadas que quedaban para la batalla naval yo estaba inusualmente tranquilo, tan tranquilo como la balsa en la que rodamos. Tuvimos mucha suerte con la climatología y pudimos terminar. El reto y el estrés, como decía, vino mucho antes, cuando decidimos lanzarnos a la aventura en julio del 2020 sin saber bien qué iba a pasar con el Covid.