Personaje popular gracias a sus libros sobre Federico García Lorca y la meticulosa reconstrucción de su asesinato, experto también en Buñuel y Dalí, los tres artistas que marcaron la renovación artística en España en los años 20 y 30 del siglo pasado, Ian Gibson (Dublín, 1939) vive su vejez con una mezcla entre satisfacción por el trabajo realizado e indignación porque siguen sin aparecer los restos mortales del gran poeta granadino. Y de como mínimo 114.000 perdedores de la guerra que siguen en cunetas.
Donde acaba la memoria, documental dirigido por el profesor de la Universidad de Vigo Pablo Romero-Fresco, tiene algo de testamento fílmico del gran hispanista. El director acompaña a Gibson a dos lugares de gran relevancia para la vida de Buñuel y Lorca como Las Hurdes, en Extremadura, donde el primero rodó Tierra sin pan en 1933, y Granada, la ciudad en la que nació y fue asesinado el poeta a los 38 años, ejecutado por comandos franquistas. Han pasado casi 90 años desde entonces pero los lugares en los que sucedió la tragedia siguen conmocionando a Gibson, un hombre de temperamento pasional.
Explica Romero-Fresco sobre la génesis del proyecto: "En 2012 yo trabajaba en Londres en la universidad y hacía de intérprete en un Festival de cine español. Allí conocí al productor Mike Dibb, que estaba buscando a Almodóvar para ver si le financiaba un documental sobre Ian Gibson y Buñuel después de rodar sendos sobre Lorca y Dalí. Almodóvar no fue pero sí estaba yo y nos hicimos amigos. Luego conseguí algo de financiación, no mucha, y poco a poco fue surgiendo que yo lo acabara dirigiendo".
Diez años después, la película llega a los cines después de innumerables retrasos. El peor, que robaron varios ordenadores en la universidad inglesa en la que trabajaba Romero-Fresco, entre ellos el suyo, con una primera versión del montaje. "Después de aquello yo pensé que nunca llegaría a terminarse", confiesa Gibson.
Tres genios universales
Poco a poco, contra el propio criterio del hispanista, el documental dejó de ser el tercer vértice de una trilogía sobre los tres amigos de la Residencia de Estudiantes para que también acabara tratando sobre Lorca y el propio Gibson. "Me siento un poco violento al ver la película", dice el irlandés.
"Es una cosa íntima", añade. "He expresado lo que quería expresar en mis libros pero verlo trasladado a la pantalla me cohíbe un poco. A lo hecho pecho, como dicen. Creo que tiene algunos méritos importantes como esa discusión en La Alberca entre los locales sobre la diferencia entre lo que se ve en Tierra sin pan y la realidad. Algunos siguen creyendo que Buñuel solo reflejó las cosas negativas. Ese momento en el que vemos el risco desde donde tiraron la cabra para ese famoso plano… Eso me emocionó muchísimo. O el cura intelectual crítico con los curas de la época de Buñuel también es fantástico".
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Los libros de Gibson, vecino de Lavapiés, sobre Lorca, Dalí y Buñuel han marcado época. Investigaciones como aquella seminal La represión nacionalista en Granada en 1936 y la muerte de Federico Garcia Lorca, publicado en París en 1971, con la que desafió al régimen franquista. En el documental recuerda que poco antes, en un arrebato, vendió su casa en Londres, dejó su bien pagada plaza como catedrático de literatura española y se marchó a recorrer las calles de Granada para reconstruir qué pasó esa fatídica noche del 19 de agosto de 1936 en la que el autor del Romancero gitano fue asesinado a sangre fría.
"Mi mayor satisfacción profesional es haber ido a Granada en los 60 y haber podido entrevistar a gente que vivió los acontecimientos. Si hubiera habido que esperar al final del franquismo, muchos de ellos estarían muertos y gracias a eso tenemos testimonios vivos". Según Gibson, como autor teatral, iguala a Shakespeare. "Hay pocos casos o ninguno de un artista que a los 38 años tiene en su legado una obra de tal magnitud".
