Image: Carlos Alcolea

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Exposiciones

Carlos Alcolea

25 marzo, 2004 01:00

Cabeza de pintor, 1991

Rafael Ortiz. Mármoles,12. Sevilla. Hasta el 15 de abril. De 2.100 a 78.100 euros

Formó parte de una generación de nombres grandes -es el segundo de pie por la izquierda en la Alegoría del Arte de Guillermo Pérez Villalta- en un tiempo ilusionante donde había mucho que hacer y todo que demostrar. Carlos Alcolea planteó -murió joven, con apenas cuarenta años- una pintura poderosa que, a pesar de sus muchas y claras referencias, mantiene un estatus personal, coherente, lleno de sentido y patrocinando un arte que dejaba sentir los buenos efluvios de la mejor plástica pictórica del siglo XX. Rafael Ortiz lo ha rescatado de ese olvido fácil en el que se estanca toda aquella historia que no goza de los esplendores de lo inmediato y ha confecionado una exposición variada donde se argumentan los amplios intereses de un artista que supo diluir los márgenes de la representación para adentrarse en los estamentos más abiertos de una pintura llena de gestos, evocaciones, reducciones a una mínima esencia y sabios registros de una pintura afortunada, perfectamente acondicionada en fondo y forma. La exposición, con pituras y dibujos de varios momentos, aglutina las diversas creencias pictóricas de un artista que, como el nombre de su libro de aforismos, aprendió a nadar en solitario, saliendo a flote de un momento en el que todo se redujo a mucho de lo mismo. Carlos Alcolea fue protagonista de un tiempo que interesó, que tuvo intensidad y que planteó muchas circunstancias de futuro. Su trabajo nos llega ahora como testimonio real de una historia que se nos antoja totalmente necesaria.