Las mafias se apoderan de la hípica en EEUU: jinetes muertos, apuestas ilegales y caballos drogados
El Rancho El Centenario, en el estado de Georgia, se ha convertido en el epicentro de una gran trama criminal que vive su momento de mayor auge.
17 agosto, 2022 02:15La hípica, o el turf, como mundialmente se conocen al grupo de pruebas de carreras de caballos en las que se puede apostar, es un deporte que vive en la polémica constante. Las instituciones que persiguen el maltrato contra los equinos mantienen siempre una lucha muy importante para evitar en la mayor medida de lo posible el sufrimiento de estos animales. Sin embargo, tal y como se está produciendo en algunas zonas de Estados Unidos, a veces ese trabajo resulta insuficiente.
Eso es lo que está pasando con el famoso circuito bush que se está desarrollando de manera peligrosa y silenciosa en Estados Unidos. Se trata de carreras de caballos fuera de toda regulación en las que los animales son dopados y electrocutados para llevar su rendimiento al límite. Sin embargo, la fiebre y la locura por estas pruebas han provocado que se produzcan también muertes de jinetes que tienen que ser calladas para no destapar una gran trama sustentada por bandas criminales, cárteles del narcotráfico y grupos de apuestas ilegales.
Un cóctel que ha provocado una gran preocupación en todo el país ya que las vidas de estos animales se están poniendo en juego de manera sistemática sin control alguno. Una situación de la que ha informado recientemente el medio The Washington Post, que ha tenido la oportunidad de enviar hasta uno de sus epicentros a varios profesionales para comprobar lo que sucede en este tipo de carreras.
Uno de los puntos más peligrosos de esta peligrosa trama se encuentra en el estado de Georgia, en el temido rancho de El Centenario. Allí se llevan produciendo carreras al margen de todas las normas que existen durante varios años. Por eso, es frecuente ver a caballos que mueren en plena carrera, que son electrocutados por sus jinetes o incluso graves accidentes que llevan a los jockeys hasta la muerte.
Una trama imparable
El rancho El Centenario se ha convertido en los últimos años en un lugar desgraciado para cientos y cientos de caballos. Desde allí se ha impulsado un oscuro negocio relacionado con las carreras ilegales, el tráfico de animales, el contrabando de drogas y otras sustancias prohibidas y el enriquecimiento a través de apuestas.
Este conglomerado delictivo da como resultado imágenes tan lamentables como las que se pueden ver cada dos semanas en esta granja. Entrenadores sin ningún tipo de control administrando drogas a los caballos en plena carrera para que intenten ser los más rápidos hasta que los llevan a la muerte. Conductas que se producen a la vista de cualquier persona y sin ningún tipo de ocultamiento.
Este rancho situado en Georgia guarda una particularidad y es que, aunque está en territorio estadounidense, casi todo está movido por personas que proceden de México y que conviven con los cárteles de la droga de manera habitual. Por ello, estos delitos que traen consigo la desgracia para los animales hablan español, respiran aroma a tacos y bailan al ritmo de la música norteña.
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El principal de los problemas que se vive en este tipo de carreras es la administración de sustancias prohibidas a los caballos para intentar mejorar su rendimiento. Drogas y productos dopantes en su mayoría. Sin embargo, cuando los entrenadores son preguntados por estas conductas que utilizan a la vista de todos, responden que son fármacos para evitar lesiones y enfermedades como derrames cerebrales o ataques al corazón. No obstante, los análisis de estas sustancias revelan que en su mayoría son cocaína, metanfetaminas, anfetaminas, esteroides anabólicos o metilfenidato.
Estas carreras no reguladas tienen casi todas su origen en México, donde se celebraban pruebas sin control alguno promovidas por vaqueros y narcos. Una situación que tuvo su auge cuando las comisiones de carreras pusieron orden en este deporte en aquellos estados norteamericanos en los que todavía eran legales. Estas pruebas se convirtieron hace cientos de años en la génesis de la raza del cuarto de milla americano.
