Constantino Bértolo: "El editor que lee empieza a estar mal visto profesionalmente"
Constantino Bértolo, por Gusi Bejer
Pregunta: ¿Cómo se siente empezando de nuevo? Respuesta: Como un niño con zapatos nuevos, como Sísifo subiendo una piedra que le gusta, como un náufrago que escribe un mensaje en una botella, como un alma condenada al infierno a la que de pronto le dicen que donde realmente está es en el purgatorio (y se lo cree). P: ¿Es el Caballo de Troya de su megagrupo? R: No creo, ahora todas las empresas tienen un antivirus. En todo caso lo que este caballo busca es abrir una ventana. P: ¿Cuál es su talón de Aquiles como editor? R: No consigo creerme que todo lo que publico sean obras maestras. P: ¿Los mercaderes le han ganado la partido a los editores de verdad? R: Editar es una extraña mezcla de palabras y números. últimamente los números van ganando, pero los que realmente han ganado el partido a los “editores de verdad” son los editores de mentiras. P: ¿Qué estaría dispuesto a hacer por un éxito editorial de cientos de miles de ejemplares vendidos? R: Ese es un sueño (y un placer) que nunca he tenido y acaso ése sea otro talón de Aquiles. Siento además que un éxito puede acabar con un editor. Hay casos patéticos de editoriales que buscan fotocopiar el tipo de libro con el que llegaron a la lista de los más vendidos. P: ¿Lo que no se vende no existe? R: Existe pero no forma parte de la realidad. P: ¿Y de lo que no se habla? R: No vende. P: ¿Y a quien volvería a publicar, a pesar de todo? R: A Begoña Huerta, a pesar de que la última novela que le publiqué en Debate, Por qué envejecemos tan deprisa, apenas tuvo ventas y fue anatemizada por algún crítico. P: ¿Tienen razón los optimistas que hablan de una nueva edad de oro de la literatura española? R: Los optimistas siempre tienen su razón. Les pasa como a Don Quijote: ven una bacía de barbero que reluce, se la ponen en la cabeza creyendo que es un yelmo y se sienten en la gloria. Pero la bacía (por demás vacía) sigue siendo bacía de barbero. P: ¿Los editores “de toda la vida” son una especie en vías de extinción? R: Son una especie en vías de readaptación. No es fácil pasar de un terreno de regadío a otro de secano. Lo que les hace o nos hace falta es o una oración fúnebre o un habitat más fértil. Pero el agua hace ya tiempo que se trasvasa prioritariamente hacia los verdes campos de golf. P: Algunos colegas suyos pagan anticipos millonarios por libros no escritos: ¿se han vuelto locos? R: Hemos llegado a una situación en la que un editor que lea empieza a estar mal visto profesionalmente. Los libros que mejor se venden son los que no necesitan ser leídos por nadie (acaso ni por los compradores). A los editores les llega con leer el nombre y la capacidad mediática del autor. P: ¿Qué es lo peor que puede reprocharle a una agente? R: Que no haya leído el manuscrito que me manda. P: ¿Le han “robado” muchos autores? R: Robar me parece un término muy duro. Hablar de fidelidad en una relación que tiene un componente económico me parece ridículo. Sólo cabe pedir un poco de educación. P: ¿Y a quién le gustaría robar? R: A ese nuevo escritor que en estos momentos está escribiendo un texto con ambición literaria, con vocación de cuestionar lo que la mayoría de los textos nos ofrecen hoy: consuelo más o menos triste o simpático, cursilería y autogratificación. P: Un editor debe ser juzgado por los malos libros que ha publicado. ¿Cuál fue el peor de los suyos y por qué lo publicó? R: Reconozco que hace años me llegó una novela, pedí un informe y el lector me dijo que se trataba de una novela “mala, cursi y católica”. Estaba un poco harto de no vender y decidí publicarla. Y fue una de las que más se vendió durante mi época de director de Debate. Deprimente. P: ¿Y de cuál se siente más orgulloso? R: De haber puesto en marcha la colección Punto de Partida en Debate, donde publicaron sus primeras obras autores como Ray Loriga, Magrinyá, Francisco Solano, Ana Santos, Marta Sanz y Josan Hatero, entre otros. P: ¿Qué pecado de juventud editorial no volvería a cometer jamás? R: No hacer caso de la opinión de los comerciales. P: ¿Y cuál no querría dejar de perpetrar? R: No hacer caso de la opinión de los comerciales. P: Como editor, ¿es un corruptor de mayores? R: Ojalá, corromper a los corrompidos podría ser una buena terapia. P: ¿Qué consejos le daría a un joven escritor? R: Que me mande sus originales y tenga paciencia si tardo en contestarle. P: ¿Y a un joven editor? R: Que sea catalán y rico.