La inteligencia artificial come gratis de la cultura: el año que puso a los creadores en pie de guerra
La IA se alimenta de obras de escritores, ilustradores, actores y músicos, que reclaman mayor protección. Europa cierra 2023 con una ley pionera.
24 diciembre, 2023 21:072023 ha sido el año de la inteligencia artificial generativa. Herramientas como ChatGPT, el chatbot de OpenAI lanzado a finales del año anterior, y generadores de imágenes a partir de texto como Midjourney, DALL-E (cuya tercera y sofisticada versión ha visto la luz en septiembre) o Stable Diffusion se han popularizado enormemente, han dado muchísimo que hablar y han levantado ampollas entre los escritores, los artistas y otros profesionales dedicados a actividades creativas.
Artes visuales
Ya a finales de 2022 hubo protestas masivas de creadores digitales contra las imágenes generadas por inteligencia artificial. Fue en ArtStation, la mayor página de arte de internet, que se llenó de mensajes en contra de este tipo de imágenes y denunciando que estas utilizan arte humano sin consentimiento como base para hacer sus propias creaciones.
Además del uso no autorizado de obras de creadores humanos, la mayor amenaza para los profesionales de la ilustración es que la tecnología pueda ser utilizada para producir ilustraciones de manera casi instantánea y muy económica, lo cual podría reducir la demanda de ilustradores humanos y, por tanto, reducir su valor de mercado.
El pasado mes de abril hubo una polémica porque la Asociación de Profesionales de la Ilustración y el Cómic (APIC) organizó un taller de Inteligencia Artificial aplicada a la ilustración con el objetivo de enseñar a estos profesionales a utilizar varias herramientas de IA. Muchos interpretaron que con este taller la profesión tiraba piedras contra su propio tejado. Otros consideraron que aprender a utilizar la IA puede agilizar la labor de los ilustradores y animarlos a explorar nuevas vías creativas.
[El inmenso poder de la inteligencia artificial: ¿urge una normativa?]
El 30 de septiembre, un diseñador llamado Ammaar Reshi compartió en X (antiguo Twitter) cuatro viñetas de un cómic de Batman que había hecho simplemente diciéndole a la inteligencia artificial qué debía dibujar en cada una de ellas. "El último modelo de generación de imágenes de OpenAI, DALL-E 3, hace muy fácil crear cómics!", celebró en la red social. El resultado, de una gran calidad, y su comentario provocaron críticas de otros profesionales, como el dibujante Javier Rodríguez, que ha trabajado para Marvel y DC. "Robar el arte de otras personas parece ahora más fácil y lucrativo para quienes están detrás de los modelos generativos".
OpenAI’s latest image generation model, DALL-E 3, makes it SO easy to create comic books!
— Ammaar Reshi (@ammaar) September 30, 2023
Here are 4 panels for a fan-made Batman comic made in under 5 minutes.
Prompts included in the ALT.
Enjoy!🔥 pic.twitter.com/9LhZj4I0KW
El último capítulo en la lucha de los artistas contra las compañías desarrolladoras de ingtel IA por usar sus obras como fuente de entrenamiento sin su permiso lo ha abierto Nightshade, un nuevo software de código abierto desarrollado por investigadores de la Universidad de Chicago. Como explica el medio MIT Technology Review, esta herramienta permite "envenenar" a las IA generadoras de imágenes introduciendo una marca invisible en sus obras originales antes de subirlas a internet. Lo que hace es confundir a la IA clasificando erróneamente a propósito los conceptos asociados a las imágenes para que esta los aprenda mal y, por tanto, ofrezca resultados que no se ajustan a las órdenes de texto (prompts) de los usuarios.
Literatura y lengua
En febrero, Microsoft anunció una inversión de 13.000 millones de dólares en OpenAI y empezó a usar la tecnología GPT4 (la misma que usa ChatGPT) para su propio chatbot integrado en su buscador Bing. Por su parte, Google ha anunciado este año también su propio chatbot con inteligencia artificial, Bard.