Desde su apertura en el año 2013 por parte del abogado Arthur "Brutz" English IV, el rancho El Centenario se ha convertido en el epicentro del llamado circuito bush, la gira de carreras que lleva a estos animales al caos a cambio de una importante rentabilidad económica. Además de los problemas que se originan con los accidentes y el narcotráfico alrededor de los caballos, también se persigue el tráfico de animales que llega hasta estas carreras.
Muchos equinos son comprados por cientos de miles de dólares para ser sacados de los circuitos profesionales y regulados para terminar llegando hasta este nido de corrupción y maltrato. Lo mismo sucede con algunos jinetes que son expulsados por sus irregularidades y sus trampas y que terminan en este tipo de pruebas al margen de la ley donde pueden llevar a cabo a sus anchas sus repugnantes prácticas.
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El calvario que sufren estos animales va incluso más allá de las drogas. Han sido varias las ocasiones en las que se ha podido ver a los jinetes más exitosos llevar dispositivos de control prohibidos para castigar a los animales. Especialmente con interruptores que someten a los animales a descargas eléctricas para provocar su dolor y que estos corran incluso por encima de sus posibilidades.
A veces, estas situaciones se van de las manos como le sucedió a un jockey que, tras ser expulsado de los circuitos profesionales, formó parte de estas carreras hasta que murió víctima de un brutal accidente por llevar a sus caballos hasta sus límites físicos. Y todo dentro de un mercado de apuestas ilegales a pesar de que en Georgia jugar con elevadas cantidades de dinero en carreras de caballos es ilegal.
El caso más recordado fue el de Román Chapa, uno de los jinetes más exitosos en este tipo de pruebas y que llegó a recaudar hasta 30 millones de dólares en ganancias. En el año 2015 fue suspendido en el estado de Texas durante cinco años tras ser sorprendido en posesión de un dispositivo de descarga eléctrica por tercera vez en su carrera. En ese momento se pasó a las carreras ilegales.
Durante esta segunda etapa sufrió varios accidentes graves. Sin embargo, ninguno como el vivido en el año 2021 en Georgia y que supuso el fin para él. Sufrió una grave caída en una carrera de 250 yardas en la que tanto él como su caballo quedaron inmóviles. Tras el accidente le fueron diagnosticadas fracturas en la mandíbula, la clavícula, las vértebras y las costillas además de varias hemorragias cerebrales. Estuvo en coma y unas semanas después de salir del hospital falleció.
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La lucha de PETA
Las atrocidades que se producen en carreras como las del circuito bush se encuentran en auge y crecimiento por buena parte del territorio de Estados Unidos. Sin embargo, también tienen una firme oposición enfrente que está luchando por su abolición incluso en la clandestinidad. Esta labor corre a cargo de asociaciones como PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales).
Entre los años 2021 y 2022, PETA se introdujo en este circuito para recoger pruebas de las atrocidades que se cometen con los animales. Tras meses de investigación y de infiltraciones, consiguieron tomar imágenes de cámara oculta de las apuestas que se llevaban a cabo, de elementos como las inyecciones que utilizaban, de los dispositivos de choque, de los latigazos y de cómo algunos caballos acababan muriendo en plena pista.
Junto a los miembros de PETA colaboraron también otras asociaciones como el Consorcio de Pruebas y Medicación de Carreras de Kentucky (RMTC) quienes se encargaron de analizar las sustancias encontradas para confirmar de que, efectivamente, se trata de drogas y sustancias dopantes.
PETA ha solicitado en varias ocasiones una investigación a gran escala contra este tipo de ranchos y contra los jinetes que participan en estas pruebas: "Se produce el abuso sistemático y repetido de los animales, incluyendo latigazos, descargas eléctricas y drogas a los caballos para empujarlos más allá de sus límites naturales, lo que llevó a que varios caballos se rompieran y murieran en la pista, así como las extensas apuestas comerciales en cada carrera".
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En la persecución de este tipo de situaciones delictivas y atroces ha jugado un gran papel Pelzel-McCluskey, una epidemióloga equina del Departamento de Agricultura de EEUU. Ella está encargada de evitar la propagación de enfermedades en la industria equina en el país. En el año 2008, se encontró con un caso que le llevo a abrir una importante investigación tras tratar a un caballo que padecía piroplasmosis. Se trata de una enfermedad infecciosa de la sangre poco frecuente en Estados Unidos, pero endémica en México y que suele condenar a sus portadores a la muerte.
