Cómo elegir el vino cuando no hay una carta de vinos
De la mano de tres expertos sumilleres, te enseñamos a elegir el vino con criterio y disfrutar al máximo de la experiencia aunque no haya carta de vinos en la que apoyarse.
18 agosto, 2021 15:41Noticias relacionadas
Nos sentamos en esa terraza tan espectacular en ese lugar tan concurrido, la única con una mesa libre a un kilómetro a la redonda, dispuestos a disfrutar de un buen vino. Es verano, estamos de vacaciones, las vistas son estupendas, pero, “oh, Dios mío”, no hay carta de vinos. O si la hay, no la entendemos, bien porque está en otro idioma o bien porque no conocemos ninguna de las referencias. ¿Y ahora qué?
No te preocupes. Te enseñamos a elegir el vino más adecuado con criterio, incluso en situaciones extremas, para que puedas seguir disfrutando de la experiencia.
1. Pregunta al camarero por su recomendación
“Por muy humilde que sea el restaurante y aunque no tenga una carta de vinos como tal, tiene que haber alguien que se preocupe de comprar vino y de saber lo que compra”, comenta María José Huertas, sumiller de La Terraza del Casino en Madrid. “Haya carta o no haya carta, lo más importante para un profesional es averiguar el gusto del cliente y cuánto se quiere gastar sin hablar de dinero. Con esos datos, el acierto está asegurado”.
Cuando no hay una carta de vinos listada, la mejor opción es solicitar recomendación de lo que tengan, y en lugar de arriesgarse con una botella, pedir por copas. “Una copa nunca va a ser un dineral”, puntualiza Huertas. Y si el primer vino no nos gusta, siempre podremos probar otro diferente.
2. Guíate por tu instinto
Antes de lanzarse al vacío, pregúntate: ¿Qué te apetece tomar? Un vino blanco o un vino tinto. Unas burbujas. Un clarete, tal vez. Y si es así, ¿cómo te gusta? Afrutado, seco, ligero, con cuerpo… Con estos datos claros, nos será más fácil entendernos con el camarero y que la elección final sea la más acertada.
Si no hay un profesional especializado, como suele pasar en las playas y en los chiringuitos, o no tenemos confianza en quien nos pueda orientar, los vinos sin crianza o con poca crianza, además de ser más económicos, son también más fáciles de entender y de saborear. Una recomendación a tener en cuenta si queremos salir airosos sin arriesgar demasiado.
“Ahora cualquier vino es un vino bien hecho”, reconoce Fran Ramírez, ex-Alabaster y actual socio fundador de Amano Madrid y Amano Menorca. “Entrar en un restaurante que no conoces o con una carta de vinos que no compartes, puede ser un detonante para probar vinos locales o vinos que, por nuestros prejuicios, pensamos que no nos gustan”.
3. Elige algo que te suene
Si no sabes cómo definir el estilo de vino que te gusta o que te apetece tomar en ese momento, piensa en algo que hayas probado y que te haya llamado la atención recientemente. Otra buena manera de orientar al camarero es a través del nombre de las bodegas o denominaciones que te resultan conocidas. Si no tiene justamente esas, encontrará algo similar.
Aunque suene ‘anti winelover’, decir que eres más de Rioja o de Ribera en situaciones límite, puede ayudar. “Depende del conocimiento que tenga el cliente, porque no hay una tónica general que defina el estilo de una u otra denominación. Hay riojas más ligeros, riberas más potentes, vinos más o menos maduros, con mayor o menor acidez, hay zonas diferenciadas dentro de las propias D. O., nuevos estilos, etc.”, destaca el sumiller de Amano.
“Para un sumiller es más importante saber cómo le gusta el vino al cliente, si lo quiere frutal, con carácter… Saber si es más de Rioja o de Ribera ayuda, sobre todo, para seguir preguntando”, añade Ramírez.
4. Prueba cosas locales
Fuera prejuicios. Tatúate eso de “donde fueres, haz lo que vieres” y abre tu mente a nuevos estilos de vino. Aquí has venido a jugar. Viajar también nos ofrece la posibilidad de descubrir el territorio a través de sus vinos, y una buena manera de acertar con la elección cuando no sabemos qué pedir es, precisamente, dejarse llevar hacia lo que se elabora o se bebe en la zona en la que estamos.
"A todos nos ha pasado ir a un sitio que no cuenta con una carta de vinos decente y no saber cómo actuar. Lo primero es pensar en vinos locales. Si nos pilla en una cala de Mallorca, pedir un vino mallorquín puede ser una buena opción, o si estamos en un chiringuito de Cádiz, optar por un vino de Jerez, en Galicia por un albariño, y así", propone David Robledo, sumiller del restaurante Ambivium en Peñafiel, Valladolid.
"Otra opción es estudiar la carta de comida para poder pensar en algún vino que pueda acompañarla y, por último, intentar fiarnos de la persona que nos esté atendiendo y ser sinceros a la hora de transmitirle lo que nos apetece tomar", concluye el responsable de la bodega del restaurante de Pago de Carraovejas.
5. Como último recurso, pregunta por el bar de vinos más cercano
Si las respuestas del local no son positivas pese a nuestros esfuerzos, a veces merece la pena cambiar la ruta y probar suerte en otra parte. Quizás nos estemos empeñando en tomar ese vino ideal en el lugar menos indicado y esa obcecación nos esté impidiendo descubrir una buenísima coctelería, un licor local o cualquiera que sea el producto estrella de la casa. Por eso, antes de pasarnos de ‘cuñados’, preguntemos. “O llevemos una botella de vino en el maletero”, bromea Fran Ramírez. Por si las moscas.