Los vinos naranjas, Orange Wines para los más puristas, son tendencia. Aunque eso no quiere decir que sean una novedad. Si te gustan las cosas raras y originales, la historia de estos vinos blancos que se vuelven naranjas en determinadas circunstancias va a fascinarte.
Para que cuando termines de leer seas un experto en la materia, esto es todo lo que necesitas saber sobre el color enológico de moda: el naranja otoñal.
1. ¿Por qué se llaman vinos naranjas?
El nombre de este tipo de vinos está estrechamente relacionado con su elaboración. Los Orange Wines no son otra cosa que vinos blancos fermentados como tintos. Es decir, vinos que no siguen el sistema de producción tradicional de los blancos, la extracción del mosto mediante un prensado de las uvas previamente despalilladas, sin pieles ni hollejos.
Para la elaboración de los vinos naranjas se mantiene esta parte sólida, como se haría con los tintos. De ahí su color más oscuro, anaranjado, como resultado de la fermentación y maceración de un mosto con las pieles de la uva. O dicho de otra manera: los vinos naranjas son vinos blancos con un poquito de tanino.
Lo más correcto sería decir que son ambarinos, por muy pedante que resulte. La gama de naranjas variará en función del tiempo que dure la maceración, la variedad de uva empleada y su madurez. Pero la técnica de vinificación ‘actual’ poco tiene que ver con la tradición artesanal empleada desde tiempos ancestrales para la elaboración de los auténticos Orange Wines del Cáucaso.
2. El origen y la tradición
Los Orange Wines nacieron en el Cáucaso hace más de 6000 años. Así que, aunque ahora se hable mucho de ellos, no se trata de un nuevo tipo de vino. Por aquel entonces, el vino en Armenia y Georgia se producía en ánforas de arcilla o terracota de 500 a 800 litros. Las llamadas kvevri, que permanecían enterradas bajo la superficie.
Ahí dentro, las uvas blancas fermentaban y maceraban con la piel y las pepitas, pero lo hacían de una manera bastante más tosca y rudimentaria que en la actualidad. Por supuesto, antes tampoco se agregaban levaduras ni se controlaba la temperatura ni la humedad, como se hace hoy en día. El subsuelo se encargaba de todo de manera natural.
3. La importancia de las tinajas
Desde la antigüedad, la elaboración de este tipo de vino ha estado ligada a las prácticas ancestrales, a la producción manual y natural más primitiva. Resulta lógico pensar que mucho antes de las barricas de madera o los depósitos de acero inoxidable, las ánforas de terracota fueran el recipiente fundamental para la fermentación y la maduración de la uva.
Actualmente, son muchas las bodegas que han querido recuperar este viejo sistema de crianza, aunque se elaboran vinos naranjas también en otros recipientes por todo el planeta.
Estas grades tinajas de barro cocido enterradas en el suelo en la bodega o en el viñedo están preparadas para las largas maceraciones y permiten mantener una temperatura fresca constante. Con la parte superior abierta resultan además más fácil las tareas de removidos y roturas del sombrero.
¿Y esto en qué se traduce? Muy sencillo, en la preservación natural del vino ante uno de los problemas más temidos: la oxidación. Las maceraciones largas crean durante la fermentación mayor cantidad de sulfitos naturales, y hacen que el vino no se oxide sin necesidad de usar conservantes.
4. Pertenecen al clan de los vinos desnudos
Con todo esto de la recuperación de los sistemas ancestrales de elaboración y crianza, ya habrás caído en cuenta de que el movimiento de los vinos naranjas camina de la mano con el de los vinos naturales y ecológicos. Son muchos los productores que actualmente intentan proteger sus vinos de añadidos químicos y que, entre otras prácticas denominadas ‘naturales’, emplean dosis ínfimas de sulfuroso y fermentan con las levaduras autóctonas. Una vuelta al origen que comparten los vinos naranjas.
5. Las apariencias engañan
Los Orange Wines se llaman así por su color, pero también por compartir unas características organolépticas únicas. Son vinos con estructura, tanicidad y riqueza de aromas y sabores. Lo normal al probarlos (sobre todo si los catamos a ciegas) es que nos parezcan más tintos que blancos. Vinos con cuerpo, a veces minerales y con toques salinos, que presentan muy buena capacidad de envejecimiento. Son, como escucharás muchas veces, vinos blancos con alma de tintos.