Lorca, Buñuel y Dalí, tres figuras monumentales, símbolo de la excelencia artística cada uno a su manera y de la tragedia de la Guerra Civil a los que Gibson ha dedicado toda una vida cobran todo el protagonismo. Explica el hispanista: "Como dice Carlos Saura en la película son como un monstruo de tres cabezas. Se conocen en un ambiente extraordinario, no solo ellos, también los que tienen a su alrededor. En la Residencia de Estudiantes había gente con mucho talento, fue extraordinario. No los puedo separar del resto, una persona como Pepín Bello que murió a los 104 años y no perdió su correspondencia es fundamental. Gracias a ello podemos reconstruir lo que pasó en aquellos años".
"Dalí —continúa— es como una cebolla con capas sobre capa, quitas y hay más capas. Nunca tuve con él la sensación de estar hablando de estar hablando con un ser humano normal. Lorca era un tipo abierto y el pintor era un tímido patológico. Los tres son geniales y se complementan. Hay mucho de Lorca en Dalí y de Buñuel en Lorca y el revés. No se entienden el uno sin el otro. Buñuel en sus memorias dice que Lorca fue el ser humano mas fascinante que conoció en vida. Luego en esa época tuvieron muchas disputas. Buñuel le dijo a Pepín que Lorca es un "asquerosa" porque venia del pueblo "Asquerosa" (cosa cierta) y porque "lo es". Luego criticó el Romancero gitano. Decían pestes el uno del otro porque había una rivalidad pero al día siguiente volvían a ser mejores amigos".
Gibson admira a Buñuel y a Dalí, a pesar de las reservas que le provocan su deriva en los últimos años, pero "confiesa" que de estos tres "genios universales" el que está más cerca de su corazón es el poeta granadino. "Si yo digo la verdad de mi corazón, Lorca para mí es un genio. También es verdad que lo conozco mejor. Con Dalí nunca tuve la sensación de llegar al fondo aunque escribí su biografía. Haber podido dedicar mi tiempo a conocer a los amigos de Lorca como Jorge Guillén, Dámaso Alonso o el propio Dalí ha sido un privilegio. Convierte a los romances tradicionales en otra cosa al añadirles el surrealismo como en Romance sonámbulo. Al año siguiente va a Nueva York y no hay ninguna referencia a España. Un hombre capaz de estos registros es increíble".
Gibson pone en valor la espiritualidad del poeta: "La ternura es fundamental. Tiene una base cristiana evidente. No le gusta el Dios del Antiguo Testamento pero hay una atracción evidente por Cristo. Ahora conocemos la obra juvenil de Lorca y el cristianismo es fundamental. Cristo como revolucionario que ayuda a los pobres, esto es Lorca, esta ternura. Él dijo que "al ser de Granada me inclina a la simpática comprensión de los perseguidos, los gitanos, el negro, el judío, el morisco… que todos llevamos dentro". Esa Granada que se fue en el 36 la veo reflejada en Doña Rosita la soltera".
Los muertos en las cunetas
Dice Gibson, quien se negó a que en el documental aparecieran fotos de su familia o de su infancia, que el verdadero tema de Donde acaba la memoria es "España". Una España a la que ha dedicado su vida siendo de tierras lejanas y a la que ama con locura. Un amor, confiesa en el documental, que se mezcla con la rabia por nuestros defectos, en primer lugar, que tenemos dificultad para el diálogo porque no sabemos escuchar, y admira nuestras virtudes como la capacidad para disfrutar del presente.
Además de por su labor biográfica, Gibson ha alcanzado gran notoriedad por su encarnizada lucha para que se abran las zanjas y se dé un entierro digno a los más de cien mil españoles que nunca lo tuvieron, represaliados por un franquismo atroz con sus enemigos.
"He dicho miles de veces que siento mucha admiración por Francisco de la Torre, el alcalde del PP de Málaga. Estuve en la inauguración del monumento a los fusilados en la ciudad, es facilísmo tener en cuenta al prójimo y permitirle enterarle a los suyos decentemente y seguir lo más juntos posibles. No como enemigos, hablando como españoles, como una familia. Y no veo esto, veo mucho desdén. Estamos en Europa, hay que ser civilizados, ¿qué ejemplo estamos dando con estos gritos en el Congreso?. Yo apuesto por una República Federal Ibérica, ahora mismo tardas trece horas en llegar en tren a Portugal desde Madrid y no tiene sentido. Yo soy iberista".