Peter Jackson
He sido fanáticamente leal a Tolkien
19 diciembre, 2001 01:00Peter Jackson
No hay que esperar más. El miércoles 19 se estrena en las salas de todo el mundo la película que más expectación ha levantado en los últimos años, La comunidad del anillo, primer capítulo de la colosal trilogía de El señor de los anillos, dirigida por Peter Jackson (Bad Taste, Criaturas celestiales) y basada en la excepcional obra literaria de J.R.R. Tolkien. La epopeya fantástica que ha seducido durante casi medio siglo a niños, adolescentes y adultos; a hippies y ejecutivos de banca; a mujeres y hombres; a chinos, españoles y norteamericanos, ha dado el salto a la pantalla grande después de un esfuerzo de producción sin precedentes: 65.000 millones de pesetas, 274 días de rodaje, revolucionarias técnicas de efectos especiales y un extenso y atinado reparto encabezado por Elijah Wood, Ian McKellen y Liv Tyler. El Cultural ha hablado con el director neozelandés, quien ha estado más de cinco años inmerso en el mastodóntico proyecto. Peter Jackson reflexiona, entre otras cuestiones, sobre la dificultad da la adaptación al cine de la obra y opina sobre la versión animada que dirigió el realizador Ralph Bakshi en 1978.
De hecho, la titánica tarea no le ha ayudado a rebajar ni un solo gramo de su oronda figura, que junto a su expresión bonachonamente traviesa y su melena rizada le hace parecerse a uno de los hobbits que protagonizan la primera de las tres entregas, La comunidad del anillo, que se estrena hoy en todo el mundo. El Cultural pudo hablar con el director de Bad Taste, Brain Dead, Criaturas celestiales y Agárreme esos fantasmas en Cannes, donde se mostraron las primeras imágenes de la colosal trilogía, el proyecto cinematográfico más ambicioso del siglo XXI, que Jackson describe escuetamente como una obra "fanáticamente leal" al texto de Tolkien.
Lectura accidental
-¿Fue El Señor de los Anillos una lectura de adolescencia?
-Sí, aunque tardía y accidental. Ocurrió en un tren, durante un largo y aburrido viaje de doce horas entre Wellington y Auckland, tenía 18 años y era un joven totalmente fascinado por la literatura y el cine del género fantástico. Acababa de ver la versión animada que hizo Ralph Bakshi de El señor de los anillos y aquella película me lanzó sobre los libros. Cuando había devorado unos cientos de páginas, me sentí totalmente inmerso en los terrores y maravillas de la Tierra Media, y deseé fervientemente que alguien hiciera una película que yo pudiera ver. Ya entonces soñaba con hacer grandes películas plagadas de criaturas y bestias míticas para emular a Ray Harryhausen y su Simbad y la princesa y Jasón y los Argonautas, que son favoritas mías de hace tiempo. De hecho, estas tres películas me han permitido rendirle varios homenajes, como en la secuencia de la batalla contra los orcos.
-¿Fue una decisión artística o presupuestaria rodar la trilogía simultáneamente?
-Lo segundo, aunque también imperó el sentido común. Hubiera sido una tarea imposible contar con el mismo e imprescindible reparto en Nueva Zelanda a lo largo de un lustro, el equipo técnico y por supuesto reconstruir platós y rodar en los mismos escenarios naturales.
Rodar lo imposible
»El responsable de todo esto es Bob Shaye, que está al frente de la productora New Line. Fue él quien tomó la increíble decisión de financiar la trilogía a rodar al mismo tiempo. Su coraje convirtió en posible lo imposible: rodar unos libros que durante cuatro décadas fueron considerados infilmables.
-En cualquier caso, debió de constituir una pesadilla logística. ¿Cómo fue escribir la adaptación, dirigir y coproducir las tres películas?
