Paloma Pedrero
Cualquier tema tabú es perfecto para desvelarlo en un escenario
23 febrero, 2006 01:00Paloma Pedrero, por Gusi Bejer
Paloma Pedrero (Madrid, 1958) es autora de más de 30 obras de teatro, en un estilo que se mueve en el realismo poético de ambiente urbano. Destaca por ser una de nuestras autoras más traducidas. En el Arlequín de Madrid se representa El color de agosto, la historia de una pasión entre mujeres. La dramaturga tiene también de gira Beso a beso, en la que hilvana un mosaico de historias donde cinco mujeres cuentan cómo fue su primer beso.
Respuesta: La verdad es que sí. No soy sólo de las pocas sino de las primeras que abrieron camino. Y no ha sido fácil, se lo aseguro. También me enorgullece y me gratifica un hecho menos conocido: ser uno de los autores teatrales españoles más estudiados y representados fuera de España.
P: Esta ausencia de la escritura femenina de los escenarios, ¿se debe a que a las mujeres no les interesa el teatro o a que el teatro es un negocio de hombres?
R: El teatro, como casi todo, ha estado y sigue estando en manos de los hombres. Ellos deciden lo que es interesante o no. Cuándo y cómo jugamos. Y por supuesto, siempre lo hacen en su campo.
P: Da la impresión de que pone un gran empeño por figurar en la cartelera con cierta regularidad. Ahora se representa en Madrid El color de agosto y tiene en gira Beso a beso.
R: Mis obras se representan porque yo las defiendo. Pero, sobre todo, porque se enamoran los actores y directores de ellas.
P: En El color de agosto dos amigas de juventud se encuentran una noche de agosto, con mucho calor y mucho whisky, es una situación perfectamente plausible pero, ¿qué la hace dramática, teatral?
R: Es la historia de una pasión. Todo ocurre en la escena. Esas dos mujeres desnudan su alma y su cuerpo en una lucha imposible por encontrarse. No hay discurso ni sermón. Es teatro puro. La obra trata sobre las relaciones de poder y dependencia entre las personas. Pero esta vez con la novedad de que ocurre entre dos mujeres libres e independientes.
P: ¿Se proponía escribir un duelo interpretativo para dos actrices?
R: Quizá sí. Esta obra la escribí cuando yo estudiaba interpretación. Una compañera y yo éramos las favoritas de Alberto Wainer, nuestro maestro, y ambas, amiguísimas fuera, competíamos ferozmente sobre el escenario. Cuando salíamos a improvisar juntas llegábamos a momentos de alto riesgo. De ahí nace El color de agosto.
P: El sexo es ingrediente importante de su teatro, tanto en El color de agosto como en Beso a Beso. Pero es un tema difícil de tratar en escena. En su opinión ¿qué hay que evitar?
R: En mi opinión no hay que evitar nada en escena. Todo lo contrario. Cualquier tema tabú es perfecto para desvelarlo sobre un escenario. Para eso estamos, ¿no?
P: ¿Cree que con los autores de teatro funcionan también las modas, que hay momentos proclives para un autor y, en cambio, otros en los que haga lo que haga, ni modo?
R: Claro que funcionan las modas, vivimos en un mundo superfluo. Ahora toca la del teatro confuso, ese que ni sus autores entienden, pero que gusta mucho a las autoridades. Al poder siempre le ha gustado más el arte obtuso, la fragmentación, el espejo roto y sucio. De esa manera no se nota la crítica. De todas formas, y como usted bien sabe, las modas pasan y el tiempo pone a cada uno en su sitio.
P: Su colega Domingo Miras decía que cada época tiene sus modas y que en la actual, para ser escenificado, dependes de estar relacionado con una compañía, porque los autores que escriben en su gabinete no tienen ya futuro.
R: Sí, ese es un factor importante. Pero no el único. También depende del estilo de teatro que escribas, del número de personajes, de las edades y tipo -los actores buscan personajes complejos con los que se puedan identificar y lucir-. Y por supuesto, de la capacidad del autor para peleárselo día a día sin decaer.
P: Acaba de haber elecciones en la Asociación de Autores de Teatro y han votado más de 150 autores. El colectivo es grande pero, ¿dónde ver lo que escriben?
R: Mire, este país tiene una deuda enorme con sus dramaturgos vivos. Salvo a algún niño bonito del gobierno de turno, a los autores se nos trata con absoluto desprecio desde el poder, y el poder hoy maneja las redes por las que han de girar nuestras obras. Los políticos, salvo alguna excepción, no tienen realmente interés por el teatro. No respetan la tradición dramatúrgica de este país. No piensan que los dramaturgos de hoy son el patrimonio teatral del mañana. No les importa el mañana. Ellos quieren lucimiento inmediato y sillón infinito. Es una pena.
P: Próximamente editará un libro con sus artículos periodísticos. ¿Es un diario femenino, o feminista?
R: Las dos cosas. No se puede ser feminista de verdad si no se valoran los rasgos primordiales de la mujer. No pienso que la mujer deba masculinizarse. Es al contrario, hay que feminizar el mundo.
P:¿Cómo ha influido el articulismo periodístico en su obra teatral?
R: No creo que me haya influido. Lo que sí ha ocurrido es que en verano siempre me piden cuentos y yo escribo relatos en primera persona y monólogos, que de otra manera no escribiría. De ahí nació Beso a Beso.