Opening, ARCO abre una ventana a lo más joven
Es ya una sección imprescindible que muestra los proyectos más frescos. Quince galerías, dos comisarias, Cristina Anglada y Yina Jiménez Suriel, y un grupo de artistas nacidos a partir de los ochenta.
8 marzo, 2024 02:29Una feria como ARCO se valora por la importancia de las piezas presentadas por los mejores artistas contemporáneos vivos en el Programa general. Y por la posibilidad de conocer nuevos artistas en el ámbito internacional: en Opening, la ventana abierta a jóvenes galerías, con menos de siete años, y que desde hace más de una década se ha convertido en una sección imprescindible.
Sus dúos o solos propician hacerse una idea cabal de la poética de cada artista mientras se descansa del torbellino de imágenes del resto de la feria.
Siempre a cargo de comisarios emergentes pero ya bregados, que reciben y estudian propuestas de galerías durante todo el año, en esta edición Cristina Anglada, fundadora con Gema Melgar en 2016 de This is Jackalope y actualmente colaboradora de la recién creada Fundación Calparsoro, junto a Yina Jiménez Suriel, curadora en el proyecto de investigación The Current IV de TBA21-Academy titulado otras montañas, las que andan sueltas bajo el agua, han elegido quince galerías, con un total de veintinueve artistas.
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En cuanto a las galerías, aseguran, “nuestro interés inicial para esta edición ha sido la de reunir un conjunto de proyectos de galería cuyas formas de gestación y gestión desafíen el propio dispositivo del galerismo tal y como lo conocemos a día de hoy”.
Además, se trataría de “propuestas que aún no han encontrado la forma de ser ejecutadas, ya sea por su naturaleza experimental o por las complejidades materiales y temporales que suponen”. Opening este año desea, sobre todo, ofrecer sorpresas.
Tal vez la dispersión geográfica de las galerías, algunas de ellas ultraperiféricas, distribuidas entre Europa (Chipre, España, Italia, Francia, Georgia, Hungría, Rumanía y Suiza) y Latinoamérica (Argentina y Colombia) pudiera anticipar contrastes mayores de los que encontraremos entre las propuestas de los artistas “aglutinados por el interés de hacer frente a una actualidad en crisis multifactorial y en la que se proponen intervenir a través de experimentos narrativos y sensoriales que plantean una libre y atenta revisión de las rearticulaciones del presente y las circunstancias que lo han moldeado hasta su actual configuración”.
Casi la mitad de artistas nacieron en la década de los noventa, y el resto en los años ochenta. Y salvo contadas excepciones, son creadoras, respondiendo a la realidad sociológica que acaba imponiéndose.
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Comparten una mirada autobiográfica para encarar, desde la propia experiencia, la alteración del curso natural de las cosas, ya sea con una aproximación antropológica o ecológica. Otras, se sumergen en vías psicologistas y heterodoxas. Se vuelve a preguntar por el azar, entre las fronteras del mundo real y mundos paralelos sin confines.
En la galería romana Gilda Lavia, encontramos a Gabriella Ciancimino, que mostró sus cartografías en el MACBA en 2014 y a la artista transgénero brasileña Élle de Bernardini. En la catalana Chiquita Room, a la dominicana Julia Aurora Guzmán, a caballo entre Barcelona y Ámsterdam, y a la ampurdanesa Alba Yruela, con sus fotografías sinceras.
Procedente de Cluj-Napoca, capital histórica de la región de Transilvania, Zina Gallery presenta tres artistas rumanas: Thea Lazar con textiles, la pintora Codruta Cernea con sus escenas privadas y Lorena Cocioni, que subraya la fragilidad del ámbito íntimo con sus cerámicas.
También la amenaza sobre la vida privada está presente en los potentes y tensos dibujos de Clara Esborraz que, en cambio, adquiere formas lánguidas en pintura y en cerámica a manos de Carla Grunauer, ambas en la galería argentina Piedras.
En la madrileña Pradiauto, la fantasía se impone en los dibujos textiles de paisajes cercanos de la polaca Karolina Dworska, y la complejidad en las relaciones personales y objetuales de Esther Merinero, artista y comisaria ya destacada con la Beca de la Fundación Botín. Y, de algún modo, la reflexión sobre la otredad se plasma en distintos medios en la galería Fermay, con la vasca Nadia Barkate, Elisa Braem y Damaris Pan.
En la húngara The Space, se plantea un diálogo entre Kata Koleszár, pintora de paraísos ancestrales, con la pintora y diseñadora textil folk e ingenuista Gabriella Hajnal (Budapest, 1928-2023), en un homenaje excepcional en esta sección.
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La madrileña Mónica Mays, residente en Ámsterdam, domina todo el espacio de la galería suiza Blue Velvet Project. Como también ocurre en la marsellesa Sissi Club con la así mismo performer Amalia Laurent y con Ana Rebordão en la galería lisboeta No No. Son artistas que, para expresarse, precisan desplegar variados medios.
Además, en la parisina Hatch podemos ver cerámicas y dibujos de la brasileña Ayla Tavares, la primera artista residente del programa Entre Tiempos, organizado por Collegium e Instituto Inclusartiz en Arévalo. Desde Salta, en Remota se muestran obras de las oriundas Mar Pérez y Roxana Ramos, con propuestas vinculadas a la cultura local.
Este es el caso también en Espacio Continuo de la limeña Adriana Ciudad, con dibujos coloristas. En ArtBeat, de Tbilisi, Tamuna Chabashvili y Tamar Bochorishvili beben de raíces artesanales georgianas.