Estas herramientas son capaces de escribir cuentos, poemas u otro tipo de textos literarios, pero, por ahora, la opinión mayoritaria considera que la IA no es capaz de generar literatura de calidad. La periodista y escritora Begoña Quesada ha realizado el experimento de pedir a una herramienta de IA que continúe el comienzo de algunos de sus libros favoritos, como Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, o El extranjero, de Albert Camus. Aunque las respuestas "son técnicamente válidas, carecen del significado y la conexión emocional presentes en las obras originales".
Quesada plasmó este experimento en su libro En defensa de la imaginación, ganador del Premio Jovellanos de Ensayo, donde argumenta que la verdadera esencia de la creación humana proviene de la intención, la experiencia personal y la capacidad de expresar la complejidad del mundo.
En esta línea, el Consejo Europeo de Escritores, que representa a organizaciones profesionales de 31 países, considera que los textos literarios generados por IA “no tienen nada que ver con la inteligencia cognitiva, emocional y creativa en la que se basan todas las obras de arte, cultura y literatura”. En abril, esta asociación internacional emitió un comunicado en el que protestaba contra el uso sin consentimiento de obras literarias protegidas por derechos de autor para entrenar a los modelos lingüísticos de inteligencia artificial. “Durante años, las obras profesionales de los más de un millón de escritores de libros de todos los géneros del sector europeo han sido cosechadas sin consentimiento y sin remuneración para desarrollar productos de software competidores de la llamada IA”. El Consejo Europeo de Escritores califica estas prácticas como “robo” y “parasitismo”.
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En julio, miles de escritores afiliados a Authors Guild (Gremio de Autores en inglés), la asociación profesional de escritores más antigua de Estados Unidos, firmaron una carta abierta dirigida a los directivos de OpenAI (la empresa responsable de ChatGPT), Meta (la empresa a la que pertenecen Facebook, Instagram y WhatsApp), IBM y Microsoft. Entre ellos se encontraban escritores de renombre como Margaret Atwood, George R. R. Martin o Jonathan Franzen.
En su escrito advertían de que las aplicaciones de inteligencia artificial generativa se alimenta de sus obras sin su consentimiento y sin respetar ni pagar sus derechos de autor. “Estas tecnologías imitan y regurgitan nuestro lenguaje, historias, estilo e ideas. Millones de libros, artículos, ensayos y poesías protegidos por derechos de autor proporcional el 'alimento' a los sistemas de IA, comidas interminables por la que no se nos ha pasado factura”, rezaba la misiva. Además, aportaban el dato de que en la última década los ingresos de los escritores han disminuido un 40 %. En septiembre los autores estadounidenses dieron un paso más allá con una demanda colectiva contra OpenAI.
La traducción es otro de los campos más amenazados por la IA. En su libro ¿Sueñan los traductores con ovejas eléctricas?, el traductor y filólogo José Francisco Ruiz Casanova, profesor de Literatura Española e Historia de la Traducción en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, aborda cómo la irrupción de la IA en el ámbito de la traducción literaria vendrá a redefinir no solo la traducción literaria misma o las funciones y tareas de los “traductores humanos”, sino “la estructura profunda de la industria editorial y sus medios de producción”.
El desarrollo de la inteligencia artificial y sus aplicaciones avanza a un ritmo vertiginoso. Como dice Casanova en la contraportada de su libro, “con toda seguridad, algunas de las cosas que aquí se dicen habrán cambiado cuando este volumen llegue a las manos de los lectores; algunas más ya cambiaron durante su escritura y otras (muchas) cambiarán durante su lectura”.
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También entre la comunidad educativa la irrupción de la IA ha traído quebraderos de cabeza, ya que resulta difícil a simple vista determinar si una redacción o un trabajo de clase ha sido generado por un modelo de lenguaje de inteligencia artificial como ChatGPT. Al rescate de los profesores que deben detectar estos fraudes han surgido herramientas como GPTZero, capaces de determinar si un texto ha sido creado con ayuda de inteligencia artificial y en qué grado.
