La enfermedad de Alzheimer afecta a unas 800.000 personas en España según las estimaciones de la Sociedad Española de Neurología (SEN), concentrando el 60% de los casos de demencia y cerca del 30% de los que no están diagnosticados. La detección temprana sigue siendo el principal enfoque terapéutico ante la falta de tratamientos efectivos, así como la prevención a través de los hábitos diarios. En este sentido, el último hallazgo significativo tiene que ver con el consumo de alcohol y el riesgo que conlleva a nivel neurológico.
Un equipo de científicos de la Universidad de Wake Forest, en Carolina del Norte (Estados Unidos), han investigado la relación del alcohol como factor de riesgo de la patología de la enfermedad de Alzheimer, un área de investigación que está en continua revisión. En este caso, han concluido que incluso un consumo moderado -una 'copa' diaria- puede acelerar la atrofia cerebral y aumentar la acumulación de proteínas tóxicas que causan los procesos neurodegenerativos.
El estudio aparece en la edición de febrero de Neurobiology of Disease y viene a demostrar que incluso cantidades modestas de alcohol pueden acelerar la atrofia cerebral. Esto se traduce en una perdida de células cerebrales, y en el aumento de las placas amiloides formadas por esa acumulación de proteínas tóxicas en el alzhéimer. "Estos hallazgos sugieren que las bebidas alcohólicas podrían acelerar la cascada patológica de la enfermedad en sus primeras etapas", destaca la profesora de Fisiología y Farmacología de Wake Forest, Shannon Macauley.
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Una mayor atrofia cerebral
La investigación ha surgido de la colaboración entre el equipo de Macauley y el del profesor Jeffrey Weiner a través del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer y el Centro de Investigación Traslacional del Alcohol de la Facultad de Medicina. Para el estudio han usado modelos de ratón con patología relacionada con alzhéimer a los que dieron a elegir entre beber agua o alcohol durante 10 semanas. Esto les condujo a un patrón de comportamiento comparable tanto al alcoholismo como al consumo moderado de alcohol en humanos.
En función de cuánto bebieron los ratones, los investigadores comprobaron cómo el consumo voluntario y moderado de alcohol modificaba la función y el comportamiento cerebral, y si alteraba o no la patología asociada con las primeras etapas del alzhéimer. Concluyeron que sí aumentaba la atrofia cerebral y provocaba un mayor número de placas de amiloide. De hecho, se creaban placas más pequeñas, lo que podría preparar el escenario para una mayor proliferación en la vejez.
Moderado también es un riesgo
En paralelo, los investigadores también constataron que la abstinencia aguda de alcohol aumentó los niveles de beta-amiloide, uno de los componentes clave de las placas amiloides. Un análisis posterior mostró que la exposición crónica al alcohol regulaba mal el metabolismo cerebral y periférico, que es otra forma de acelerar la patología de la enfermedad de Alzheimer. Finalmente, el consumo moderado de alcohol alteraba la ansiedad y los comportamientos relacionados con la demencia.
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Macauley demostró previamente que los niveles elevados de azúcar en sangre y aumentaban la presencia de los beta-amiloides. El estudio actual constata que incluso el consumo moderado de alcohol provoca elevaciones en la glucosa y los marcadores de resistencia a la insulina, lo que aumenta el riesgo no solo de alzhéimer, sino también de otras enfermedades como la diabetes tipo 2 y patologías cardiovasculares. "Estos hallazgos preclínicos sugieren que incluso beber moderadamente puede provocar una lesión cerebral y es un factor de riesgo modificable para las demencias", ha valorado la investigadora.
El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en España según la Encuesta sobre alcohol y drogas en España (EDADES 2022), con un consumo que tiende a comenzar a los 14 años tanto en hombres como en mujeres. Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) apuntan que el los españoles mayores de 15 años consumen 10 litros de alcohol puro al año, prevaleciendo el consumo de cerveza (54%), seguido de bebidas espirituosas (28%) y del vino (18%).
La detección precoz del alzhéimer
En cuanto a la detección temprana, un reciente hallazgo de investigadores de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED) podría contribuir al diagnóstico precoz en personas mayores con factores de riesgo. Las lesiones de la enfermedad de Alzheimer se producen en el cerebro varias décadas antes de que aparezcan síntomas. Son causadas por agregados de la proteína beta-amiloide que afectan a la mielina, una lipoproteina que envuelve las fibras nerviosas por donde viajan los potenciales de acción de las neuronas para comunicarse con otras neuronas.
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Las alteraciones de la mielina cortical podrían convertirse en una prometedora vía para detectar el alzhéimer en sus fases más tempranas. Estos cambios en la estructura dan lugar a disfunciones en circuitos corticales, afectando en última instancia a las funciones cognitivas superiores. En este sentido, este podría ser un marcador temprano del daño cerebral en personas con factores de riesgo que se podrían beneficiar de programas de estimulación cognitiva o de la aplicación no invasiva de estimulación cerebral.
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