No todo el mundo tiene que estudiar una carrera. Ni todos somos iguales ni valemos para lo mismo. Ya podrían fomentar los grados de formación profesional, que nos estamos quedando sin oficios en España. Y esto no tiene que ver con ganar más o menos dinero, tiene que ver con la tontería de aparentar y la inseguridad de padres que se traslada a hijos. Por el qué dirán. Parece que queda mejor decir que tu hijo es médico a decir que es electricista. Hoy en día es altamente probable que, si te lo montas bien con un grado de formación profesional, ganes bastante más dinero (e invirtiendo menos tiempo) que cualquiera con una titulación universitaria. Ahora tenemos a niños de veintidós años recién salidos de la carrera sin experiencia ni ambición queriendo cobrar dos mil euros al mes alegando simplemente una titulación de la universidad que sea. Entrañable cuanto menos.
Luego está el tema de la selectividad, PAU, EvAU, EBAU… Que no se ponen de acuerdo ni para el nombre. ¿Cómo es posible que en mi colegio practicásemos en primero de bachillerato con los exámenes a los que se enfrentaban andaluces y canarios para acceder a la universidad en selectividad? Dejemos de hablar tanto de derechos y títulos regalados y empecemos por tener todos el mismo nivel de exigencia.
Lo que me lleva a las notas de corte de las universidades públicas. Ya es hora de que empecemos a subir, por ejemplo, la nota para formar a los profesores que van a educar a nuestros hijos en el colegio, ¿no creen? Porque digo yo que estaría bien tener un mínimo de esfuerzo para estudiar algo que debería ser vocacional y no el cajón desastre de los que no llegan a ir donde quieren.
Al final el tema de la universidad pública o privada se resume en estereotipos básicos. Si vas a la pública es por dos motivos, o porque no te puedes permitir una privada buena (que alguna hay) o porque eres lo suficientemente listo y maduro para gestionar por ti mismo tu futuro. En cambio, si vas a la privada, el estereotipo es el de pertenecer a una familia con dinero, que lo único que va a salvarte son los contactos que generes entre los hijos de los amigos de tus padres. O lo que es peor, que no seas ni lo suficientemente listo ni lo suficientemente maduro para sacarte las castañas del fuego. No seré yo quien defienda, en general, las universidades privadas; pero vaya, que si tu niño es tan listo, existen becas para que puedan estudiar tanto en una como en otra.
Cuando acabes la carrera, si lo que quieres es opositar, al final da igual donde estudies, el examen es el mismo para todos. En cambio, si quieres trabajar para una empresa privada, se abren otras dos opciones: que te coloquen tus padres o que te contrate un jefe que decidirá si es más relevante tu currículum o que le invites a la montería de la familia. Si quieres ser autónomo, huye de este país.
Antes de entrar en guerrillas irrelevantes que nos hacen perder el tiempo sobre si Sánchez se ha sacado el título en la privada o si Montero es una mamarracha que no sabe controlar su (¿adulterada?) euforia ante un micrófono, se nos debería meter en la cabeza que a quien hay que premiar es al genio y no al que tenga más o menos recursos. Que no se nos olvide, como dijo Escohotado, que la educación significa que aunque puedas robar, no lo hagas.