Image: Spike Lee

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Cine

Spike Lee

“Soy furiosamente americano y patriota”

17 abril, 2003 02:00

Spike Lee. Foto: AP

Spike Lee (Haz lo que debas, Malcolm X) sigue sin morderse la lengua. El director norteamericano vuelve a remover la conciencia de su país con La última noche, obra en la que indaga, con actores blancos, sobre lo ocurrido el 11 de septiembre. Profundamente neoyorquino, como sus colegas Woody Allen y Martin Scorsese, ha intentado realizar un homenaje a su ciudad y a las víctimas del atentado de 2001 partiendo del guión realizado por el novelista David Benioff, en el que se narra las últimas 25 horas de libertad de un camello de clase alta antes de entrar en prisión.

La última noche marca un antes y un después en la carrera cinematográfica de Spike Lee. Porque tras 17 años de realizar películas exclusivamente de temas afroamericanos ha dirigido una película enteramente blanca. Porque El verano de Sam era más interracial, especialmente con hispanos. Escrita e interpretada por blancos caucásicos wasp, el novelista David Benioff y los rubios Edward Norton, Barry Pepper y Phillip Seymour Hoffman, narra las últimas 25 horas de libertad de un camello de clase alta antes de entrar en prisión. Pero La última noche es también la carta de amor que Spike Lee le escribe a Nueva York. Pero es una carta triste y llena de nostalgia a una ciudad herida de muerte tras el 11 de septiembre de alguien que la ama con profundidad y desde la certeza de que la urbe jamás volverá ser la misma. "Es una sensación muy extraña y desorientadora: siento que mi Nueva York se ha ido para siempre y nunca volverá: ha cambiado irrevocablemente y, con ella, sus habitantes".

Spike Lee acudió a competir en la última Berlinale acompañado de todo su equipo y de la actriz neoyorquina Rosario Dawson. Allí, cuando George Clooney, Dustin Hoffman y Renée Zellweger organizaban el movimiento global No en mi nombre contra la guerra de George Bush, jr., Lee se sumó a ellos y tuvo que afrontar críticas acerca de dejar de hacer películas de y sobre negros y de causar dolor a los familiares de los muertos del World Trade Center al mostrar imágenes del terrible agujero dejado por los dos rascacielos desaparecidos.

-Hay una gran semejanza entre la historia del camello Monty Brogan que pierde su libertad y la ciudad de Nueva York, que perdió 2.000 vidas humanas.
-Hay en ambos casos una profunda tristeza melancólica. De quien sabe que ha perdido algo de valor sin igual e irremplazable. Monty va a pasar sus próximos siete años en prisión y tiene 24 horas para quedar en paz consigo mismo y los suyos. Los neoyorquinos... aún no nos hemos repuesto de la tragedia, estamos todavía de luto, llorando a los nuestros. Caminas por la ciudad y sí, ha recuperado su dinamismo y vida, pero hay una sensación de una pérdida que se ha ido para siempre, algo intangible de que nos han cambiado irrevocablemente y para siempre.

-En estos tiempos en que se borran digitalmente las torres del World Trade Center en películas escapistas, La última noche es la primera que muestra el impresionante agujero de la Zona Cero.
-A lo que se refiere usted... lo encuentro execrable. ¿Quieren pretender que aquellos edificios, aquellas vidas no existieron? Dicen que hacen películas para hacer a la gente reír y olvidar, pero esos extremos me parecen lamentables. Una cosa es el entretenimiento y otra, la negación. Yo nunca he filmado nada, ni lo haré, para la diversión o el escapismo, así que nunca cometeré esas infamias. La escena del diálogo en el apartamento desde el que se ve la Zona Cero es uno de los tres cambios que introduje en el guión de Benioff. Escribí solo doce líneas de diálogo porque su novela es del año 2000 y la película del 2002. Y ha cambiado todo desde entonces, eran pequeños ajustes necesarios.

