Jan Swafford: "Beethoven es el humanista supremo de los compositores"
Es el autor de 'Beethoven', la monumental biografía publicada por Acantilado, una concienzuda reconstrucción de mil quinientas páginas. Swafford habla con El Cultural de la infinidad de contradicciones de la personalidad de su biografiado y de la potencia intemporal de su legado
13 noviembre, 2020 12:29Revela Jan Swafford (Chattanooga, Tennessee, 1946) que medirse con Beethoven no ha sido un empeño del que haya salido indemne. Y se entiende: por la enormidad del personaje. Primero estuvo dos años paralizado por el miedo. Iba acumulando libros y documentos hasta que varias montañas se elevaron sobre su escritorio. Luego, tras el vértigo inicial, tomó por fin velocidad de crucero durante otros siete años. Avanzaba de manera más o menos satisfactoria en su empeño por diseccionar concienzudamente los recovecos del ser humano y del talento inconmensurable del compositor. Pero el ritmo no era suficiente para completar la empresa en un plazo razonable. La cosa se podía eternizar. Así que durante tres años se unció al escritorio y se esforzó como un galeote. El resultado ha merecido la pena. Swafford, también compositor, aparte de autor de otras biografías (Brahms, Charles Ives y ahora está metido en faena con una de Mozart), ha cuajado un volumen que, sin renunciar a la musicología y al análisis técnico de partituras, funciona como texto divulgativo (no olvidemos que es profesor de composición en el Conservatorio de Boston). Su narración, además, se tensa por momentos con nervio periodístico, lo que hace más digerible el atracón de casi 1.500 páginas que finalmente entregó a la imprenta. Una lectura, en definitiva, idónea para intentar comprender las contradicciones éticas (como el choque entre su egocentrismo y la defensa de ideales emancipadores de la condición humana) y estéticas (como su formación clasicista forzada por su pulsión romántica) que jalonaron la trayectoria vital y artística del genio de Bonn.
Pregunta. Bueno, discúlpeme, que a usted eso de ‘genio’ no le gusta nada. De hecho es un término que evita usar para referirse a Beethoven. Prefiere definirlo como un artesano muy consciente de su trabajo. ¿Por qué?
Respuesta. Porque la palabra genio está muy manida en la actualidad, tanto que se ha convertido en un cliché insignificante. Pero la genialidad de Beethoven está fuera de toda duda y a la exploración de sus raíces dedico todo el libro.
Angustia y triunfo
P. En el subtítulo emplea dos sustantivos en concreto: ‘angustia’ y ‘triunfo’ [en la versión original inglesa]. ¿Por qué cree que ambos sustancian su vida?
R. Por una razón muy sencilla: su música es un triunfo y, por otro lado, él sufrió una barbaridad, física y mentalmente. Así que esos dos términos lo resumen perfectamente.
P. También baja al compositor del pedestal mítico y se aproxima a su dimensión humana. ¿Hasta qué punto su mitificación distorsiona su verdadera personalidad?
R. Para contestar, me remitiré a Borges: “La gloria es una forma de incomprensión, quizá la peor”. Es imposible percibir un monumento en un altar como a una persona de carne y hueso.
P. Tradicionalmente, se dice que fue un hombre excesivo, megalómano, apasionado, salvaje, alcohólico, desconfiado, huraño, caótico, extremadamente sensible, obsesionada con el dinero… ¿Todo eso es cierto?
R. Sí, lo es de algún modo, pero sobre todo fue un paranoico. Sospechaba que otros oportunistas le copiaban sus ideas, lo cual no es no es del todo infundado en lo que atañe a su etapa vienesa. Sospechaba también que sus amigos le robaban dinero y le maltrataban. Esto último era quizá su peor defecto. Al final de su vida fue deshonesto en alguna ocasión. Por ejemplo, prometiendo obras a diversos editores, en parte porque creía que era pobre cuando no lo era, pero también porque sentía un fuerte compromiso con su sobrino y quería dejarle una cuantiosa herencia, algo que consiguió hacer.
"fue el primer compositor en escribir para la eternidad. sería feliz si conociera su fama hoy"
P. Uno de los tópicos que le persiguen es que fue una persona muy contradictoria. Por ejemplo, esa obsesión con el dinero y su materialismo egocéntrico se conjugaba con una gran generosidad con sus amigos. Realmente, ¿era tan marcado el contraste?
R. Sí, lo fue, desde luego. A él, por ejemplo, le afectaba mucho el dolor y el sufrimiento ajeno. Intentó de hecho ayudar a personas que muy poco tiempo antes consideraba sus enemigos.
P. Si la deriva ‘canonizadora’ continúa aumentando, ¿teme que las nuevas generaciones pierdan el interés en él?
R. La mejor manera de evitarlo es recordar continuamente a la gente que fue una persona como el resto de nosotros, aun con un talento y una disciplina extraordinarios. Si los grandes deportistas son recordados años y años, los artistas merecen el mismo derecho. Pero, eso sí, debemos siempre mirarles cara a cara. Eso es lo que he intentado con mi libro.
Contra la canonización
Swafford recela de los fastos conmemorativos porque pueden petrificar la visión mitificada de Beethoven. Es un hecho irrebatible que están reforzando su monopolio en los atriles, incluso a pesar de que la pandemia ha aguado bastante los planes celebratorios. Sin embargo, el aluvión de ciclos que se están desarrollando en su nombre también es una oportunidad para que nuevos públicos se acerquen a la clásica y, más concretamente, a su mutante legado musical.
