Matteo Garrone: "La televisión ha suplantado por completo a la realidad"
Tras el éxito de Gomorra, el cineasta italiano estrena en nuestras salas Reality
9 noviembre, 2012 01:00Matteo Garrone durante el rodaje de Reality.
Tras su espectacular éxito con 'Gomorra', la adaptación del best-seller de Roberto Saviano sobre la mafia, Mateo Garrone volvió a convencer al jurado del Festival de Cannes con 'Reality', una sorprendente sátira en torno al poder mediático de los 'reality shows' televisivos. Hoy llega a nuestras salas esta brillante tragicomedia, cuyas claves nos desentraña el propio cineasta italiano.
Si bien el nombre de Garrone aparece casi siempre asociado al éxito de Gomorra, gracias a la que cosechó numerosos premios internacionales (incluida una nominación a los Globos de Oro), la trayectoria del director italiano, responsable de siete largometrajes hasta la fecha, se remonta hasta 1996, año en el que dirigió Terra di mezzo, su opera prima. Y cabe decir que el itinerario artístico de Garrone presenta como hilo conductor un interés por los personajes al borde de la marginación, retratados como parte de un contexto social delineado al detalle. Además, películas como L'Imbalsamatore (2002) o Primo Amore (2003) revelan la debilidad de Garrone por las pasiones amorosas obsesivas, siempre aureoladas por una pulsión trágica. Con Reality, que le valió su segundo Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes -tras el logrado con Gomorra-, el director italiano amplía su abanico de referentes y registros. Según explica Garrone, "Reality empieza como un cuento de hadas, con la cámara sobrevolando unas carrozas que van camino de una boda, y termina como una película de ciencia-ficción. La obsesión por la fama se desata por el filme como un virus que se va expandiendo sin control, contaminando un vecindario, una familia y finalmente a Luciano, el protagonista".
-Es muy sorprendente que Reality esté basada en una historia real.
-Casi todo lo que se cuenta es verídico, y curiosamente las escenas inventadas son las más aparentemente normales. Como Luciano, mi amigo llegó a regalar sus muebles intentando impresionar a la gente de Gran Hermano con su "generosidad". Y la escena en la que el protagonista cree que hay una cámara dentro de un grillo que le está filmando también pasó de verdad. Por suerte, ahora mi amigo está bien y parece que podrá recuperar la pescadería en la que trabajaba.
-El impacto de la televisión sobre la realidad ha alcanzado niveles impensables. ¿Se planteó el filme como una reflexión en torno a su poder?
-En Reality, la televisión se presenta como un paraíso en el que todos tus sueños pueden hacerse realidad, una tierra metafísica de transformación y realización. Esta idea conecta con la necesidad que tiene el sistema de construir sueños para luego mercadear con ellos. El drama surge cuando la gente antepone los sueños de felicidad comercializados por el sistema a sus verdaderas necesidades. En cierto sentido, la televisión ha suplantado por completo a la realidad. Para algunas personas, lo que ven en televisión es más real que su vida cotidiana. Quería retratar esta situación sin juzgar a mis personajes.
-Reality bebe de una tradición del cine italiano que observa el espectáculo de masas como una fuerza alienante. ¿Ha encontrado referentes en otras películas y cineastas?
-Sí, la idea está presente en el cine de Federico Fellini y también en Bellissima (1951) de Luchino Visconti. Fellini y Roberto Rossellini son mis héroes y creo que su legado está presente en todas mis películas. En este caso, también quería rememorar las sátiras sociales de la commedia all'italiana de Mario Monicelli o Ettore Scola, además de rendir tributo al Vittorio De Sica y al Eduardo De Filippo de L'oro di Napoli (1954) o Matrimonio all'italiana (1964), películas tocadas por un aire decadente y melancólico muy napolitano. Los escenarios de aquellos filmes estaban fuertemente ligados a una cierta tradición popular: la plaza del pueblo, las calles, las casas. Me interesaba mucho explorar el fuerte contraste entre esos escenarios y los no-lugares que inundan nuestro presente: los outlet, los centros comerciales, los parques acuáticos, los estudios de televisión. Nápoles me ofrecía este contraste en todo su esplendor.
-Películas como El rey de la comedia (1983) o El show de Truman (1998) han mantenido muy vivo el diálogo entre cine y televisión. ¿Cómo cree que el cine ha tratado el tema?
-Mi película es el reverso de El show de Truman. Allí Jim Carrey vive en un reality sin saberlo, mientras que Luciano está fuera y daría la vida por entrar. En todo caso, pienso que al cine suele costarle aproximarse a la televisión. Son medios distintos y la televisión es difícil de representar visualmente en una pantalla de cine. Para mí, ese fue el mayor reto de Reality, una película mucho más difícil de rodar que Gomorra. Tuve que buscar fórmulas para capturar la esencia de la televisión y encontré una aliada en la estética circense. La secuencia del casting de Gran Hermano en los estudios Cinecittà funciona como un auténtico circo.
Formado en el mundo de la pintura, la gramática formal del cine de Garrone pasa por el uso sistemático del plano secuencia: "Así facilito que el actor pueda experimentar de forma lo más directa posible la evolución dramática de la escena", afirma el director, para quien el trabajo de los actores es la brújula de su trabajo. "Observándolos puedo saber si el rodaje está yendo bien o mal", admite Garrone. "El diálogo con los actores prevalece incluso por encima del guión. Mientras ruedo, intento adecuar el texto a los comentarios que me hacen los actores, aunque el corazón de la historia se mantiene intacto". Después de combinar el trabajo con actores profesionales y no profesionales en Gomorra, Garrone se planteó un nuevo reto en Reality: elegir como protagonista a un actor encarcelado.
-¿Qué le llevó a contar con Aniello Arena para el papel de Luciano?
-Me gusta trabajar con actores procedentes del teatro. Mi método de trabajo es similar al de los escenarios. Aniello (Arena) es el líder de una compañía que ya lleva doce años en activo, llamada Compagnia della Fortezza. Han ganado numerosos premios nacionales y son bastante conocidos en Italia. Mi padre (Nico Garrone) era crítico de teatro y me encantaba acompañarle a funciones, y los dos éramos grandes admiradores de esta compañía. Lo curioso, claro, es que se trata de una compañía formada por presidiarios. Aniello lleva 20 años en prisión y está condenado a cadena perpetua por su participación en una guerra entre bandas mafiosas. Tiene permiso para trabajar, pero debe ir a dormir a la cárcel. Está preso en Volterra, en la Toscana, así que cuando venía a rodar a Nápoles, dormía en una prisión napolitana. En todo caso, esta no es la primera vez que trabajo con un actor encarcelado. Para Gomorra, contraté a Sasá (Salvatore) Striano, que fue indultado en 2006 y que este año ha aparecido en Cesare deve morire de los hermanos Taviani.
-¿Qué es lo que más le llamó la atención de Aniello Arena?
-Quería a un actor que fuese creíble en la piel de un hombre trabajador. La mayoría de los actores italianos proceden de la clase media o de la burguesía, y no me los creía en la piel del encargado de una pescadería napolitana. Además, me gusta mucho cuando el actor es capaz de aportar algo de su propia personalidad al personaje que va a encarnar. En este caso, al tratarse de su primer trabajo en cine y al haber estado tantos años en prisión, Aniello (Arena) podía transmitir algo parecido a la sensación de descubrimiento que vive el personaje de Luciano en su viaje obsesivo hacia Gran Hermano. La mirada de Aniello está cargada de pureza, candidez, inocencia y asombro. A su modo, en la película funciona como si fuera una especie de Pinocho moderno.