-Aceptar este reto fue una decisión que me tomé con filosofía sabiendo cuánto y cuán grande era el riesgo. ¿Sería capaz de llevarlo a cabo? ¿Sería capaz de satisfacer a los fanáticos de la obra de Tolkien, siendo yo mismo uno de ellos? En ambos casos, partía de grandes dudas acerca de mi capacidad, así que decidí marcarme un límite: hacer una obra digna que me satisficiera a mí mismo. Y tomé precauciones: escribir el guión con Philippa Boyens y con mi mujer Fran (Walsh) y rodearme del equipo básico con el que he rodado todas mis películas. Al final de la primera parte de esta aventura, que consideraré culminada cuando se estrene la primera entrega, me considero el tipo más afortunado: aquel al que se le ha facilitado la posibilidad de rodar su versión de El Señor de los Anillos. Esta es una película hecha no para los fans de Tolkien, sino por los fans de Tolkien. Aunque es todavía un proceso vivo y en marcha, que no finalizaré hasta 2003 con el estreno de El regreso del Rey, tras ocho años de obsesión, pasión y fatigas.
-Dado que lo enfatiza tanto, ¿cuál es su versión del mito literario?
-He estado obsesionado con la obra durante 20 años, pero en el momento en que hubo que escribir la adaptación... evité abrir el libro y me dejé llevar por mi memoria y, de alguna manera, por mi superstición. Me puse una banda alrededor de los ojos y sentí una especie de vacuna contra la enfermedad de hacer un resumen que no le hiciera justicia a la obra. Desde el principio, consideré un error tratar de hacer una versión que agradara a la mayoría.
La fantasía más real
-Antes ha hablado de la versión animada de El Señor de los Anillos. Recientemente, Bakshi ha declarado que resulta imposible trasladar el espíritu de la obra a imágenes.
-Respeto su teoría, pero no la comparto. De hecho, cuando vi su película no había leído los libros, cosa que hice a continuación. Quizá el problema de Bakshi fue que quiso abarcarlo todo, reduciéndolo y sembrando confusión, sobre todo a partir de la segunda mitad. Quizá también le faltó un presupuesto más amplio y la tecnología que hace ahora posibles cuestiones que hace dos décadas eran casi inimaginables.
-La trilogía El Señor de los Anillos es una historia de honor y de valor, de escala épica pero también íntima. Y se desarrolla en un universo original, fantástico y también real. ¿En qué género se podrían enclavar las tres películas?
-Tolkien fue profesor de Lengua y Mitología, por eso fue capaz de idear un universo único y original, irreal pero también sólido. Su gran creación, la Tierra Media, posee su propia Historia Antigua milenaria, sus diversas culturas, etnias, conflictos... Por eso, me resultó necesario poderle dar un tratamiento individual a cada libro, La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno del Rey, para poder desarrollar los personajes y sus razones. Todo esto me llevó a tomar la decisión de rodar las películas más como un enorme fresco histórico que como unos filmes del género fantástico. De alguna manera espero que quede claro que mi intención ha sido rodar unas historias fantásticas del modo más real posible.
-¿Cómo se llegó a la elección del ex-niño prodigio Elijah Wood para interpretar al personaje central, Frodo, el hobbit encargado de la destrucción del anillo?
-En New Line me dieron libertad absoluta de elección del reparto. Siempre me dieron la más total libertad para que pudiera hallar al actor adecuado para cada personaje. Las descripciones de cada personaje que hace Tolkien son muy precisas y vívidas, son verdaderos iconos y la cosa era sentarse a pensar en el actor para cada uno de ellos. Había tenido siempre la idea de un actor británico, porque para Tolkien los hobbits era pequeños inglesitos que abandonaban su agradable y verde campiña para explorar el amenazador y malvado mundo exterior. (Risas) Recuerdo que vi a 150 chavales del Reino Unido salidos de escuelas dramáticas, producciones escolares y parroquiales... pero no encontraba a Frodo. Desesperado y a punto de salir para Estados Unidos a hacer más audiciones, me llegó una cinta de vídeo en la que Elijah Wood se había construido un decorado, disfrazado de hobbit y grabado una serie de diálogos. ¡Ahí estaba Frodo! Le llamé y le dije: "Si quieres el papel, es tuyo".
