La pesadilla del Mar Menor persiste: la laguna ha perdido su capacidad de autorregulación
El Instituto Oceanográfico de España constata en su investigación que este ecosistema ha perdido su capacidad para recuperarse.
16 septiembre, 2021 01:20Noticias relacionadas
La mortalidad masiva de fauna marina este verano en el Mar Menor muestra que ese ecosistema ha perdido su capacidad de autorregulación, según el Instituto Oceanográfico de España (IEO-CSIC), aunque considera factible su recuperación si se ataja el problema de los vertidos.
Aunque las observaciones efectuadas a principios de septiembre sugieren una mejora en la oxigenación de la laguna, "puede tratarse de algo transitorio" por el cambio de régimen local de vientos. Así lo señala un informe elaborado a solicitud del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco).
Como indican los investigadores, la saturación de materia orgánica y la turbidez persisten, incluso extendidas a la zona norte, por lo que el riesgo de nuevos cuadros de hipoxia y anoxia subsiste también.
El estudio "no ha encontrado evidencia alguna" de que la temperatura estival haya sido el factor desencadenante de este nuevo episodio de mortalidad de organismos marinos. De hecho, en lo que va de 2021 la temperatura de la albufera ha sido inferior a la media de años anteriores.
La "causa principal" del último episodio de mortandad masiva de especies acuáticas, registrado este verano, es la "incesante entrada de fertilizantes a la laguna procedentes de la agricultura intensiva y otras actividades humanas en el entorno ribereño como causa principal".
Los expertos destacan el papel determinante del aporte de nutrientes y materia orgánica como motor de eutrofización de la albufera.
El exceso de fitoplancton ocasionado por esta dinámica ha limitado la entrada de luz y ha afectado tanto a la fotosíntesis como a la disponibilidad de oxígeno disuelto hasta niveles próximos a la hipoxia.
El evento extremo de este verano, "uno más desde la sopa verde de 2016", muestra que el ecosistema lagunar "ha perdido su capacidad de autorregulación".
La recuperación de la albufera
Sin embargo, los expertos ven factible su recuperación siempre que se ataje el problema de los vertidos y se preserven características esenciales como la salinidad, que "se vería afectada por la apertura de golas o canales de comunicación con el Mediterráneo".
El informe, firmado por seis autores del IEO, se basa en los datos obtenidos en el programa de monitorización de la laguna que mantiene el instituto y en resultados de diversos proyectos de investigación.
El análisis aporta evidencias de que este evento de mortalidad está "ligado estrechamente" con el proceso de eutrofización responsable de la degradación de la laguna salada, informa el IEO en un comunicado.
Si la situación persiste, advierten los científicos, la vegetación bentónica podría morir y agravar la crisis ambiental, para lo que ponen como ejemplo la zona sur de la laguna, donde la pradera de alga Caulerpa prolifera "ha desaparecido casi por completo por falta de luz".
El texto recuerda "el profundo deterioro" que ha experimentado el ecosistema del Mar Menor a partir de 2016 y las "graves presiones ambientales" que sufre, derivadas no solo de los vertidos de la agricultura intensiva en el área del Campo de Cartagena, sino también de la llegada de contaminantes químicos-mineros, de obras y desarrollos urbanísticos en esta zona del litoral murciano.
La recuperación, "aunque compleja, sería factible si se cortara la entrada de nutrientes a la laguna a través de vertidos, como se ha comprobado en otros ecosistemas costeros sometidos a agresiones similares en diferentes partes del mundo", añade.
Los expertos consideran "crucial" no seguir alterando las condiciones ambientales clave que determinan la resiliencia del ecosistema lagunar y sus propiedades ecosistémicas básicas.
Entre esas características, citan la salinidad, de la que depende en gran medida su funcionamiento biológico y la singularidad de su biodiversidad.
La salinidad media de la laguna va en aumento desde el verano de 2020 y, de seguir así, podría recuperar sus valores normales en verano de 2022, siempre que no haya lluvias torrenciales u otros fenómenos climatológicos extremos, ni intervenciones humanas como "apertura de canales de comunicación con el Mediterráneo o golas".