Amagatay, un refugio gastronómico para la desconexión en el corazón de Menorca
Un secreto a voces escondido en Menorca donde vivir el Mediterráneo y saborear su cocina interpretada por Juanjo López, de La Tasquita de Enfrente.
11 julio, 2023 12:36- Lo mejor: Huevos rotos con langosta
- Dirección: Finca Torralba Gran, Carretera Alaior a Calan Porter, 07730, Menorca , España
- Teléfono: 871 02 71 57
- Url: https://amagataymenorca.com/
- Precio: 60
- Tipo de cocina: Mediterránea
- Nota: 8
Este agroturismo en clave de lujo en el corazón de Menorca gestionado por grupo NUMA, detrás del hotel Morvedra (Menorca), en los escasos meses que lleva abierto, se ha convertido en un destino en sí mismo referente cuando se trata de exclusividad sostenible, una estancia apacible y una gastronomía de un valor indiscutible, que cuenta con la asesoría de Juanjo López, propietario de La Tasquita de Enfrente.
Una postal menorquina insuperable
Amagatay, cuyo nombre significa 'escondite', tardará poco en ser un secreto a voces. Es el mérito que le toca. Son 35 hectáreas las que ocupa esta finca que suma más de 250 años y está rodeada de olivos - que pronto empezarán a producir aceite para ser embotellado-, y perimetrada por piedra seca, patrimonio cultural de Menorca, que atesora 11.000 kilómetros muros fruto de esta técnica constructiva de origen tradicional, construidos a partir de las rocas que esculpe el mar cuando toca los acantilados menorquines. Un terreno que alberga un conjunto de casas payesas, que se conservan de los anteriores propietarios y a las que se les ha dado ahora otros usos, entre ellos, las 20 suites.
Además de las destinadas a las habitaciones, una de ellas alberga el espacio dedicado a la recepción, otra, estratégicamente situada en el centro de la finca es la que ocupa el restaurante donde se sirven los desayunos, las comidas y las cenas y delante de ésta, donde la vista viaja directa hasta su piscina, pequeñas casitas que antes funcionaron como las caballerizas que ahora son los sanitarios y vestuarios diseñados para ofrecer una mayor comodidad dentro del área de entretenimiento.
Una postal que parece sacada de la Toscana, o mejor aún, una postal inmejorable que recoge todo lo idílico de Menorca, la naturaleza, el campo, el mar, lo rural, el sol, e incluso la lluvia, y que invita a largos paseos, placenteras lecturas, buena mesa y mimo consentido. Algo que regala con autenticidad la más oriental de las Baleares y que en ocasiones cuesta encontrar en su hermanas mayores, Ibiza y Mallorca.
Si nos detenemos en la casa que nos da de comer, a la que ya vecinos y otros visitantes que no se alojan en Amagatay acuden siguiendo las recomendaciones que ya se mueven de boca a boca tras su exitosa apertura, se trata de un espacio lleno de belleza y buenos propósitos, que busca la sencillez en la cocina a la par que en su interiorismo. Han dado con la receta de la elegancia sin adornos, al lujo en clave sostenible.
Tonos naturales, materiales honestos, artesanía y campo son cuatro de los pilares sobre los que ha trabajado la interiorista Virginia Nieto. Se nota en las habitaciones, se percibe en el paisaje y se saborea en el restaurante, donde la chumbera es la reina convertida en icono tanto en paredes como en vajilla. Mediante una lograda de red de personas (ceramistas, herreros…) con las que ha contado para dar forma y alma a Amagatay ha conseguido crear un espacio que invita a entrar y del que cuesta salir.
La cocina de Amagatay
Los fogones, aquí, en buenas manos. En las de Alejandro Martín, un canario que ha viajado hasta la más tranquila de las Baleares y que defiende la propuesta de Juanjo López, capitaneando La Tasquita de Enfrente. Una propuesta que tiene el sello indiscutible del cocinero madrileño - y colaborador en Palabra de chef- aliado del buen producto y amante de la sencillez y la cocina sin artificios.
Martín ha cambiado de residencia por un tiempo para poner a punto las ideas de López y encender las cocinas de los dos proyectos que el grupo NUMA tiene en la isla Morvedra y Amagatay. La de Amagatay se ejecuta también gracias a Esther, vecina de Menorca, que maneja los guisos que da gusto. El saber hacer, mimo, buenas ganas y, por supuesto, la calidad de la materia prijma se refleja en cada uno de los platos, desde el desayuno hasta la cena. Todo bajo el mismo techo.
Con ello los desayunos se disfrutan en formato buffet donde entra a escena la despensa más menorquina, un despliegue de productos artesanos como sus embutidos -no falta la sobrasada, pero tampoco camot ni el butifarrot-, quesos, cocas, fruta y otra repostería casera. También hay algunas alternativas en carta que se preparan al momento, como los huevos y sus tantas versiones (los revueltos, impecables).
La carta se transforma durante los almuerzos y las cenas, combinando platos más ligeros y frescos como su maravilloso salpicón de langosta, perfecto para abrir boca, ligero, refrescante y elegante. Pero antes hay opción a arrancar con las conservas especialmente seleccionadas de Doña Tomasa, los salazones o su siempre grandiosa ensaladilla.
Alternando ensaladas y otras opciones de picoteo como es su gambusí frito, una mini gambas crujientes y bien sabrosas que se sirve a puñados y se comen como si fueran pipas, llegan los platos fuertes. Hay opción a chuletón, pero también a ricos pescados como la merluza que preparan rebozada con su extra de puntillita, el calamar a la plancha es otro espectáculo y los arroces son de punto y aparte.
Por descontado, la carta también incluye otros clásicos que recorren la isla, como su tradicional langosta que se prepara bien en caldereta, o con unos magníficos huevos rotos que casi acaban haciendo sombra a la reina menorquina.
La presencia de las verduras también es notable, muchas son cultivadas en el huerto ubicado en el jardín, en frente de la casa donde se encuentra el restaurante. Acelgas robustas, brócoli esplendoroso y otras hortalizas que cuidan con mimo e integran en la cocina.
Todo esto, por si la desconexión y el dejar acontecer no van del todo contigo, a medio paseo -se puede ir a pie- del poblado histórico de época talayótica Torralba d’en Salort, cuyo origen se remonta al año 1300 a.C y su uso hasta la Edad Media. A escasos 20 minutos del centro de Mahón y a otros 20 de mojar tus pies en el Mediterráneo.