'The Excavation of Hob’s Barrow', cuento gótico entre los túmulos de Inglaterra
Cloak and Dagger Games presenta una aventura gráfica de estilo retro con una fuerte inspiración en la novela romántica, las pinturas románticas y el cine de terror psicológico
Los moors de Inglaterra son unos de los paisajes más característicos de la isla. Los páramos se extienden durante kilómetros, nublando la línea del horizonte con sus planicies cubiertas de hierba y arbustos, sin vegetación arbórea alguna. El suelo, siempre húmedo por la constante neblina y la intermitente lluvia, permanece sin cultivar; vastos prados dedicados a la trashumancia. Arroyos puntuales serpentean un paisaje que sirvió de inspiración para algunas de las más altas obras de la literatura universal. De Cumbres Borrascosas a El Sabueso de los Baskerville, el embrujo que los moors desplegaron sobre los artistas románticos ha permeado el inconsciente colectivo de los ingleses.
Cloak and Dagger Games, nombre bajo el que se encuentran Shaun Aitchenson y John Inch, se ha sumergido en la desolación de estos parajes para su particular cuento de terror gótico. The Excavation of Hob’s Barrow vuelve la mirada al pasado en más de una forma, inclinándose por la textura del pixel art para representar un enclave vedado al sol donde nada es lo que parece.
¿Consigue añadir algo de valor al canon? Thomasina Bateman es una excavadora de túmulos que acude a la remota localización de Bewlay, encajada entre los infinitos páramos del norte de Inglaterra, invitada por un misterioso parroquiano que, en contra de lo que habían acordado, no hace acto de presencia en la posada del pueblo. Desde un primer momento, la joven detecta una atmósfera plomiza y miradas esquivas de los lugareños, huraños y poco dispuestos a ayudarla con la localización de Hob’s Barrow, el túmulo en cuestión que la ha llevado hasta allí.
Una repentina emergencia impide a su ayudante acudir con los fondos y la ayuda necesaria para emprender la empresa arqueológica, por lo que se las tiene que ingeniar para conseguir la colaboración de los pintorescos caracteres de Bewlay. Conforme va desbrozando los obstáculos en su camino, angustiosas revelaciones sobre la historia de Hob’s Barrow y supersticiones locales llegan hasta sus oídos, poblando sus noches de visiones perturbadoras y haciéndole rememorar la infancia que pasó con su padre, un excavador que sufrió un horrible accidente que lo ha mantenido en coma durante los últimos veinticinco años.
Los túmulos ingleses fascinaron a buena parte de la aristocracia victoriana y eduardiana. La excavación de Sutton Hoo, que inspiró la filmación de la reciente película The Dig (2021), protagonizada por Carey Mulligan y Ralph Fiennes, quizá sea la más famosa por el buen estado de conservación y la poderosa imagen de un barco entero enterrado lejos de las vías fluviales. Sin embargo, muchas de las tumbas sufrieron un daño irreparable precisamente por cómo se inmiscuyeron aficionados sin la preparación necesaria para explorar remanentes de culturas de la Edad de Bronce.
The Excavation of Hob’s Barrow entronca con la romantización de estos individuos y la fascinación de la sociedad decimonónica sentía por el pasado, el folklore y las leyendas de una tierra primigenia de rituales paganos. Es un juego muy bien escrito, con un lenguaje muy literario, que no escatima en lo poético si bien, por momentos, se excede en sus florituras. El ritmo es más bien pausado y contemplativo, más preocupado por elaborar atmósferas, conjurar poderosas imágenes y profundizar en el plano psicológico de los personajes que en propulsar una trama electrizante.
Se puede decir que tarda en arrancar, si bien es una frustración buscada que vehicula los sentimientos de Thomasina ante los constantes obstáculos con los que se topa para realizar su trabajo. Los puzles son sencillos y se limitan a hacer de recadera entre los distintos habitantes de Bewlay hasta la traca final, donde se amontonan unos mecanismos que exigen cierta capacidad de pensamiento lateral pero sin grandes alardes.
Dave Gilbert, reconocido por juegos como The Unavowed (2018), se ha encargado de publicar el juego bajo su sello Wadjet Eye Games y ha ejercido las labores de dirección de actores para el reparto vocal. Como suele ser habitual en él, el resultado es formidable a pesar del presupuesto limitado de la aventura. Los actores hacen gala de unos acentos muy convincentes que insuflan vida a un guion repleto de modismos, argot y coloquialismos arcaicos.
Conforme va desbrozando los obstáculos en su camino, angustiosas revelaciones sobre la historia de Hob’s Barrow llegan a los oídos de la protagonista
El juego tontea con sensibilidades lovecraftianas, aunque con buen tino se inclina por una raigambre gnóstica para explicar su propia mitología, optando por dejar fuera una imaginería cefalópoda que a estas alturas ya ejerce cierto derecho de pernada sobre la narrativa de terror, algo que ha contribuido a homogeneizarla de mala manera. Quizá, su mayor pecado sea la casi total ausencia de sorpresas.
Thomasina narra toda la aventura desde un punto indeterminado en el futuro donde lamenta no haber atendido a los avisos de quiénes le intentaron prevenir, dejando claro que el desenlace no va a ser muy positivo. Los desarrolladores parecen utilizar este marco para poder más tarde subvertir las expectativas, pero la verdad es que ni siquiera lo intentan, con unas revelaciones en los compases finales que se pueden vislumbrar desde el segundo acto. A pesar de todo, el juego cumple con su misión de contribuir a la veta en el terreno videolúdico de historias de inspiración gótica-romántica. Es más Friedrich que Turner, más Brontë y Conan Doyle que Hodgson Burnett; y desde luego, más Opeth que Wagner.
Tiene acentos de The Wicker Man (1973), Midsommar (2019) y, curiosamente, Men (2022), con toda su componenda de horror folk y la contraposición que retrata entre una mujer solitaria y traumatizada frente a una comunidad de personajes extraños, con imágenes sugerentes y perturbadoras, aunque lejos del delirio grotesco que es el clímax de la película de Alex Garland. Con toda la atención que ha atraído el regreso de Monkey Island hacia el género, obras como esta, más humildes y de autores anónimos, se pueden ver beneficiadas. Con un poco de suerte, el microestudio podrá establecerse y ofrecernos otro relato en un años con mayor presupuesto. Tienen mimbres de sobra para hacerse con un nombre en el medio.