6. Ni mejor ni peores, diferentes
El dilema sobre la calidad de los vinos naranjas está a la orden del día, como pudimos ver con los vinos naturales. Desde hace algunos años, la curiosidad de productores y bodegas por estas prácticas no deja de crecer, pero la realidad es que siguen siendo vinificaciones muy singulares y, en muchos casos, desconocidas, que generan todo tipo de opiniones.
Normal, pues además de su peculiar color, los Orange Wines suelen ser turbios a la vista debido a que no se realizan clarificados ni filtrados antes de embotellar, y esto al consumidor común no termina de gustarle.
Para compensar su falta de limpidez está el sabor. En líneas generales, los naranjas son vinos que suelen sorprender a nivel gustativo después de habernos llamado la atención también en nariz. Su largo proceso de maceración, que puede durar desde una semana hasta varios meses, y ese mayor contenido tánico los hace diferentes de los blancos normales, incluso de los que tienen cierta crianza. Aquí, nunca mejor dicho, para gustos los colores.
7. No confundir con el Vino Naranja andaluz
Cuidado. Que una cosa es la traducción literal al castellano de los Orange Wines como vinos naranjas, y otra el Vino Naranja que se produce exclusivamente en la D.O. Condado de Huelva.
Los primeros, ya sabemos lo que son. Los segundos son vinos generosos para cuya elaboración se maceran pieles de naranjas amargas. Vinos con una larga tradición histórica a sus espaldas, que surgen de la elaboración y crianza de un vino blanco aromatizado con cáscara de naranja macerada, seguido del proceso de envejecimiento mediante el sistema de soleras, y que sólo se producen en Huelva y Málaga.
8. ¿Por qué no pone nada en la etiqueta?
Porque los vinos naranjas no son una tipología oficial en España ni una mención tradicional que deba ser indicada en la etiqueta, sino una manera ancestral de elaborar vinos que ni siquiera los propios productores han sabido definir nunca del todo.
Parece que fue el distribuidor de vinos inglés David Harvey quien en 2004 les puso el nombre de ‘vinos naranjas’, siguiendo la lógica de emplear colores para definir los demás tipos de vinos. Al no indicar en la etiqueta que se trata de Orange Wines resulta complicado identificarlos. Por eso hay que atender a los pequeños productores e informarse sobre los vinos que elaboran.
9. Cómo servirlos y con qué acompañarlos
Para que expresen todas sus características y cualidades, los vinos naranjas necesitan de una temperatura de servicio especial. Lo recomendable es no tomarlos demasiado fríos, entre los 13 y los 16ºC. De esta manera podremos disfrutar de toda su singularidad. Para acompañarlos, cualquier cosa. Los Orange Wines son vinos muy versátiles y gastronómicos, grandes compañeros de todo tipo de comidas: queso curado, pescado azul, carnes a la barbacoa…
Como les pasa a los blancos, su buena acidez se adapta muy bien al pescado y al marisco, pero el cuerpo propio de un tinto los hace igualmente amigos de la carne. Cuanto más meses de maceración, más estructura tendrán y mejor armonizarán a lo largo de la comida, independientemente de lo que comamos.
10. Dónde probarlos sin salir de España
Dentro de nuestras fronteras siguen siendo poco conocidos, pero hay bodegas como la alicantina Joan de la Casa Viticultor que cuentan con vinos naranjas con más de 93 puntos en la Guía Peñín. Es el caso de su Nimi Naturalmente Dulce, un moscatel de Alicante ecológico y de autor muy premiado y exclusivo (se elaboran menos de 1400 botellas). Un vino naranja de moscatel cuyos aromas nos traslada a las costas del mediterráneo.
El Orange Wine de la valenciana Bodega Cueva también es interesante. El productor Mariano Taberner utiliza la variedad tardana para elaborar un vino con mucho frescor frutal, que permanece durante tres meses en contacto con sus hollejos.
Pero es el arquitecto Alfredo Arribas quien se lleva la palma en lo que a rarezas vitivinícolas se refiere en Vins Nus con su SiurAlta Orange, un Orange Wine de libro elaborado de manera natural a partir de garnacha blanca, malvasía y cariñena blanca, en el Parque Natural de la Sierra del Montsant. Un vino sorprendentemente aromático, que en boca parece un blanco envejecido en barrica, y que muestra un profundo respeto a los orígenes al seguir una elaboración manual, una fermentación en contacto con las pieles y una crianza de seis meses en ánforas y tinas de acero.