Homenaje a los inocentes
-¿Qué replica a quienes le acusan de antiamericano o antipatriota por ello?
-No doy crédito a que en mi vida hubiera tenido que soportar semejantes acusaciones. Nací en Atlanta, crecí en Brooklyn y Nueva York es mi hogar. Soy furiosamente americano y patriota. La inclusión de la Zona Cero en imágenes rinde homenaje a los inocentes que murieron asesinados y a los seres queridos que dejaron tras de sí, es una forma de decirles a sus familias que jamás les olvidaremos. ¿Le parece antipatriótico? Si eso es ser antipatriota, esta América de ahora no es la mía, no la conozco.
Drogas, deporte, codicia económica, relaciones interraciales, la música, la identidad afroamericana... Spike Lee ha tratado todos estos temas en nombre de una mayoría silenciada durante el siglo XX: los negros norteamericanos. Y por ello se ha convertido en la voz más significativa y poderosa de esa comunidad marginada. En el proceso y a través de películas seminales del último tercio del siglo XX, se ha convertido en un maestro cinematográfico. Su biógrafo Kalim Aftab le compara con Francis Ford Coppola y Martin Scorsese e incluso asevera que "les supera, dado que ellos no tuvieron que batallar contra los obstáculos de la raza". Títulos como She"s Gotta Have It, Clockers, Malcolm X, Four Gilrs, Girl 6, El verano de Sam, Bamboozled, Haz lo que debas y La última noche ayudan a comprender la turbulenta y desorientada Norteamérica de nuestros días, con la guerra y el regreso de las listas negras y caza de brujas.

-Hábleme de los otros cambios que introdujo en el guión de Benioff.
-Como dije antes, estuvo el mostrar la imagen de la Zona Cero completamente limpia de restos, casi un desolado paisaje lunar en plena noche; decorar con fotos de bomberos-héroes muertos en aquellos eventos el bar del padre del protagonista, y en tercer lugar, mostrar las dos fuentes de luz que se elevaron sobre la línea del cielo de Manhattan y que reemplazaron a los edificios la noche del primer aniversario del atentado.

-¿Cómo fue rodar el vacío terrorífico de la Zona Cero?
-Lo hicimos desde el piso 44 de un rascacielos que se eleva enfrente, el World Financial. Todo se redujo a pedir los permisos habituales para rodar en la ciudad, algo relativamente sencillo y que se reduce a burocracia. Sólo nos impusieron una condición: no se podía rodar desde la ventana hacia el lugar. De hecho, aquel lugar es un cementerio, un altar a los desaparecidos y no se trata de profanarlo.

-La película fue realizada con un presupuesto de apenas 25 millones de dólares. ¿Cómo fue posible?
-En primer lugar, gracias al compromiso que adquirió con mi proyecto Edward Norton. Su nombre atrajo la financiación y por supuesto, él trabajó por un porcentaje bajísimo de su minuta habitual... como el resto de los actores. Después, creo que en el estudio Disney lo consideraron como un experimento mío, nada de una película a lo grande. Todo ello supuso el trabajar con una libertad completa. Por eso, la película es tan mía como las demás, aunque no sea un tema negro ni con actores negros.

Monty, el "camello"
-Resulta muy difícil considerar La última noche como una película proveniente del estudio Disney.
-Eso dice bastante de ellos, se han abierto en las dos últimas décadas de forma casi impensable. Sólo pidieron que Monty, siendo un camello, fuera un personaje con el que el espectador pudiera conectar: en su caída, en su sufrimiento, en la lucidez de su necesidad de pagar cuentas a la sociedad.

-...Y la película logra no juzgar al camello de alto estilo Monty Brogan.
-Fue algo que Norton y yo hablamos hasta destilar la esencia del personaje: ha cometido un error, ha quebrado la ley y sabe que tiene que pagar por las elecciones cometidas. Eso no le resta ni un ápice de la angustia que le causa la proximidad de su carencia de libertad y del dolor que causa a los suyos. Y sufre fantasías horrendas acerca de la posibilidad de ser violado en la cárcel. Tiene poco tiempo y necesita desesperadamente buscar un hogar para su perro, reconciliarse con su padre y acudir a la gran fiesta de despedida que le montan sus amigos de toda la vida. Para mí, su lucidez y conciencia le hacen un gran personaje trágico. De cada espectador depende detestarle o comprender su sufrimiento de pérdida.

