Cascales, la guardiana de embriones abandonados: hay 70.000 en España que ni se usan ni se destruyen
La bióloga explica que en España hay más de 777.679 embriones en los bancos de conservación, de los cuales el 10% están abandonados.
30 junio, 2024 02:20Laura Cascales, de 33 años, descubrió desde muy joven que quería ser bióloga, una de esas científicas que llevan bata blanca. Pero lo suyo no eran las plantas o los animales, así que cuando llegó el momento de escoger, se decantó por la rama biosanitaria. Empezó a trabajar en el laboratorio de tratamientos de fertilidad en el Instituto Bernabéu en Madrid, y ahora es una de las guardianas de los óvulos de miles de mujeres que han decidido preservar su fertilidad. En España hay más de 777.679 embriones en los bancos de conservación, según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF).
La bióloga llegó a este campo de investigación cuando la genética ya había revolucionado la medicina reproductiva. “Este es el futuro”, afirma a EL ESPAÑOL. Buena parte de su trabajo consiste en la vitrificación, un proceso que se basa en congelar óvulos fértiles para usarlos en el momento en el que la mujer quiera tener hijos. Una alternativa que cada vez más mujeres están utilizando para preservar su fertilidad y así poder tener tiempo para decidir cuándo quieren ser madres, sin ningún tipo de presión biológica.
“Pausar el reloj biológico es cada vez más habitual y sencillo en España”, dice. El número de mujeres que apuestan por congelar óvulos y embriones se ha multiplicado por 18 en la última década. De 424 en 2011 a 7.712 en 2021, según los últimos datos de la SEF.
Una de las razones por las que las mujeres están congelando sus óvulos es el retraso de la maternidad en España. Cada vez hay más mujeres que son madres a partir de los 40 años. “Esto ha provocado que cada vez haya más personas que necesitan tratamientos de fertilidad y que los embriones se acumulen en los bancos sin un destino claro”, asegura Cascales.
Se calcula que hay 777.679 embriones congelados en España, de los cuales el 10%, unos 70.000 aproximadamente, han sido abandonados. Esta situación genera una serie de problemas logísticos a las clínicas de medicina reproductiva. La preservación de estos embriones, según indican los especialistas en medicina reproductiva del Instituto Bernabéu, tiene un coste importante, ya que el mantenimiento de las instalaciones es costoso, el consumo de nitrógeno también es elevado, y se requiere cada vez más espacio en los tanques de nitrógeno líquido donde se almacenan a menos 179 grados. “Deshacerse de ellos no es tan sencillo, aunque la paciente quiera destruirlos. La ley nos obliga en muchos casos a mantenerlos de manera indefinida”, afirma Cascales.
En España, y dentro de las opciones que permite la ley, aproximadamente el 45% de los embriones congelados son destinados al uso por los propios pacientes, el 5% son donados a otras parejas, el 18% se destina a la investigación y el resto se destruye.
¿Conservar o destruir óvulos?
“La ley (sobre técnicas de reproducción humana asistida) nos indica que debemos solicitar a la mujer la renovación del consentimiento cada cierto tiempo. Si después de dos intentos el paciente no aparece o no continúa pagando el mantenimiento, en teoría los embriones quedan a disposición del centro, pero hasta ahora lo que hemos hecho es guardarlos por si los reclaman en un futuro”, dice Cascales, que asegura que lo más habitual para que estos óvulos terminen abandonados es que sea porque sus dueños se desentiendan de ellos o que la pareja sea imposible de localizar.
“En todos los centros que tiene el Instituto Bernabéu hay más de 35.00 embriones congelados, de los cuales más de 5.000 ahora mismo están abandonados”, aseguran. Una de las razones para que sea tan alto el número de óvulos abandonados es que cuando una mujer ya no los quiere usar, la decisión no depende solo de ella.
La ley, del 2006, ofrece tres opciones: donarlos a otras mujeres, cederlos a la ciencia o destruirlos. Sin embargo, sin importar lo que la mujer escoja, hay muchas trabas. “Si la mujer decide donarlos a la ciencia, tienes que volver a contactarla, contarle del proyecto y que esté de acuerdo”, cuenta Cascales.
Si la mujer se decanta por la tercera opción y pide el cese de la conservación, la ley le obliga a conservar los embriones o los óvulos hasta que la paciente cumpla 50 años y haya agotado su capacidad reproductiva. “No podemos destruirlos hasta que dos médicos ajenos a la clínica certifiquen que la mujer es infértil. Esto no sucede con los espermatozoides”, explica la especialista.
“La ley necesita ciertos ajustes y adaptarse al año 2024”, asegura la doctora, aunque reconoce que la ley en España es una de las más avanzadas del mundo y es una referencia tanto por las técnicas que regula como por las personas destinatarias.
Parar el reloj biológico
Entre las trabas y los dilemas morales que supone destruir los óvulos de una paciente que pueda volver dentro de unos años reclamándolos y poniendo en ellos la esperanza de su maternidad hace que los centros sean muy cautelosos con el tema. “Es un privilegio poder trabajar aquí y ver a tantos pacientes cumplir su objetivo, su maternidad deseada”, confiesa la bióloga. En España, hoy se tiene hijos de media a los 32,6 años, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.
La bióloga subraya que estos procesos han ayudado considerablemente en mitad de tantos cambios sociales: permiten que la mujer elija cuándo ser madre sin presión y ayuda a nuevos tipos de familia formada por mujeres solas o parejas homosexuales. “Si una mujer tiene dudas, lo mejor es que empiece viniendo a hacerse un chequeo y, según los resultados, podrá tener un panorama más claro sobre sus óvulos respecto a su edad y si tendría que empezar a pensar en congelarlos”, dice esta bióloga, que tiene el poder de parar el reloj biológico.