En Madrid se elaboran vinos blancos con uva malvar, madrileña de pura cepa, y con albillo real, tintos con garnacha, tempranillo, cariñena y hasta syrah. También rosados, espumosos y una categoría ancestral de vinos orgánicos llamada sobremadre que poco tiene que envidiar a los famosos Orange Wines.
Madrid ha estado históricamente ligada al agua gracias a unos acuíferos subterráneos que servían de reserva contra la sequía y convertían a los alrededores de la capital en un importante campo de cultivo.
En el siglo XII ya había viñedos, y los sigue habiendo. Aproximadamente 8.500 Ha (un triste tercio de lo que existía hace 40 años y una mera anécdota si viajamos varios siglos atrás) divididos en cuatro zonas vitivinícolas, Navalcarnero, Arganda del Rey, San Martín de Valdeiglesias y El Molar, con una denominación de origen que rige y protege estos vinos, y una ruta de enoturismo más que digna para los que quieran descubrir un poco más.
Las bodegas madrileñas, supervivientes orgullosas de un campo arrasado por la filoxera, en el que se arrancaron viñas durante y después de la guerra, y que durante décadas ha sufrido con creces la presión urbanística, se esfuerzan hoy por crear vinos modernos, de gran calidad y con una conciencia sostenible, que le devuelvan a Madrid el protagonismo vitivinícola que llegó a tener en el siglo XV, cuando el éxito de los vinos capitalinos era tal que la autoridad municipal impuso un arancel para evitar la venta fraudulenta de vinos de otras regiones.
Para comprobarlo y terminar de convencerte de que algo está pasando con los vinos de Madrid, te invitamos a abrir una botella (o mejor 7) y celebrar como merece la festividad de su patrón, San Isidro.
Cadalso, Península Vinicultores
Perteneciente a la familia de vinos de montaña de Península Vinicultores, una gama que pone en valor las zonas vinícolas históricas del Sistema Central, Cadalso se elabora a partir de viñas viejas de la Sierra de Gredos, concretamente de Cadalso de los Vidrios, de ahí su nombre. Una garnacha fresca, fragante, sedosa, mineral, y madrileña. P.V.P.: 10,90 €
Albillo Real, Las Moradas de San Martín
Elaborado a partir de cepas de cultivo ecológico plantadas entre los años 30 y 40 a 800 metros de altitud en San Martín de Valdeiglesias, este albillo real sorprende incluso a los amantes de los vinos blancos. Su crianza de 6 meses en barricas de roble hace que sea cremoso en el paladar, complejo y envolvente, pero a la vez salino y mineral. Uno de esos blancos para carnes. P.V.P.: 12,90 €
Reina de los Deseos, Comando G
Si hay una bodega que se haya tomado a pecho la puesta en valor de los vinos de Madrid es Comando G. Los creadores de El Hombre Bala y La Mujer Cañón vuelven a hacer un homenaje a la garnacha de la Sierra de Gredos con esta Reina de los Deseos, procedente de viñedos ubicados a 950 metros de altitud y envejecida durante 14 meses en barricas de roble francés. Un tinto elegante y aromático, con interesantes matices frutales y un precio que habla de su exclusiva producción. P.V.P.: 87,50 €
Carril del Rey, Bernabeleva
Este monovarietal de garnacha reposa durante 12 meses en barricas de roble francés usadas de 600 litros, y después se embotella sin clarificar ni estabilizar. Se trata de uno de vinos más representativos de Bernabeleva (San Martín de Valdeiglesias), empresa familiar fundada en 1923 y especializada en la elaboración de vinos de garnacha, considerada por la crítica como una de las bodegas más importantes de Madrid. P.V.P.: 29,90 €
Car, 4 Monos Viticultores
4 Monos Viticultores es un proyecto de cuatro amigos madrileños que decidieron elaborar su propio vino aprovechando la orografía de la Sierra de Gredos. Sus vinos obtienen grandes reconocimientos cada año. Car, cuyo nombre hace alusión a la variedad cariñena con la que está elaborado, proviene de viñas relativamente jóvenes (unos 25 años) del paraje Arroyo Tórtolas y envejece en barrica antes de salir al mercado. Se elaboran unas 400 botellas, así que hay que ser rápido. P.V.P.: 20,95 €
Piesdescalzos, Bodega Marañones
Piesdescalzos es la expresión de una pequeña viña de una hectárea en un paraje llamado Peña Cruzada, un albillo diferente, más austero y menos frutoso pero también más largo y mineral, por el que esta bodega situada a 70 kilómetros de Madrid siente especial predilección. El mostro fermenta con sus lías en barricas francesas usadas de 700 litros, donde reposa 12 meses antes de ser embotellado sin estabilizar y sin filtrar. P.V.P.: 19,95 €
Malvar Blanco Sobremadre, Viña Bayona
Este vino icónico, producto estrella de Viña Bayona, se elabora con uvas malvar de viñas viejas de manera tradicional y es un buen candidato para adentrarnos en el mundo de los ‘sobremadres’. El mosto fermenta con parte de los hollejos y permanece con la ‘madre’ entre 3 y 6 meses (de ahí el nombre de esta categoría de vinos madrileña), produciendo carbónico endógeno, lo que aporta ese ligero y peculiar toque efervescente que resalta los aromas frutales del vino y lo hace elegante y cautivador. P.V.P.: 5,50 €