Terceira, la isla de la aventura
Tierra de exploradores y audaces balleneros, el espíritu aventurero continúa vivo en esta isla de origen volcánico y naturaleza exuberante.
14 marzo, 2016 12:30Noticias relacionadas
Para quienes crecimos alimentando la imaginación con los apasionantes relatos de Julio Verne, la experiencia de descender hasta el fondo del Algar do Carvão –una de las cicatrices volcánicas de la isla de Terceira–, es toda una aventura digna del profesor Lidenbrock y su Viaje al centro de la Tierra. No en vano, la bajada hasta el corazón de esta honda garganta de origen telúrico –que alcanza los 90 metros de profundidad– permite adentrarse en un bellísimo recorrido subterráneo adornado por helechos, estalactitas de lava, bóvedas geológicas colosales e incluso un apacible lago cuyas aguas nunca han visto la luz del sol.
El del Algar do Carvão es sólo uno de los numerosos enclaves de origen volcánico que pueden visitarse hoy en la isla de Terceira, un exuberante brote de tierra firme en el grupo central de las Azores, en pleno corazón del Atlántico. La particular ubicación del archipiélago portugués, a medio camino de América y Europa, convirtió a Terceira en lugar de paso ineludible para galeones cargados de oro y especias que viajaban entre las Indias y el viejo continente. Un papel protagonista como “puerta” del Atlántico que convirtió a las Azores en un apetecible botín para los temibles piratas y corsarios, siempre ávidos de hacerse con una buena presa, y siglos más tarde en un enclave fundamental para la industria ballenera. Por todo ello, Terceira destaca como un imán irresistible para todo tipo de viajeros en busca de aventura. Hoy los espíritus intrépidos que visitan la Isla Violeta –nombre poético con el que también se la conoce– no llevan sables al cinto ni arpones para cazar cetáceos, pero cuentan con atractivos suficientes para saciar sus ansias de emociones.
PUERTA DEL ATLÁNTICO
Terceira recibió su nombre actual –fue conocida durante algunos años como Isla Jesucristo– por ser la tercera isla del archipiélago descubierta por los portugueses en el siglo XV, y no tardó en convertirse en capital administrativa de las Azores. Aunque los primeros habitantes llegados de Portugal se establecieron en las zonas de Quatro Ribeiras y São Sebastião, pronto surgieron otros asentamientos de mayor importancia al abrigo de puertos más seguros y propicios para las naves llegadas desde la metrópoli. Fue así como se crearon Praia da Vitória, en el este, y Angra do Heroísmo, en el sur. Esta última localidad, primera ciudad de las Azores, acabó convirtiéndose en diócesis y capital de la isla, y creció con notable prosperidad gracias al continuo trasiego de embarcaciones que viajaban a las Indias o las plazas africanas para regresar a la Península Ibérica cargadas de riquezas. Fue precisamente este papel fundamental en la época de los Descubrimientos como “puerta” del Atlántico, y la creación de un trazado urbano típicamente renacentista en medio del océano, lo que le valió la concesión por parte de la UNESCO del título de Patrimonio de la Humanidad.
Las huellas de aquel glorioso pasado son perfectamente visibles hoy en el casco antiguo de la ciudad y en distintos puntos de la isla. En el centro de Angra se levanta todavía la antigua Praça Velha (Plaza Vieja), en la que se encuentra el edificio del Ayuntamiento y donde confluyen las ruas da Sé (allí se alza la hermosa catedral del siglo XV), Direita y Galo, calles que mantienen un atractivo aire colonial, con casas de la nobleza de los siglos XVI, XVII y XVIII. A un paso de este corazón comercial se encuentra el tranquilo jardín Duque da Terceira, un pequeño y bellísimo parque de época decimonónica plagado de palmeras, camelias, magnolias y loureiros en cuya sombra se refugian no pocas parejas en busca de intimidad. Una vez allí merece la pena subir las suaves escalinatas que conducen a la Memoria, un llamativo obelisco construido a mediados del siglo XIX para conmemorar la visita a la isla del rey Pedro IV. Desde la explanada en la que se levanta el singular obelisco amarillo –sus formas excéntricas casi recuerdan a las de una estupa budista– se disfruta de una de las mejores vistas de Angra, con sus casas derramándose hacia el mar y el puerto, y la silueta del Monte Brasil destacando en el horizonte.
Este último enclave es otro testimonio del origen volcánico de la isla, y en él se encuentra otro de los hitos patrimoniales de la ciudad: el castillo de São João Baptista. Esta espectacular fortaleza de finales del siglo XVI se construyó durante la época de dominación española para proteger a la ciudad de los ataques de piratas ingleses como Francis Drake o el conde de Essex, y hoy todavía sigue en pie con fines militares. Muy cerca de sus largas murallas se encuentra el Parque Municipal do Relvão, un espacio verde que atrae a numerosos senderistas, y que cuenta con rincones de gran belleza, como el Pico das Cruzinhas, otro magnífico mirador para contemplar Angra desde un punto de vista privilegiado.
