Elena Medel: "Sin educación no existe la curiosidad"
Poeta, editora y activista, Elena Medel lleva 15 años agitando con tino el cotarro poético. Ahora Visor recopila toda su obra en 'Un día negro en una casa de mentira'
22 abril, 2016 02:00¿Qué libro tiene entre manos?
Estrómboli, de Jon Bilbao.
¿Ha abandonado algún libro por imposible?
Pocos. Soy una lectora abnegada.
¿Con qué escritor le gustaría tomarse un café mañana?
Dejemos a los mitos en paz...
¿Recuerda el primer libro que leyó en su vida?
Una versión para primerísimos lectores de Heidi.
¿Y el primer poema que escribió?
No. Pero sí el primer relato: un antihéroe con cabeza de huevo frito, al que todos derrotaban.
Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Casi todos los días. Hace años -llena de dudas- descubrí La muerte de Chatterton, de Henry Wallis. Disipé algunas.
¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
No sé si el arte debe entenderse. Claro que me interesa: me despierta.
¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado?
La de Julia Margaret Cameron. Leí que le importaban la poesía y la belleza; lo intuyo en cómo mira.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Disculpen el tópico: algo de Louise Bourgeois. En su defecto, colgué algunas postales junto al escritorio.
¿Cuantas veces va al teatro al año?
Las que el presupuesto me permite; una vez al mes, como mínimo. Tengo ganas de ver Penal de Ocaña, en La Abadía.
Háganos un diagnóstico del estado de la poesía en la España de hoy.
Vivimos un momento interesantísimo, sin certezas. Nuevas editoriales, propuestas y lectores frente a los sellos y escrituras consolidadas y el público fiel. Tengo la sensación de que recorren caminos paralelos y distantes, pero... ¿se cruzarán?
¿De qué poetas se siente más cercana? ¿A qué poetas lee con especial urgencia?
Al corregir me asomo a Lorca, Aragon o Plath, y añado nombres según el rumbo del libro.
¿Qué verso de la historia de la poesía le hubiera gustado escribir?
Un verso y otro verso y otro verso: el poema “Ya no”, de Idea Vilariño.
Con treinta años, ya tiene usted recopilada en Un día negro en una casa de mentira toda su obra. ¿Qué es lo más permanente en su obra?
Me interesan la poesía como mirada y actitud, más que cómo género, y la forma en la que nos construimos: identidad, rol, espacio... Y el discurso femenino, en tanto que universal.
Cuéntenos sus mayores alegrías como editora de La Bella Varsovia. ¿Alguna decepción?
Recibo las cajas con una novedad. En una librería, un desconocido hojea un libro de la editorial, lee varios poemas: lo compra. Alguien me cuenta lo mucho que le entusiasmó otro libro. Todo compensa -en un sentido emocional- devoluciones y tropiezos.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Por supuesto. Como lectora, para atender o descartar; como escritora, para aprender.
¿Qué música escucha en casa? ¿Es de Ipod o de vinilo?
Recurro a Spotify, casi siempre con sesión privada. Subo el volumen con todo lo que huela a Gainsbourg.
¿Es usted de los que recelan del cine español?
Por supuesto que no. Yo quiero celebrar -ahora- Los ilusos, Orensanz, El gran vuelo o Magical girl.
¿Recuerda la película que ha visto más veces?
Reservoir Dogs, porque amo a Shakespeare, y Cleo de 5 a 7, porque amo a Varda.
¿Qué libro debe leer el presidente del Gobierno?
Belleza cruel, de Ángela Figuera Aymerich. Por decreto ley: un ejemplar para cada español.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me gusta -imposible responder sin sentirse un poco Vilas- pese a nuestro empeño en desdeñar lo propio.
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural.
Invertir en educación. Por egoísmo: necesitamos lectores, oyentes, espectadores. Sin ella no existe la curiosidad.