Raúl Rivero: "Es muy difícil aceptar la desaparición de los sueños"
Socarrón y caribe, Raúl Rivero (Morón, Cuba, 1945) sabe mucho de las cárceles castristas. En abril de 2003 le condenaron a 20 años de cárcel por subversión, pero un año y medio después el poeta y periodista logró la libertad gracias a las presiones de intelectuales e instituciones del mundo entero, y ese mismo año recibió el Premio Mundial de la Libertad de Prensa UNESCO/Guillermo Cano. Firmante, en 1991, de la Carta de los Intelectuales, en la que se solicitaba al presidente Fidel Castro la liberación de los presos de conciencia, conoce bien a muchos de los disidentes liberados estos días.
Pregunta.- ¿Realmente algo está cambiando en la Isla?
Respuesta.- Si, algo se mueve. Y se mueve por la acción pacífica de la oposición, la resistencia permanente, y por la parálisis del gobierno que ha llevado el país a la ruina. La sociedad necesita cambios, modernización y aperturas. No es el empecinamiento de un grupo político. Se trata del reclamo de los grandes sectores que quieren vivir y trabajar en el lugar donde nacieron. De los jóvenes que quieren tener en su tierra lo que tienen que salir a buscar a otros países. Sí, algo se mueve, con lentitud y con manos que quieren aprovechar el movimiento para dirigirlo hacia sus puntos cardinales. Pero se mueve.
P.- España acaba de recibir a una decena de disidentes cubanos: ¿cómo los presentaría al ciudadano español....?
R.- Los presos que acaban de llegar son personas sencillas. Gente que ha sufrido mucho, con deseos de vivir y de trabajar en libertad. Como la mayoría son personas jóvenes nunca han vivido en democracia. Algunos, los de más edad, vivieron en su adolescencia una dictadura de otro corte. Así es que de una derechas a una izquierda. Están en una etapa de descubrimientos y asombros. De aprendizaje, porque la mayoría aprendió a ser demócrata por cuenta propia en un medio hostil y peligroso. Creo que la mayoría entenderá todo muy rápidamente aquí; esta experiencia les servirá a los que decidan regresar a Cuba en libertad.
"La disidencia interna recibe con alegría las excarcelaciones. Pero la obligación de salir de Cuba no puede agradar a nadie"
P.- ¿Cómo está viviendo la disidencia del interior las liberaciones de algunos encarcelados, y la postura de España?
R.- La disidencia interna recibe con alegría las excarcelaciones. Los presos viven en la última cuneta de la sociedad. El hecho de que pueda salir de allí hombres que llevan siete años encerrados y en condiciones muy difíciles satisface a todos. Ahora sí, la obligación de tener que salir de Cuba, el método torvo y miserable de enviarlos de los calabozos a un avión, no puede agradar a nadie. Una liberación real tendría que haber puesto a los presos en las casas de donde los sacaron en aparatosas y violentas maniobras policiales en 2003.
P.- ¿Cuál de todas las liberaciones le hace más feliz, con quién y por qué sueña con reencontrarse lo antes posible?
R.- Todas las excarcelaciones me producen alegría. Claro que ha sido especialmente emocionante reencontrarme con Ricardo González Alfonso y con Rodríguez Saludes, mis viejos compañeros del periodismo independiente con quienes preparé, en su momento, en 2002, una revista libre dentro de Cuba.
P.- ¿Entiende la postura de los intelectuales españoles ante lo que se da en llamar "el problema cubano"?
R.- Creo que hay, en general, una mejor comprensión del llamado problema cubano y muchos artistas e intelectuales españoles han tenido en los últimos tiempos posiciones de apoyo al proceso democrático en la isla. Siento respeto y gratitud por todos ellos. Mucha gratitud. Y por los que apoyan al régimen sólo respeto. Reconozco que es muy difícil aceptar la desaparición de los sueños. Muchos de nosotros lo sufrimos. El sueño de ellos es la pesadilla de los cubanos.
P.- ¿Qué tendría que pasar para que volviera a Cuba?
R.- Tendría que pasar un proceso de transición. Sin exclusiones ni hemiplejias. Abierto y democrático, como dice el poeta que debe ser el mar.
R.- ¿Cómo es La Habana a la que sueña regresar algún día?
R.- La Habana que sueño para regresar debería parecerse a Madrid. En su amor por la vida, por la noche y por la libertad. En sus librerías y sus museos, en la atmósfera de debate de ideas y de respeto por la opinión ajena.