Desde hace años, las recomendaciones alimentarias vinculan la carne roja -y sobre todo la carne roja ultraprocesada- con problemas de salud cardiovascular y con un aumento del riesgo de cáncer. A favor de la carne roja sin procesar juega el aporte proteínico de calidad y los minerales como el hierro, pero su consumo debe seguir siendo esporádico. Por tanto, es importante conocer las alternativas.
En el mundo de las proteínas, la carne no es la única opción. Las de origen animal -como el huevo o el pescado- y las vegetales -legumbres y frutos secos- compiten con un tercer reino: la "micoproteína", es decir, las proteínas de champiñones, setas y otros hongos comestibles. Y ahora, según un artículo publicado en el European Journal of Nutrition, sabemos que sustituir la carne roja y procesada por microproteína sería una buena opción para reducir el riesgo de cáncer colorrectal.
Así lo sugieren los investigadores de la Universidad de Northumbria (Reino Unido), que han explorado por primera vez los efectos de reemplazar el alto consumo de carne roja y procesada por micoproteínas de 'quorn', una alternativa a la carne basada en proteína de hongos. Y, según sus datos, esta alternativa reduciría la exposición a genotoxinas, un tipo de sustancias químicas cancerígenas.
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Así lo explica Daniel Commane, profesor asociado de Ciencias de la Nutrición en la Universidad de Northhumbria y autor principal del estudio. "El cáncer colorrectal es el cuarto más común en Reino Unido, con más de 40.000 nuevos casos cada año, y los datos asocian consistentemente el consumo de carne roja y carne procesada con un aumento del riesgo del mismo", sostiene el investigador.
Cabe recordar que los diferentes estudios llevados a cabo hasta la fecha han detectado relaciones consistentes entre el consumo de carne roja y carne procesada con un aumento del riesgo de sufrir cáncer colorrectal. Esto ha dado lugar a las recomendaciones tanto de EATLancet como de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), que abogan por reducir el consumo de carne.
En este caso se realizó un ensayo clínico aleatorizado que siguió a 20 adultos varones sanos de entre 18 y 50 años, en dos fases. En la primera parte o "fase de carne", los participantes consumieron 240 g de carne roja y procesada diaria, incluyendo bistecs de ternera, salchichas de cerdo y lonchas de jamón durante dos semanas.
En la segunda parte o "fase de micoproteínas", consumieron la misma proporción de alimentos en su equivalente de proteínas derivadas de hongos, durante un periodo separado de otras dos semanas. Entre ambas fases hubo un periodo de "lavado" de cuatro semanas donde los participantes realizaron una dieta habitual.
Se realizaron análisis de muestras de heces y orina en todos los participantes, en busca de niveles de genotoxinas como los compuestos nitrosos (NOC) y el p-cresol. Se trata de contaminantes químicos que funcionan como marcadores potenciales de riesgo de cáncer colorrectal.
Según los hallazgos del estudio, estos niveles de genotoxinas se habrían reducido significativamente en la "fase de micoproteínas", mientras que habrían aumentado considerablemente en la "fase de carne". Las diferencias fueron estadísticamente notables entre ambas fases.
Además, también se comprobó que la dieta rica en micoproteínas mejoró la salud intestinal de los participantes, aumentando los niveles de bacterias protectoras como Lactobacillus, Roseburia y Akkermansia. Estas comunidades de bacterias se asocian a la protección frente a tumores inducidos químicamente, la inflamación y el cáncer colorrectal.
Por el contrario, en la fase de carne, se comprobó un aumento de las bacterias intestinales nocivas. Estas se relacionan con perjuicios como el cáncer, enfermedad cardiovascular, aumento de peso y otros resultados negativos para la salud.
Estudios previos ya habían sugerido que el consumo de carne roja y procesada no solo aumenta la genotoxicidad, sino que reduce el consumo de fibra, indispensable para la salud intestinal. Quienes comen más carne tienden a desplazar a los alimentos vegetales de su dieta. La micoproteína, concluyen los investigadores, posee un buen perfil nutricional, es rica en fibra y baja en grasas saturadas.