La escultura portátil de Fuentesal Arenillas: la fuerza de lo cotidiano
El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo inaugura 'Danza mudanza', la primera exposición en un museo de esta prometedora pareja de artistas.
1 junio, 2023 02:09Dicen Julia Fuentesal (Huelva, 1986) y Pablo M. Arenillas (Cádiz, 1989), Fuentesal Arenillas, que las historias se levantan en la mesa de la cocina con lo que se tiene a mano. Ellos lo aprendieron pronto, observando los instrumentos de carpintería, costura y agricultura de sus padres. Su obra ha seguido atenta a sus raíces, traduciendo esas costumbres del sur –las reuniones de amigos, las tardes a la fresca, los sainetes de Cádiz–, a una escultura “portátil” que pasa cómodamente de las dos a las tres dimensiones, apoyándose en materiales blandos a los que en los últimos meses han incorporado las vendas de yeso. Hay algo de nostalgia arqueológica y una reivindicación de la fuerza de lo cotidiano.
Utilizan tela, madera, cartón, cuerdas, porque sus obras no tienen una única posición posible, sino varias. Lo planteaban con claridad en Circuitos de la Comunidad de Madrid, en 2019, con una instalación de 700 piezas de madera de haya que cada visitante podía colocar a su antojo o, de una manera más sutil y en ese mismo espacio de Avenida de América, con los 70 paneles entelados de Imaginaria (2020-2021) que ahora recubren el largo pasillo del ala este del CAAC de Sevilla en otras disposiciones.
En esta nueva exposición encontramos muchas de las obras que mostraron en la galería Luis Adelantado el pasado mes de septiembre, pero lucen diferentes, marca de la casa de estos artistas que reformulan a conciencia cada montaje. A la serie Aparejos, por ejemplo, esas alforjas o maquetas curvas teñidas de blanco que contienen la intrahistoria de la vida en el estudio, los materiales sobrantes y las huellas de los trazos de crayón, se incorporan ahora las propias cajas de embalaje que sujetan, contienen y permiten que se desplieguen las piezas de otra manera.
Traducen las costumbres del sur a una escultura “portátil” que pasa de las dos a las tres dimensiones
La muestra se plantea sin comienzo ni final, con dos entradas o itinerarios posibles, pero funciona mejor desde el lado norte, donde el recorrido va in crescendo, como en una partitura que contiene en su primera frase todos los temas que después se repetirán con variaciones. En esa primera sala están ya las cabezas, contenedores de ideas y recuerdos, los guiños a las distintas partes del cuerpo, las repeticiones en espejo, la mesa y el color rosa, ingredientes todos ellos que construyen la tonalidad que marca el paso de La danza mudanza.
Encontramos también la primera de sus Familias, una serie de peanas de número y altura variables sobre las que colocan esas hormas de sombreros hechas con distintas maderas (iroko, pino y caoba), que esconden en su trasera retales de patronaje de lona. Esas formas protectoras (torsos, capas, capuchas…) tienen algo de Franz Erhard Walther, artista al que admiran, aunque Fuentesal Arenillas no activen sus obras con performances; también de MP&MP Rosado y sus juegos con las duplicidades y, por supuesto, de Pepe Espaliú.
A lo largo de toda la muestra se van a ir repitiendo estas notas iniciales. A las Familias se suman las Viñas, telas rosas estiradas sobre bastidores a modo de telares con pequeños detalles de patrones de partes del cuerpo desdobladas. Hay también sombreros de alerones imposibles que sirven de cobijo del sol, y cristales circulares del mismo tamaño, pero distintas tonalidades, que tantas resonancias tienen en Andalucía como lugar de encuentro al calor de las faldas de la mesa camilla. Los ensamblan en piezas de madera de pino viejo con el mismo mecanismo de encaje que los juegos infantiles y alcanzan en su versión del final del recorrido dimensiones colosales en La vista de los dedos, adaptándose con éxito a las paredes más altas del museo.
Durante su estancia en la Real Academia de España en Roma han empezado a trabajar tímidamente con vídeo y están explorando un nuevo material, las vendas de yeso, que les permite construir esculturas livianas que cuelgan del techo sobre delgados listones o cuerdas a modo de títeres. El juego de equilibrios no es nuevo, ya lo habían practicado en las tiras de loneta que muestran en otra de las salas, pero adquiere ahora más volumen en estas réplicas de distintas partes del cuerpo hechas a base de curvas y pliegues.
Plantean así una visión de la escultura contemporánea que se remonta a las artes populares, a los títeres y el Sainete de la tía Norica. Transforman la sala en un salón de baile, con resonancias de las fiestas de la Bauhaus, en el que los telares rosas se convierten en un telón de fondo. El movimiento se congela, lo blando se vuelve rígido. Y una nueva Familia observa esta escena de sombreros de ala ancha, brazos, piernas y manos en aparente reposo.