Este es el peor río para bañarse de España y aquí está su punto negro
- En la localidad de Medellín (Badajoz) se encuentra una de las zonas de baño interior con las mayores concentraciones de Escherichia coli y enterococos en todo el país.
- Esta es la peor playa de España para bañarse
España no es un país que trate especialmente bien a sus recursos hídricos. Las diferentes formaciones políticas siguen sin ponerse de acuerdo para realizar un pacto nacional sobre el agua, contamos con más presas que países como Canadá y las lluvias de la pasada primavera han solventado una situación de sequía que seguirá produciéndose periódicamente.
Frente a estos problemas hay que sumar la contaminación de nuestras aguas. Los casos más conocidos suelen producirse en el mar, como el hundimiento del Prestige o situaciones límites de zonas sobreexplotadas como La Manga del Mar Menor. Pero los ríos, lagos y aguas subterráneas españoles tampoco se libran de esta lacra. De acuerdo con este informe del Instituto Geográfico Nacional, los vertidos urbanos o industriales, los fertilizantes empleados por la agricultura y las deyecciones del ganado aumenta el nitrato del agua hasta alcanzar niveles peligrosos para la salud.
Este último caso es el que afecta gravemente a la localidad de Medellín, en Badajoz, situada en el curso del cuarto río más largo de la Península Ibérica: el Guadiana. No es un asunto de menor importancia para sus habitantes. Esta población de aproximadamente 2.300 personas basaba gran parte de su economía de servicios en el medio centenar de chiringuitos que su zona de baño llegaba a atraer durante la temporada estival.
Los datos recopilados para determinar la limpieza de las aguas de los ríos españoles corren a cargo de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Desde Bruselas se determina todas aquellas zonas de baño interior catalogadas como "insuficientes" respecto a la calidad de sus aguas. Tras este paso inicial, el Sistema de Información Nacional de Aguas de Baño (Náyade) determina la cantidad exacta de los conjuntos bacterianos de Escherichia coli y enterococos. Estas sustancias, potencialmente peligrosas para la salud, suelen proliferar debido a la presencia de ganado animal en el agua.
Las últimas seis mediciones realizadas por el Estado reflejan una media de 595,16 NMP o conjuntos bacterianos de E. coli por cada 100 mililitros de agua. En el caso de los enterococos la situación se agrava y asciende a los 891,66 NMP/100 mL. El 5 de septiembre de 2017 Náyade emitió una recomendación de no baño en la zona. A partir de este mes, dejaron de realizarse mediciones periódicas en la playa de Medellín.
La ausencia de higiene no es el único problema grave en las aguas del tramo medio del Guadiana. Desde hace diez años se introdujo una especie endémica en sus aguas: el camalote. Esta planta originaria de la selva amazónica es especialmente resistente debido a su gran capacidad reproductiva y al clima cálido de la zona, al que se ha adaptado perfectamente. Al extenderse por la superficie del río, reduce el impacto del sol en las plantas acuáticas endémicas, que terminan por desaparecer. Como consecuencia, numerosas especies animales del Guadiana se han trasladado al ver modificado su hábitat.
El alcalde de la localidad, Antonio Parral, explicaba a finales del año pasado en EL ESPAÑOL que la visibilidad del curso del río se había reducido considerablemente. "Se hacen trabajos de control para que no se vaya de madre... la zona de baño está acotada con barreras protectoras que evitan que entre el camalote, y en las zonas próximas periódicamente hay que hacer una extracción de la planta porque con el calor se reproduce a una velocidad de vértigo".
Respecto a la concentración de bacterias, el regidor se muestra molesto ante la falta de actuación del resto de administraciones. "Yo de lo que siempre me he quejado y he puesto de manifiesto es que si detectamos una serie de irregularidades (...) creo que tampoco es tan complicado buscar el origen. Yo no sé si alguien no está haciendo el trabajo que tiene que hacer, la verdad".
El río Guadiana atraviesa tres comunidades autónomas durante su recorrido por la submeseta Sur. Desde su curso alto en Castilla-La Mancha arrastra numerosos problemas ecológicos, como la sobreexplotación de las Tablas de Daimiel.