-Cuando Monty se mira al espejo y lanza toda su ira contra sí mismo, entre todos los fucks you que emite, usted muestra las cosas que odia y ama de Nueva York y lanza una pulla contra la corrupción del Gobierno y socios económicos de George W. Bush, jr.
-Pertenece todo al libro de David Benioff. Es la visualización la que me permite a mí mostrarlo como yo lo veo: las razas de la ciudad, la pobreza, la miseria, la belleza, la fealdad, la suciedad, el dinamismo de las calles y sus gentes, y mostrando el logo de Enron, Monty susurra "Bush y Cheney lo sabían, lo sabían". También me permite un comentario político que considero indispensable. Enron, el recuento vergonzoso de Florida... hay cuestiones de mi país que juzgo necesarias decir en alto y claro ahora más que nunca. Para mí, es decirle a Nueva York lo mucho y cómo la amo, para Monty es un intento lógico de desahogar su furia contra los demás, aunque es una maniobra vana. Creo que es una secuencia de fuerte impacto.

Las Academias de cine francesa y británica acaban de ofrecer a Spike Lee sendos premios -BAFTA y César- a toda una vida y carrera: 17 películas en 17 años. Todas ellas -largometrajes, anuncios, vídeoclips, cortometrajes, documentales- hechas a su manera, desde su productora 40 Acres y una Mula y sin hacer concesiones. Y descubriendo cuando eran actores en lucha a Halle Berry, Denzel Washington, Rosie Perez, Samuel L. Jackson, Laurence Fishburne, Adrien Brody y John Leguizamo, entre otros. En el futuro más inmediato, quiere abordar dos películas de gran formato, épicas deportivas, las llama, y está forjando el músculo negociador para encontrar el dinero necesario. Fan número 1 de los Knicks de baloncesto y autor de los mejores anuncios de zapatillas deportivas Nike (rodó uno de ellos en los encierros de San Fermín), avanza sus proyectos.

-Siempre ha sido capaz de rodar una película al año, algo al alcance de Woody Allen y pocos más.
-Creo que es porque sabemos confinarnos a los límites presupuestarios que cada película exige. Cuando proyecto una película, sé exactamente hasta el último centavo que necesitaré. De ahí, que pueda rodar. Si necesito un estudio, como en el caso de La última noche, el nombre de una estrella respetada me ayuda a pactar mis exigencias y necesidades. Ahora quiero abordar dos grandes proyectos que me obligarán a forjar el músculo negociador.

-Baloncesto y boxeo, sus dos pasiones...
-Amo ambos deportes, incluso utilizo muchas tácticas deportivas para hacer películas, son universos paralelos. La primera sería un biopic del jugador Jackie Robinson, que fue el primer "negro" (lo dice en castellano) que fue integrado en la liga de baloncesto. Precisamente, nací en 1957, el año de su retirada. Mi abuela Zimmie y mi padre me narraron todas sus gestas.

Un proyecto épico
-¿Y el boxeador Joe Louis?
-Otros de mis grandes mitos. Este proyecto es más ambicioso, ya que lo quiero en formato épico. Ya he escrito el guión con Budd Schulberg, el legendario guionista de La ley del silencio que, por cierto, fue mi referencia continua para La última noche. Trata del encuentro boxístico entre Joe Louis y Max Schmelling, dos campeones de peso pesado. Se enfrentaron en dos ocasiones, pero yo quiero centrarme en el combate de 1938. Por una razón: para mí, no se trató de una mera pelea entre dos grandes deportistas, sino una confrontación entre dos ideologías políticas. Tengo sólo el guión, algunos actores en la cabeza pero tengo que comenzar a buscar el dinero.

-¿Qué le pareció Ali, de Michael Mann.
-Tenemos al verdadero Mohammed Alí en El más grande y en el documental Cuando fuimos reyes. Nadie necesitó Ali. Lo mejor ahora mismo de Muhammad Ali son sus propios esfuerzos para vencer su enfermedad y tratar de reconciliar a los norteamericanos y musulmanes tras el 11 de septiembre. Ahí hay una verdadera grandeza humana digna de un gran campeón, el más grande.