Exotismo hortera
Mala cosecha de bandas sonoras en los Oscar de este año
25 febrero, 2011 01:00Hans Zimmer, autor de la banda sonora de Origen.
John Powell, en Cómo entrenar a tu dragón, y Hans Zimmer, en Origen, salvan el apartado de Mejor Música Original en una edición en la que Hollywood parece olvidarse de los grandes profesionales.
Desplat llega a su cuarta nominación, siempre con ‘la reina' a las espaldas. En el 2007, cuando se le vaticinaba merecido ganador de la estatuilla por The Queen se quedó a las puertas, y en estas tres últimas ediciones ha acudido, extraño tejemaneje psiquiátrico entre él y la Academia, con músicas en las que de manera más o menos evidente se autoplagiaba la música de la película de Stephen Frears (El curioso caso de Benjamin Button, 2009, y Fantastic Mr. Fox, 2010), y desde luego el Discurso de este año, donde junto a Beethoven y Mozart, vuelve a recurrir al ondulante balanceo rítmico del filme sobre la hija de Jorge VI, y donde allí había mandolina aquí hay piano. Contribución escuálida, repetitiva y aburrida, pero que le puede conseguir el ansiado galardón. Desplat se ha redimido en gran parte de este paupérrimo trabajo y de otros previos aún más pestíferos con su buena labor para Harry Potter y las reliquias de la muerte, primera parte, y es que el francés no superaba -misión imposible- al John Williams de las tres primeras entregas, pero sí rebasaba a sus inmediatos predecesores Doyle y Hooper, pero la Academia ni lo ha tomado en consideración, era demasiado bueno.
A medio camino, está la, sí, música original y propia de Atticus Ross y Trent Reznor para La red social, una suerte de ‘Bakalao de luxe' dotado de un cierto ingenio rítmico. Llegamos así a las dos únicas partituras dignas de mención: la de John Powell para Cómo entrenar a tu dragón, y la de Hans Zimmer para el impactante filme de Christopher Nolan Origen. A sus 53 años, Zimmer llega a su novena nominación volviendo por sus fueros, esto es, a la gran orquesta sinfónica y los sintetizadores, en una argumentación que no es la mejor de sus últimos años -como su mismo Sherlock Holmes, casi camerístico, de 2010-, pero en donde sale a la luz un gran profesional. El último de la lista es John Powell, con su creación para coros y orquesta, de aire irlandés, onomatopéyica, percutiva y divertida -que no es poco- para la historia de vikingos draconianos de Chris Sanders y Dean DeBlois: no llega, en esto de los dibujos animados, a los niveles magistrales de Buscando a Nemo (Thomas Newman, 2003) o Tiana y el sapo (Randy Newman, 2010), pero posee una empatía perfecta con las imágenes.
En esta extraña liza de ‘mindundis', Zimmer debería ganar el segundo Óscar de su carrera, pero Hollywood ya se ha olvidado de los profesionales de la banda sonora y ahora prima el exotismo hortera, o sus aledaños.