Fruto de un acuerdo entre Google y la Real Academia Española, el gigante tecnológico acaba de incorporar el diccionario de la RAE a su buscador y a su teclado inteligente Gboard, que proporciona correcciones y sugerencias de palabras. En su presentación, el pasado 12 de diciembre, el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, calificó este acuerdo como "un excelente ejemplo de autorregulación de la inteligencia artificial", y afirmó: "De la claridad del lenguaje de la inteligencia artificial, la adaptación a las variedades léxicas y fonéticas del español de América, depende que millones de personas puedan acceder a los sistemas que usan las modernas tecnologías. La comprensión de la información es el primero de los derechos fundamentales porque constituye la puerta de entrada del ejercicio de cualquiera de los demás".
Cine
El miedo a la inteligencia artificial también fue uno de los ingredientes de la huelga de actores y guionistas de Hollywood durante 2023, y uno de los principales obstáculos para su desenlace. Una de las principales preocupaciones del sector es la utilización de la IA para crear dobles digitales de los actores. Según el sindicato SAG-AFTRA, “la inteligencia artificial plantea una amenaza para las profesiones creativas, y todos los actores e intérpretes merecen un lenguaje contractual que les proteja de la explotación de su identidad y talento sin consentimiento ni remuneración".
La Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP) ofreció un aumento de los salarios a los profesionales que permitieran ser replicados virtualmente. Finalmente, los grandes estudios aceptaron renegociar su propuesta sobre la regulación de la IA para poder llegar a un acuerdo con el sindicato y poner fin a cuatro meses de huelga.
Duncan Crabtree-Ireland, director ejecutivo del sindicato y líder de las negociaciones, admitió el pasado 5 de diciembre que hay muchos miembros del sindicato insatisfechos con el resultado de la negociación. “Reconozco que hay gente que quiere prohibir la IA. No quieren que exista, desearían que nunca se hubiera inventado. Pero eso no es realista”, declaró en una entrevista en Deadline, medio especializado en noticias de Hollywood. Aunque “comprende y respeta” que haya gente que opine que el acuerdo no es suficiente, él considera que “durante la vigencia de este contrato, durante los próximos dos años y medio, las protecciones que tenemos en este acuerdo serán suficientes para abordar esas preocupaciones”.
Música
En la serie documental El arte del sonido con Mark Ronson, conducida por el popular músico, compositor y productor musical, pudimos conocer ya en 2021 a Yona, la primera inteligencia artificial capaz de componer música aprendiendo de otros compositores, o “la primera artista sintética”, como la define su creador, Ash Koosha.
Mientras que Yona tenía su propia voz, en 2023 se ha vuelto habitual que circulen por las redes sociales deepfakes de cantantes reales, vivos y muertos, rejuveneciendo sus voces o creando colaboraciones ficticias, como una de Drake y The Weeknd que publicó un usuario de TikTok y fue borrada a los pocos días de la red social y también fue eliminada de YouTube por una supuesta infracción de derechos de autor de Universal Music Group, a pesar de que la canción, titulada “Heart on my Sleeve”, fue compuesta por Ghostwriter977, el usuario que la subió.
Universal Music, de hecho, se ha tomado este tema en serio. El gigante de la música pidió expresamente a Spotify y a Apple Music que no cedan sus contenidos para el entrenamiento de programas musicales, y ha firmado en octubre un acuerdo estratégico con BandLab, la mayor plataforma social de creación de música, para “una relación estratégica expansiva, pionera en la industria, concentrada en la inteligencia artificial”. Según un comunicado publicado por ambas compañías, “la alianza promoverá el compromiso compartido de las empresas con el uso ético de la IA y la protección de los derechos de los artistas y compositores. Juntas, las empresas también serán pioneras en soluciones impulsadas por el mercado con estándares a favor de los creadores para garantizar que las nuevas tecnologías sirvan a la comunidad de creadores de manera efectiva y ética”.
