Inglaterra agita el debate sobre los niños trans y el uso de bloqueadores: por qué España sí los prescribe
El servicio de salud ha limitado el uso de estos fármacos a los ensayos clínicos, afirmando que la evidencia científica sobre los mismos es escasa.
13 junio, 2023 03:15El sistema público de salud inglés, conocido por sus siglas NHS, ha limitado el uso rutinario de los bloqueadores de la pubertad en niños y adolescentes con disforia de género, reservándolos únicamente a ensayos clínicos. Es una decisión que va en paralelo con las acciones tomadas en otros países como Suecia y Finlandia, que se alejan así del sistema holandés, el pionero en el modelo afirmativo del género en la atención a personas trans, y de los estándares de la Asociación Mundial de Profesionales de la Salud Transgénero, con los que se alinea España.
Reino Unido lleva repensando la atención a las personas trans desde 2020, cuando encargó a la pediatra Hilary Cass un informe sobre el estado de la misma, cuyas conclusiones provisionales fueron publicadas hace ahora un año.
El informe constataba, en 7 años, un aumento del 154% en las derivaciones al Servicio de Desarrollo de la Identidad de Género, un cambio en el tipo de paciente usuario (con una alta proporción de problemas de salud mental), un tiempo de espera excesivo hasta la primera evaluación y una evidencia escasa para apoyar la toma de decisiones.
En este último aspecto, el documento afirmaba que "la administración de bloqueadores de la pubertad es posiblemente más controvertida que la administración de hormonas feminizantes/masculinizantes, porque hay más incertidumbres asociadas con su uso".
Se llama bloqueadores a los análogos de la hormona liberadora de gonadotropina, fármacos que se utilizan desde hace años como parte de las técnicas de reproducción asistida, casos de endometriosis y otras indicaciones, y en la terapia de afirmación del género como un paso previo (al retrasar la aparición de los caracteres sexuales secundarios) y parcialmente reversible al uso de hormonas feminizantes o masculinizantes.
El informe Cass señala que los defensores de su uso afirman que mejoran la angustia de los niños y adolescentes con disforia (definida como incomodidad con el sexo asignado al nacimiento), reduciendo el riesgo de auto-lesión o suicidio, pero "algunos clínicos no sienten que la angustia se alivia, en realidad, hasta que los niños o jóvenes están preparados para iniciar [el tratamiento con] hormonas feminizantes y masculinizantes". Es decir, que ese paso previo no estaría justificado.
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La cuestión es que los bloqueadores tienen efectos a corto plazo, como dolores de cabeza, aumento de peso, cansancio bajo estado de ánimo o ansiedad, "lo que puede hacer más difícil el funcionamiento del día a día para un niño una persona que ya está experimentando angustia". También afecta a la densidad de los huesos, aunque no hay información sobre su impacto a largo plazo.
Basándose en estas consideraciones, el NHS ha decidido limitar el uso rutinario de estos fármacos a los ensayos clínicos. Precisamente, en unos meses se pondrá en marcha uno que evalúe el impacto en niños y jóvenes con disforia de género de inicio temprano, es decir, aquellos ya manifestaban síntomas ya desde los primeros años de vida.
No darlos "sin ton ni son"
El coordinador de la Unidad de Identidad de Género del Hospital Universitario Doctor Peset (Valencia), Marcelino Gómez Balaguer, explica que la experiencia de uso de los bloqueadores de la pubertad en niños trans es escasa "y no tenemos suficiente evidencia para hablar ni a favor ni en contra".
Ese es el matiz, apunta. "No hay evidencia robusta consolidada desde el punto de vista científico de que sirvan para mejorar la disforia, pero tampoco existen datos de igual manera que digan que no son útiles", señala, mientras recuerda que, pese a la deserción de Suecia y Finlandia, el modelo holandés "sigue siendo usado en la mayoría de los países".
Gómez Balaguer explica que la falta de evidencia proviene, en parte, en que "no hay ningún interés económico y la industria farmacéutica está ausente". Por eso, cree que debería haber "un esfuerzo institucional para que supiéramos desde un punto de vista racional, científico, sin sesgo, de qué forma se puede ayudar a estos adolescentes".
El experto, que es coordinador del Grupo de Identidad y Diferenciación Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, sostiene que hay que reflexionar sobre la decisión británica, basada en no darlos "sin ton ni son", sino atendiendo a las necesidades de cada caso y actuar en consecuencia. De hecho, "en España las unidades de identidad de género no se dedican a ir a la caza y captura de pubertad para bloquearla. Su trabajo es más serio, reflexivo y prudente. Solo se están bloqueando aquellos adolescentes con conflictos identitarios en un estadio puberal 2-3 de Tanner y cuando haya disforia importante".
Y enfatiza: "Negárselos [los bloqueadores] a aquellos adolescentes que sí que están en una situación clara de disforia de género tampoco es justo". Lo correcto es "que se trabaje la vía psicosocial y psicoeducativa en los adolescentes que expresan conflictos identitarios y ver si realmente hay disforia o no".
La decisión del NHS viene tras una consulta pública realizada entre octubre y diciembre del año pasado. El informe sobre la consulta revela detalles de este paso como, por ejemplo, la necesidad de que las prescripciones fuera de los ensayos clínicos sean validadas por un equipo multidisciplinar, así como de eliminar este paso previo como condición para recibir tratamiento hormonal para la afirmación del género sentido. Este punto es importante: no se trataría de negar terapias de afirmación del género sino de 'saltarse' el uso de bloqueadores de la pubertad.
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En el informe sobre la consulta pública del NHS también se comprueba como parte de los que participaron achararon al servicio público de salud estar basándose en evidencia anticuada. Por ejemplo, citan una frase de la guía mundial para el tratamiento de la salud en personas trans, de la Asociación Mundial de Profesionales de la Salud Transgénero, que dice que "en la mayoría de los niños, la disforia de género desaparecerá antes de la pubertad o en sus inicios". Esta afirmación ha sido suprimida en la última versión, aparecida el pasado septiembre (la anterior es de 2012).
En 2021,el Hospital Karolinska de Suecia dejó de prescribir bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas a menores de edad, afirmando que las intervenciones médicas no mejoraban el bienestar de los adolescentes con disforia. Un informe del hospital refería, como efectos no deseados del tratamiento, la reducción de la densidad ósea, lesiones en el hígado y problemas de salud mental.
Ese mismo año, en Finlandia se optó por priorizar la psicoterapia sobre las intervenciones de afirmación del género establecidas por la Asociación Mundial de Profesionales de la Salud Transgénero.
Marcelino Gómez apuesta por que esta atención se realice por personal muy cualificado, "expertos en identidad, pediatras, endocrinólogos y, sobre todo, psicólogos", con prudencia y tolerancia. "Dejar en manos poco expertas un tema tan delicado genera muchos problemas". No se puede dejar "a profesionales sin experiencia la decisión de bloquear o no la pubertad".