-De entre las innumerables delicias de la película está el recuperar a Christopher Lee como el malvado Saurón.
-Creo que yo podría considerarme el presidente de su club de fans. De hecho, he agrandado el personaje de Saurón en comparación con su importancia en los libros. Christopher Lee es un actor formidable y una personalidad única. No sé por dónde empezar, si por su enorme estatura, su impactante y siniestra voz, el hecho de que el mismísimo Ian Fleming le eligiera personalmente para el papel del Dr. No, el valor añadido de que es capaz de rodar en sueco y ruso... además de castellano, y el hecho notabilísimo de que pertenece al club de golf más antiguo del mundo, fundado en Edimburgo en 1744. Nadie mejor que él para el temible Saurón. Además, Lee pudo combinar este rodaje con el de la segunda precuela de La guerra de las galaxias, en la que le anticipo que será otro magnífico villano, el Conde Dooku, también conocido como Darth Tyrannus.
El magnífico villano
-Si Ian Holm había interpretado al hobbit Frodo Bolsón en una producción radiofónica de 1981. Ahora es su primo Bilbo y el desencadenante de los aconteciminetos.
-Es la razón de su participación... aparte de que tiene la estatura perfecta para el personaje. La serie de radio de la BBC jugó una baza fundamental durante la preproducción de las películas. Por ejemplo, se la hice oir a Sean Bean y a Sir Ian McKellen, que desconocían los libros. Todo el equipo la escuchó e incluso la tuvimos mucho tiempo como sonido ambiental en los locales de WETA, el laboratorio de efectos especiales que ha creado todas las prótesis para los actores. A muchos les sirvió de curso intensivo y a los demás nos creó un ambiente de hechizo, pudiendo trabajar bajo el impacto de las palabras de Tolkien en la voz de Ian McKellen.
-Todo el mundo tiene su escena favorita del libro. ¿Cuál es la suya?
-La escena de los puertos grises al final de la tercera parte. Ahí está todo representado, y pienso que es la parte con más fuerza.
-De Brain Dead a El Señor de los Anillos, ¿ha cambiado mucho su visión y forma de hacer cine?
-Soy el mismo cineasta, sigo buscando lugares extraños y extraordinarios donde el cine pueda llevarme, en oposición a la realidad. Para mí cualquiera de mis películas, de la primera a cualquiera de la trilogía, al margen de su tamaño, son grandes viajes cinematográficos, la excursión más grande al lugar más extraño jamás soñado.
Una epopeya generacional
Ni los fans ni la crítica especializada perdonarían a Peter Jackson un sólo desliz en su interpretación de la monumental obra de Tolkien, traducida a 25 idiomas y leída por más de 50 millones de personas. De momento, y a raíz del preestreno en Londres del filme -de casi tres horas de duración-, algunas reconocidas firmas de publicaciones con carácter internacional ya han adelantado sus (gratas) impresiones. Desde el "Hollywood Reporter", David Hunter sostiene que se trata de "una de esas películas impagables, magistralmente diseñadas, que mejoran a medida que avanzan". David Ansen, crítico del "Newsweek", escribe: "Tiene verdadera pasión, verdadera emoción, verdadero terror y un ligero sentido demoníaco". Para Walter Chan, crítico de la revista especializada "Film Freak Central", La comunidad del anillo ofrece momentos que sólo ha visto en sus más salvajes y sabias fantasías. "Nos recuerda a todos -escribe- por qué vamos al cine: para que nos asusten, para que nos emocionen, para que nos transporten, para que nos traten con respeto. Para que nos hechizen". La opinión del "Reeling Reviews", escrita por Laura Clifford, resulta definitva: "Con toda seguridad, la trilogía de Jackson tomará el relevo a La guerra de las galaxias como la epopeya mítica más amada de las nuevas generaciones".