UN PARAÍSO ENTRE OLAS Y VOLCANES
El Algar do Carvão es uno de los espacios geológicos más espectaculares de la isla, pero no es el único rincón de Terceira en el que es posible descender a las bellas y misteriosas entrañas de la Tierra. A esta chimenea volcánica y a los verdes paisajes del antiguo volcán del Monte Brasil hay que añadir la Gruta do Natal, un tubo lávico de más de 700 metros de longitud que hoy cuenta con un interesante centro de visitantes. Al indudable atractivo que suponen sus riquezas geológicas, se suma un detalle poco común: la cavidad volcánica acoge en la actualidad diferentes ceremonias y eventos sociales, desde bautismos a bodas.
En el centro de la isla se encuentra la Caldeira de Guilherme Moniz, un gigantesco cráter de gran belleza paisajística que es posible recorrer, ya sea a pie o a caballo. Una opción cómoda y muy divertida consiste en visitar los principales enclaves geológicos y paisajísticos de la Isla Violeta a bordo de potentes 4x4, una posibilidad que ofrecen empresas como Comunicair, con rutas a la carta que permiten descubrir todos los secretos de la isla o realizar actividades más originales, como acampadas de varios días en paisajes volcánicos renunciando al más mínimo atisbo de tecnología. Para los más audaces, la Sociedade de Exploraçao Expeolóxica Os Montanheiros organiza visitas espeleológicas a todas aquellas cuevas de la isla con mayor interés científico o deportivo.
Desde tiempos inmemoriales, las Azores han sido un auténtico santuario para multitud de especies de cetáceos, que atraviesan sus aguas durante sus migraciones a otras latitudes. Esta circunstancia originó una importante industria ballenera en el archipiélago que se desarrolló hasta hace tan sólo unas décadas, por lo que no es de extrañar que el escritor Herman Melville incluyera entre los personajes de su célebre Moby Dick a varios marineros de las Azores. En São Mateus, una de las pedanías de Terceira con mayor tradición pesquera, todavía se conservan algunas huellas de la antigua Fábrica de la Ballena que hubo allí tiempo atrás, como calderos y tanques en los que se derretía y almacenaba el aceite de ballena. Hoy la caza de estos cetáceos ha pasado a la historia de las islas, pero todavía es posible salir a la búsqueda de ballenas, delfines y cachalotes a bordo de alguna de las embarcaciones que fletan empresas como Ocean Emotion o Aguiatur. La mejor época para el avistamiento de cetáceos se registra entre abril y octubre, aunque también en otros momentos del año es posible disfrutar del sobrecogedor espectáculo que supone la visión de estos gigantes de los océanos.
Las posibilidades de turismo activo no terminan aquí. Las aguas de Terceira son un excelente escenario para la práctica de la natación, sobre todo en alguna de las abundantes y hermosas piscinas naturales que se formaron, como no, gracias a la acción de la lava; los amantes del buceo también están de enhorabuena, con multitud de rincones propicios para el submarinismo, y quienes prefieran el surf o la vela no quedarán tampoco defraudados gracias a las célebres corrientes y vientos que acompañan todo el año al archipiélago.
Aunque las oportunidades de acción, deporte y aventura son inagotables, Terceira es también la elección ideal para quienes buscan un destino tranquilo y acogedor. A los paseos por Angra y los espectaculares paisajes volcánicos vestidos con tupidos bosques de laurisilvas y cryptomerias hay que sumar fiestas tan animadas como las del Espírito Santo (entre mayo y septiembre), en las que son protagonistas los coloridos imperios –capillas de vistosos colores que salpican toda la isla y compiten en espectacularidad– y las tradicionales touradas à corda (una especie de toro ensogado), en las que los más audaces se exponen a las embestidas de estos hermosos animales. Un repertorio interminable de sorpresas que convierten a Terceira en un verdadero paraíso en medio del Atlántico.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar: Hasta el próximo mes de noviembre, es posible viajar a Terceira desde Madrid en vuelos directos operados por la compañía Sata gracias a la gestión de Portugal Tours (http://www.portugal-tours.com/).
Dónde dormir: El Hotel Angra Marina ***** disfruta de unas inmejorables vistas al Atlántico y el imponente Monte Brasil. Para quienes buscan algo diferente, la Quinta do Martelo ofrece la posibilidad de alojarse en una antigua hacienda típica de las Azores, con la tranquilidad del campo y en contacto con la naturaleza.
Dónde comer: La gastronomía típica de la isla es muy variada, y ofrece manjares entre los que se cuentan platos como el pulpo a la brasa, recetas a base de morcilla y, en especial, la alcatra, un guiso de carne de ternera cocinado en cazuela de barro y horno de leña. El mejor lugar para degustarlo es sin duda el restaurante Ti Choa (Grota do Margaride 1, Serreta), un acogedor establecimiento de precios más que asequibles y trato familiar.
Más información: Visit Azores y Governo dos Açores.