Tras un concienzudo rastreo se encontraron otros 20 caballos infectados por la misma enfermedad, todos ellos de la raza del cuarto de milla y que habían participado en algún momento en carrera ilegales. Tras muchas pruebas, los investigadores descubrieron que el vector de la enfermedad eran los manipuladores sin licencia que utilizaban agujas y otros equipos contaminados para inyectar o dopar a los caballos.
Un año después se produjo una situación similar con un caballo infectado que trajo consigo el hallazgo de otros ocho equinos enfermos. Todos ellos habían pasado por las manos del mismo entrenador, un técnico que se dejaba ver de manera habitual por estas pruebas ilegales. Ya no solo eran las lesiones que se producían en las carreras, sino también los daños colaterales de las mismas. Pero todo tenía el mismo resultado.
Las investigaciones llevadas a cabo por Pelzel-McCluskey le han llevado a descubrir que existen al menos un total de 89 zonas en las que se producen estas carreras, repartidas en unos 27 estados. Además, en los últimos años, enfermedades como la piroplasmosis se han convertido en habituales y han acabado ya con 532 ejemplares del cuarto de milla. Otra enfermedad que se ha extendido por el tipo de técnicas utilizadas es la anemia infecciosa equina, que tampoco tiene cura. Desde 2008 ya son 908 los casos registrados.
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Como afirma Pelzel-McCluskey, estos datos son la punta del iceberg, ya que los animales que participan en el circuito bush rara vez son registrados y examinados. Además, estas situaciones también podrían convertirse en un problema comercial a la hora de la exportación de caballos a otros países del mundo.
La implicación de las mafias
La situación respecto a este tipo de pruebas ha derivado en problemas que han alcanzado muchos mercados. Las altas cantidades de dinero que se mueven para sacar a los caballos de circuitos legales y profesionales para introducirlos a este tipo de carreras hace sospechar a muchos que el crimen organizado y las mafias están detrás de este tipo de operaciones.
Además, no olvidan que los ejemplares del cuarto de milla son un objeto de lujo con el que siempre se ha relacionado a los narcos mexicanos. Ahora no solo se mueven en su país, si no también en estados como Georgia. Muchos expertos en seguridad aseguran que delitos como las apuestas, el dopaje, el blanqueo de dinero y el contrabando de caballos a través de la frontera son muy habituales en los cárteles mexicanos.
Durante los últimos años ha habido varias operaciones policiales contra el circuito bush. En el año 2007 se detuvo en Oklahoma a más de un centenar de personas. Uno de los últimos grandes golpes se produjo en Texas en el año 2019. Este tipo de redadas también traen consigo la incautación de material de tortura y de dopaje de los caballos. Sin embargo, muchos capos se aprovechan de la falta de dureza de las leyes para quedar libres y sin cargos en poco tiempo.
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Así es como, por ejemplo, Arthur "Brutz" English IV, un abogado inhabilitado, consiguió montar su imperio a través de lo que parecía ser un simple rancho. Ahora es uno de los grandes dueños de un negocio casi imposible de vigilar. English cumplió dos años de prisión antes de ser liberado en 2008 y posteriormente fue indultado por una junta estatal que lo consideró "totalmente rehabilitado". Como en Georgia no hay carreras de caballos sancionadas por el estado, no hay leyes correspondientes que prohíban las carreras no reguladas.
Lo único que tuvo que hacer fue comercializar entradas sin que constara directamente. Vendía nueces y regalaba entradas. Una maniobra sencilla y muy a la orden del día con este tipo de ventas ilegales. Con el tiempo, su rancho se ha convertido una atracción de negocios ilegales y de crueldad animal.
Ahora, algunos de estos ranchos involucrados en los circuitos bush están suspendiendo su actividad y aplazando sus carreras intentando capear al temporal. Sin embargo, se trata de suspensiones que no se alargarán en el tiempo ya que este negocio al alza está lejos de terminar.