El biógrafo estadounidense pide un plus de energía para no desperdiciar tanta visibilidad: “Lo que me encantaría es que las orquestas toquen la Quinta sinfonía como si fuera la primera vez que lo hacen, porque habrá millones de personas que se acerquen también a Beethoven por primera vez, y será maravilloso para ellos, todo un descubrimiento. Hay muchos músicos que están un poco cansados de interpretar a Beethoven, y se nota. Esa rutina institucionalizada es el peligro”.
P. Ha dedicado doce años de su vida a este estudio de más de mil páginas. ¿Cuáles fueron las principales dificultades que afrontó para llevarlo a término?
R. La verdad es que los últimos tres años trabajé casi como un esclavo. Sólo al capítulo de la sinfonía Heroica, por ejemplo, le dediqué dos meses. Iba detallando el proceso de composición de la obra al mismo tiempo que analizaba la versión definitiva. Un contraste realmente duro.
P. Ha escrito también sendas biografías de Brahms y Charles Ives. ¿Sintió más presión al remangarse con Beethoven?
R. Estuve un par de años atenazado por la idea de tener que enfrentarme a él. El principal problema fue abordar la montaña de documentación que tenía que leer y procesar. Mis libros sobre Ives ocupan una balda y media. Los de Brahms, dos y media. Y los de Beethoven, más de dos estanterías completas. Ahora estoy terminando una de Mozart: una librería fina.
Feo y medio loco
P. Por cierto, ¿en todos esos documentos que fue acumulando encontró algún dato que confirmara su posible ascendencia española por vía de su abuela paterna?
R. No, la verdad es que no sé mucho de ella aparte de que estuvo encerrada veinte años en un convento por sus graves problemas con el alcohol. Horrible.
P. Horrible fue también la relación de Beethoven con el universo femenino: una fuente inagotable de sufrimiento. Aparte de por la sordera, ¿por qué fue tan desastrosa esta faceta?
R. Me limitaré a citar a una mujer que cortejó y que luego fue preguntada sobre el motivo de su rechazo: “Era feo y estaba medio loco”. Era un hombre muy ensimismado, propenso a arrebatos de ira y con diarrea crónica. Podría continuar pero seguro que ya ha cogido la idea…
La pérdida de audición, aparte de afectar el vínculo con sus coetáneos, también tuvo su influjo en la labor creativa. ¿Hasta qué punto condicionó su escritura? ¿Habría sido muy diferente de no padecerla? Son preguntas inevitables. Swafford también se las plantea. “No hay manera de saber cómo la alteró. Está claro que le obligó a bucear en su propia mente con mucha profundidad. Tenía que componer de manera muy diferente porque ya no podía estudiar sus partituras tocándolas al piano. El resultado es el sublime estilo de su última etapa”.
"siempre decía que hacía de su capa un sayo, que nada ni nadie le influía, pero es obviamente falso"
P. ¿Qué rasgos destacaría de este estilo postrero, tan experimental?
R. Su música parece casi improvisada, como el flujo de la conciencia. Se hizo más grande y más pequeña, más simple y más compleja… Amplió los límites en todos los sentidos.
P. ¿Cree que fue más revolucionario en su música de cámara que en la sinfónica?
R. La gran revolución fue la Heroica. Quedó claro desde muy temprano y lo sigue estando hoy. Pero lo más rupturista en muchos aspectos son los cuartetos de cuerda y sus sonatas para piano, No fueron entendidos ni bien conocidos durante mucho tiempo. Incluso Rimski Korsakov, a finales del XIX, dijo que los últimos cuartetos son una clara manifestación de los efectos de la sordera y la locura en Beethoven. Cuesta creer que él, profesor de Stravinski, dijera algo así, pero lo dijo.
P. Asegura que él acabó convertido en un compositor romántico más por la demanda de su público que por inclinación personal. Eso rompe el cliché de artista insobornable.
R. Siempre decía que hacía de su capa un sayo y que no le influía nada ni nadie, pero eso es obviamente falso. Fue un hombre de finales del XVIII, o sea, de la Ilustración, pero sus seguidores eran románticos. La respuesta de estos a su música, incluida la de críticos fervientemente románticos como E.T.A. Hoffman, tiene mucho que ver con su obra final. Es difícil determinar cómo le influyeron pero es seguro que lo hicieron.
Pocas batutas convincentes
P. Los gustos musicales son muy fluctuantes pero la popularidad de Beethoven nunca ha declinado. ¿Cuál es la clave de este fenómeno?
R. Qué le voy a decir… El poder y la humanidad de su obra. Fue educado para sentir que era un deber, un deber sagrado, expresar su pasión por la música. Y lo hizo más directamente que cualquier otro de sus colegas. Él es, creo, el humanista supremo entre los compositores.
P. ¿Cuál ha sido en su opinión el director que mejor ha entendido su música?
R. No me decantaría por nadie porque reconozco que soy muy arbitrario al juzgar interpretaciones. Pero apuesto a que encontraría muy pocos que me convenzan en todos los movimientos de la Quinta sinfonía.
P. Si Beethoven conociera su gigantesca fama hoy, 250 años después de su nacimiento, le haría muy feliz, ¿no?
R. Sin duda. La idea de que un compositor pudiera escribir obras para un repertorio estable y devenir inmortal era algo muy nuevo en su época. Monteverdi, por ejemplo, era el compositor más prominente en la suya pero sólo cincuenta años después de morir había sido olvidado completamente. Händel fue el primero en afianzarse en el repertorio. Haydn y Mozart no pensaban en esos términos. Beethoven sí, y eso le otorga peso y seriedad a su música. Probablemente, fue el primero en escribir para la eternidad.