Por su parte, YouTube lanzó un proyecto llamado YouTube Music AI Incubator, un programa llevado a cabo con artistas compositores y productores para definir cuál debe ser el enfoque de la plataforma de vídeos acerca de la IA generativa en la música. Además, estableció sus tres principios respecto a ella: 1) “La IA está aquí y la adoptaremos de manera responsable junto con nuestros socios musicales”; 2) “La IA está marcando el comienzo de una nueva era de expresión creativa, pero debe incluir protecciones adecuadas y desbloquear oportunidades para los socios musicales que decidan participar”; y 3) “Hemos creado una organización y políticas de contenido de confianza y seguridad líderes en la industria. Los ampliaremos para afrontar los desafíos de la IA”.
Con esta nueva capacidad de la IA para imitar estilos compositivos y voces, surge un nuevo debate en torno al copyright en la música: ¿se infringen derechos de autor si se plagian las características de una voz, no las obras compuestas o grabadas por esa persona? Como explica el abogado Pedro Fernández, del bufete especializado en derecho musical Sympathy for the Lawyer, según la Ley de Propiedad Intelectual, “para que una obra sea protegible, esta debe ser original y estar creada por una persona física”, por lo que el interrogante está en el aire. "Esta falta de legislación está provocando incertidumbre e insegudirada jurídica en todos los operadores del mercado", añade en este artículo.
El binomio inteligencia artificial y música dio también muchos titulares en noviembre, cuando vio la luz "Now and Then", una canción inédita de los Beatles que incluye la voz de John Lennon y que se ha completado gracias a la inteligencia artificial. Así lo anunció el propio Paul McCartney durante el verano. Aunque la IA solo contribuyó a “limpiar” el sonido de una grabación casera de Lennon, muchos fans protestaron ante lo que consideraban un macabro e indigno sucedáneo de la voz de Lennon.
Europa, pionera en la regulación de la IA
El año acaba con una noticia esperanzadora sobre la legislación de la inteligencia artificial. Las instituciones de la Unión Europea han pactado este mes de diciembre una ley pionera para regular la IA y evitar sus riesgos, a la vez que busca impulsar a la industria europea frente a gigantes como China y Estados Unidos. “La ley de inteligencia artificial de la UE es pionera en el mundo. Un marco legal único para el desarrollo de la inteligencia artificial en el que se puede confiar", dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un mensaje en la red social X, antiguo Twitter. Como informó Euronews, el acuerdo llegó tras 36 horas de negociaciones y aún lo tendrán que ratificar el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE, la institución que representa a los Gobiernos europeos.
En lo que respecta a las industrias culturales y creativas, la nueva ley europea establece que los sistemas de inteligencia artificial generativa, como los ya citados, cumplan criterios de transparencia, como especificar si un texto, una canción o una fotografía se han generado a través de la inteligencia artificial y garantizar que los datos que se han empleado para entrenar a los sistemas respetan los derechos de autor.
Las negociaciones sobre la ley de inteligencia artificial han culminado durante la presidencia española del Consejo de la UE, que la tenía entre sus prioridades. "Hemos logrado un hito importante, que los ciudadanos podemos decidir qué se puede hacer y qué no con la inteligencia artificial", dijo la secretaria de Estado española de Telecomunicaciones e Infraestructura Digital, Carme Artigas.
No obstante, la ley, una vez aprobada definitivamente, entrará en vigor en 2026 y se aplicará por fases. Toda la normativa referente a los sistemas de IA generativa entrará en funcionamiento doce meses después. Para velar por su cumplimiento, el nuevo reglamento prevé multas que pueden alcanzar los 35 millones de euros o el 7% del volumen de negocio de las empresas.