
María Pilar en su heladería. E.E.
María Pilar, de ser interiorista a abrir una nueva heladería en Zaragoza: "Es un negocio para venir con toda la familia"
A sus 53 años, la zaragozana, ha hecho realidad un sueño que tenía en mente desde hace más de 20 años.
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La primavera y el buen tiempo, aunque con inestabilidad, ya han llegado a Zaragoza. El sol y la luz del día incentivan a salir a la calle, a pasear y, como no, a disfrutar de la gastronomía… Así pues, desde este sábado, en la capital aragonesa se puede encontrar un nuevo negocio que no dejara indiferente a nadie. Al menos, no a los más lamineros.
Se trata de la nueva heladería de la avenida César Augusto, Puerta Real, cuya apertura se intuía desde hace semanas, pero su andadura comienza ahora. Lo hace con muchas ganas de revolucionar el centro de Zaragoza, de ofrecer el mejor producto y la mejor sonrisa a todos sus visitantes.
La heladería Puerta Real es una marca de helados artesanos que combina la receta italiana con los productos gallegos, está ubicada por numerosas ciudades de España (Madrid, A Coruña, Gijón, Málaga, Barcelona...). Ahora, llega a Zaragoza de la mano de María Pilar, una aragonesa que a sus 53 años se embarca en el emprendimiento con máxima ilusión.
“Yo soy interiorista, llevaba más de 20 años en el mundo de la decoración y muebles. Me gustaba el tema de los helados y me surgió la idea de tener una cuando nació mi hijo. Aunque yo pensaba hacerlo en Calatayud, porque no había y no hay”, cuenta la dueña.
“Seguí en el mundo de la decoración, pero todo tiene un principio y un final. Quería dejarlo. Me gustaba la idea de tener mi propio negocio y pensé ¿por qué no montar aquella heladería? Buscando, encontré Puerta Real, me pareció que tenía un producto muy bueno, muy cremoso, de calidad”, continúa.

Escaparate de sabores.
Así pues, María Pilar consideraba que era un helado que podía triunfar, aunque ya no en Calatayud, sino en Zaragoza. El cambio de localidad se debió simplemente por el público objetivo y la magnitud que podía alcanzar. Eso sí, no descarta, si la cosa va bien, poder expandirse.
Un proceso largo
No obstante, desde que tuvo clara la idea hasta el momento de abrir sus puertas, han pasado muchos meses y mucho trabajo. Primero se informó sobre Puerta Real, haciendo un profundo estudio de mercado. María Pilar, con una amiga, se fue a Madrid para probar el producto y preguntar impresiones a los clientes.
Además de convencerle a ella, también las reseñas eran positivas, así que la zaragozana contactó con la empresa. Después, llegó la búsqueda del local. “Buscaba algo en el centro, un sitio de mucho paso tanto autóctono como turistas. Me encontré con este y me pareció un sitio fantástico al lado de un palacio precioso. Cuando vi que tenía la muralla dentro sabía que no había mejor decoración”, recuerda.
Esa primera visita fue en diciembre, a finales de enero firmó el contrato, y después de muchos trámites, retrasos y espera, puede abrir. “La ilusión y las fuerzas pueden con todo. Lo que empezó pidiendo información, se ha convertido en una realidad”, exclamaba feliz.
Una realidad que se podrá saborear este sábado a partir de las 14.00. María Pilar reconoce que tiene muchas ganas de comenzar a vender y poder encontrarse con la gente. Incluso, este viernes, mientras ultimaba los detalles, algunos viandantes entraban a preguntar y ya probaban su oferta de sabores.
Diferentes sabores
Al adentrarse en el local, como en cualquier heladería, todas las miradas apuntan a la nevera. En Puerta Real, el escaparate es asombroso y será difícil resistirse. Aun así, María Pilar insiste en que todavía sabrán mejor de lo que aparentan.

Más sabores de Puerta Real.
Sin duda, las opciones son para todos los gustos y momentos: tiramisú, fresa, vainilla, limón, pistacho, tarta de la abuela, snickers, dulce de leche, kinder, crema de orujo, nata, crema de orujo, avellana, frutos del bosque, tarta de queso, mojito, oreo, chocolate y otros tantos.
Para la propietaria, todos son exquisitos, pero si tuviera que decantarse por alguno, destaca el de tarta de queso, el de pistacho o el de mascarpone con higos. “Yo estoy muy orgullosa de ellos, a la gente le va a gustar”.
Por último, pero no menos importante, pone en valor la faceta “amable y familiar” de una heladería. “Es un producto que consume toda la familia. Viene desde el nieto con un año hasta el abuelo con 80, cada uno pide su gusto, no se queda nadie sin él”, entiende María Pilar, luciendo su gorro y delantal.