Cambados quiere sacar a la luz su verdadera historia
El municipio ha puesto en marcha un proyecto divulgativo y patrimonial vinculado a las ruinas de la Torre de San Sadurniño
5 noviembre, 2020 06:00Cambados es considerado un auténtico museo al aire libre. Este municipio, enmarcado a orillas de la Ría de Arousa, nació de la unión de tres antiguas villas independientes: San Tomé, Fefiñáns y Cambados. Las particularidades de cada una de ellas se han mantenido en el tiempo, formando uno de los conjuntos urbanos más singulares de las Rías Baixas.
Frente al hoy barrio marinero de San Tomé do Mar se alza la silueta de la torre de San Sadurniño, o más bien lo que queda de ella. Situada en el pequeño islote de A Figueira, las ruinas de esta torre se unen a tierra firme por un puente de unos 170 metros de largo. Al ser una zona de marisqueo, si hay marea baja también se puede llegar caminando. La panorámica desde su entrada es envidiable, recogida por la Illa da Toxa a su izquierda, y la Illa de Arousa a mano derecha.
Por todo ello, el ayuntamiento de Cambados quiere poner en marcha, a partir de primavera, un plan de promoción del valor de esta zona, declarada Bien de Interés Cultural en 1994. El proyecto incluye una parte divulgativa, con la que se quiere acercar en primer lugar la historia de Cambados a su pueblo, y otra patrimonial, que pretende sacar a relucir los posibles restos de la antigua capilla y otras viviendas.
Las dudas sobre su creación
Las ruinas de la Torre de San Sadurniño son el último vestigio de lo que en su día pudo haber sido una fortaleza. Se construyó, según el famoso cronista José Caamaño Bournacell, en la segunda mitad del siglo X, en la época del obispo compostelano Sisnando. Aunque para el historiador cambadés, Sindo Mosteiro, la edificación se habría construido mucho después, a principios del siglo XVI, como torre jurisdiccional para usos administrativos. Las interpretaciones del historiador, incluidas en su libro A Torre e a sombra, rompen con muchos de los hechos conocidos sobre Cambados. Desde el ayuntamiento apoyan esta versión e incluso han solicitado a la Diputación de Pontevedra una subvención para cambiar los paneles informativos de las ruinas.
De su creación a su (casi) desaparición
En la historiografía de las fortificaciones medievales de Galicia existen muchas variables que caminan entre el mito y la realidad. Los restos de la Torre de San Sadurniño son un gran ejemplo de ello. Sus restos aún en pie recogen siglos de historias, leyendas y romances que se mantienen hoy día en el imaginario de los cambadeses. Al menos por ahora, esta es la versión más extendida.
La Torre de San Sadurniño, al encontrarse en una posición estratégica, fue utilizada como torre de defensa, de vigilancia e incluso como faro. Historias locales hablan de los supuestos saqueos de piratas bárbaros y normandos, durante los cuales la torre sirvió de sistema de comunicación entre comarcas. En lo alto de esta se encendía una hoguera, visible desde la Torre de A Lanzada y las Torres do Oeste en Catoira, y que avisaba a la población de los posibles ataques a la ciudad de Compostela y alrededores.
En el siglo XII, la villa y el fuerte fueron adquiridos por el arzobispo Santiago Diego Xelmírez, quien reforzó la construcción y creó una infraestructura portuaria que ayudó a generar riqueza a través del comercio en la zona. Un siglo después la propiedad pasó a ser feudo del poeta y militar Paio Gómez Chariño de Soutomaior, quien fue clave en la conquista de Sevilla para la Corona. Finalmente, a consecuencia de las revueltas irmandiñas, entre el año 1466 al 1470, la fortificación fue derribada.
Aunque su historia no terminó ahí. Años más tarde, fue comprada y reconstruida por segunda vez por el señor de Sobrán y Señoráns, Sueiro Gómez de Soutomaior. La torre incluso llegó a ser mejorada en este tiempo, con una capilla dedicada a la Virgen María, y que sirvió de popular lugar de hospedaje.
Sería la naturaleza y no la mano del hombre la que acabaría finalmente con el fuerte. En el año 1755 tuvo lugar el devastador terremoto de Lisboa, que afectó a toda la costa occidental. Parte de las murallas fueron dañadas, así como la capilla, de la que ya no se conserva ningún rastro. A pesar de que durante el siglo XVIII la familia Chariño-Soutomaior la tuvo en posesión, nunca nadie la repararía. Los restos de la Torre de San Sadurniño conservaron cierto prestigio hasta finales del siglo XIX, pero debido a su abandono, esta fue deshaciéndose poco a poco. Más tarde pasó a ser propiedad pública y hoy en día sus ruinas se mantienen como uno de los monumentos más característicos de Cambados.
Personajes históricos y romances entre sus muros
Durante todos estos periodos, se dice que el fuerte albergó a numerosos personajes ilustres, entre ellos Urraca de León y Castilla, madre de Alfonso VII; Juana de Castro, Reina consorte de Castilla por su fugaz matrimonio con Pedro I El Cruel; María Gómez, Infanta de Hungría y amante de Paio Gómez de Soutomaior; y María Ulloa, amante del arzobispo Alonso II de Fonseca.
La historia de María Gómez bien merece una mención. Paio Gómez de Soutomaior pertenecía a un linaje modesto pero muy respetado, los Lantaño. El noble fue enviado por el Rey Enrique III de Castilla a la Región de Tartaria con fines diplomáticos. El Gran Tamerlán puso a este a prueba, frente a una piedra que sudaba sangre cuando alguien mentía, y la superó.
Tamerlán acabó convencido y envío al Rey Enrique dos esclavas húngaras como regalo de voluntad. Una de ellas era la rebautizada en Galicia como María Gómez, Infanta de Hungría. En el viaje de vuelta Paio cayó rendido ante sus encantos, al menos en un primer momento.
Cuando el Rey Enrique se enteró preparó una venganza en forma de matrimonio, lo que para el noble suponía un freno en su ascenso de poder. Así, en el momento que el Rey murió, Paio repudió a María a la fortaleza de San Sadurniño, donde pasaría el resto de sus días. Él se casaría entonces con una mujer de su estirpe, la sobrina del arzobispo Lope de Mendoza, con la que tendría, entre otros hijos, a Suero Gómez de Soutomaior.